¿Qué sería del slasher —el género de cuchillazos y alaridos— sin la referencia de Scream? En 1996 la imagen de la máscara blanca encapuchada entró al imaginario colectivo para siempre y, gracias a la inventiva del cineasta Wes Craven, marcó una forma de hacer cine de horror.
En aquel momento, una joven llamada Sidney era la víctima deseada por Ghostface, un malvado asesino que cumplía con todos los clichés del género. El filme parecía reírse de todos los tropos que habían configurado a este tipo de cine, que cada vez se miraba más como algo formulista que como un ejercicio creativo.
Ahora, 25 años después, Neve Campbell y Courteney Cox vuelven a la saga en una secuela directa de Scream 4. El nuevo título, también titulado Scream y ya disponible en salas costarricenses, pretende nuevamente reflexionar sobre los caminos tomados en el apartado del terror.
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Cinta con intenciones
La sinopsis del filme adelanta lo siguiente: “25 años después de que una racha de asesinatos brutales conmocionara a la tranquila ciudad de Woodsboro, un nuevo asesino imitador se ha puesto la máscara de Ghostface para resucitar secretos del pasado mortal de la ciudad”.
En una reciente entrevista, los cineastas Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett han manifestado que ese paso del tiempo en el filme permitirá hacer un repaso sobre cuánto ha cambiado el terror en la cultura popular.
“Gracias a Dios que estamos trabajando en una franquicia, y en un universo en el cual está bien que una película sea muy autorreflexiva”, dijo a la AFP el codirector de la película, Gillett. Al igual que la cinta original de 1996, los personajes de la nueva Scream pasan buena parte de la trama discutiendo los clásicos del terror, intentando adivinar cuál de ellos será el próximo en ser asesinado.
Se dan cuenta entonces de que el blanco de la última ola de ataques en su violenta ciudad, en California, es gente vinculada a los asesinos originales.
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Uno de los personajes explica la atracción que las nuevas audiencias sienten por las películas que relanzan las franquicias con un elenco más joven ligado a los protagonistas originales.
Ante la mirada atenta de sus coestrellas más jóvenes, el actor David Arquette, también de regreso para esta producción, advierte: “hay ciertas reglas para sobrevivir, créanme, lo sé”, dice.
Aunque los directores quisieron aprovechar la oportunidad para producir una “carta de amor” al fallecido Wes Craven, quien dirigió las cuatro películas de la franquicia, Gillett dijo que esta entrega no podía ser “solo nostalgia”.
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A diferencia de la original, que surgió cuando perdía fuerza el género slasher -marcado por la presencia de un personaje que asesina brutalmente a jóvenes-, la nueva Scream llega en tiempos en los cuales despunta un nuevo terror artístico al que muchos gustan llamar “horror refinado”, a través de nombres de cineastas como Jordan Peele (Get Out), Robert Eggers (The Witch) o Ari Aster (Midsommar).
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Los personajes en la película discuten de forma pomposa su aprecio por este “terror artístico”, al mencionar películas recientes como The Babadook, El legado del diablo y la misma Get Out! de Peele.
“Estamos claramente jugando y divirtiéndonos con esta idea de “terror artístico”, dijo Gillett. “Mientras la gente se emocione con las historias, para nosotros todo suma, y aún tenemos bastante por decir y por hacer dentro de la saga y jugar con todos estos tropos”, agregó.
Scream ya puede verse en su sala de cine de preferencia.