Sin importar quiénes son los nombres que entrarán a la justa titánica de hacerse con el premio de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, la temporada 2019-2020 es motivo de celebración.
Basta ver los nombres que han colmado esta temporada: Scorsese, Eastwood, Tarantino, Mendes, Brad Pitt, Leonardo DiCaprio, Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson... Relevantes estrellas que siempre da gusto ver en pantalla.
De ese cóctel tan jugoso inevitablemente es difícil predecir a los ganadores, pero algunas categorías sí dejan el chance de hacer algunas predicciones.
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Proyecciones
Si los Premios Óscar fueran un gran casino de apuestas, tendría tres mesas a las cuales iría primero para asegurarme un botín.
La primera es la más evidente: mejor película extranjera. Tendría que pasar un verdadero milagro para que el filme coreano Parasite no se hiciera con la estatuilla, aún más sabiendo que el camino le ha quedado allanado con la competencia sorpresa del filme polaco Corpus Christi y del título de Macedonia del Norte Honeyland, cintas que no han tenido bulla en la temporada. Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar sería la única que podría ponerle competencia, pero es casi imposible pues la cinta de Corea del Sur ha obtenido otras 5 nominaciones, haciendo notar que es un título importante para los votantes.
La segunda mesa que visitaría para apostar es la que contiene las categorías de mezcla y edición de sonido. Todas mis fichas irían para 1917, conociendo que la Academia nunca se resiste a los encantos que le ofrecen los filmes bélicos en materia de manipulación sonora.
Después, si quisiera obtener más ganancias, jugaría mi billetera en la categoría de mejor maquillaje y peluquería. El gremio de estilistas siempre tiene peso en la elección de este ganador, por lo que Bombshell ganará esta categoría. No se debe subestimar a este gremio, pues no olvidemos que le dio el empuje necesario a Escuadrón Suicida (2016) para que ganara un Óscar, a pesar de las críticas terribles que envolvieron al filme en el resto de apartados.
Una vez sobrepasadas esas mesas, empezaría a calcular mis decisiones.
Posiblemente, la siguiente categoría más predecible sería mejor fotografía. Roger Deakins, quien en el 2018 al fin ganó su Óscar por Blade Runner 2049 tras catorce nominaciones, tiene todo para ganar su segunda estatuilla con 1917. El trabajo del veterano cinefotógrafo es mayúsculo al capturar una serie de planos secuencias tremendamente exigentes que recrean una batalla épica de la Primera Guerra Mundial.
También, muy animoso, apostaría en la categoría de mejor banda sonora. A pesar de que John Williams siempre es hueso duro de roer con 52 nominaciones en sus espaldas (en este caso por su destacada partitura de Star Wars: El ascenso de Skywalker), pondría en la mesa bastante por predecir que Guasón ganará este rubro. La talentosa Hildur Guðnadóttir realizó un destacado trabajo de cuerdas por su oficio de violonchelista y bien que la Academia prefiere el clasicismo que otorgan los instrumentos de cámara por encima de sintetizadores digitales.
Para entrar en categorías más apretadas, sería buena opción apostar por Renée Zellweger en Judy. La Academia suele premiar roles protagónicos en cintas biográficas y la actriz estadounidense encaja perfecto, además de tener el Globo de Oro y el Critics Choice en su vitrina por la misma categoría.
Si hay que aventurarse en la categoría de mejor actor protagónico, las posibilidades se inclinan por Joaquin Phoenix, en primer lugar, porque a la academia le fascinan los cambios físicos extremos de los intérpretes en miras de prepararse para un personaje. En Guasón, Phoenix luce famélico e irreconocible.
Además, sería una manera de premiar la trayectoria del actor estadounidense quien ya lleva tres nominaciones a mejor actor y ningún galardón. Fue nominado por Gladiador, En la cuerda floja y The Master: todo hombre necesita un guía.
Sin demasiado drama, Laura Dern podría hacerse con el Óscar en la categoría de mejor actriz secundaria. Además de tener el espaldarazo del Globo de Oro y el Critics Choice, ninguna de las otras contendientes (Kathy Bates, Scarlett Johansson, Florence Pugh y Margot Robbie) tienen roles demasiado brillantes en términos mediáticos, aunque de su calidad nadie duda.
La mesa de mejor actor secundario preferiría pasarla de lejos, pues estamos ante una de las categorías más cerradas en la historia reciente de los premios de la Academia. Todos son actores de peso: Tom Hanks, Anthony Hopkins, Al Pacino, Joe Pesci y Brad Pitt. Aún así, si me apuntan con una pistola, sin demasiada esperanza me inclinaría por el más joven de la selección quien, al igual que Phoenix, ha sido nominado en tres ocasiones anteriores por Doce monos, El curioso caso de Benjamin Button y Moneyball: rompiendo las reglas. De hecho es el único nominado sin Óscar.
Finalmente, en la categoría de mejor película, me remangaría la camisa, tomaría un vaso de agua y pensaría las posibilidades.
La más importante nominación suele ser premiada por dos caminos: los ganadores suelen ser homenajes sobre lo bello que es el cine (como El artista) o bien, filmes con un comentario social sobre la inclusión, la igualdad social y temas afines (por ejemplo Greenbook: una amistad sin fronteras).
Ya que ningún filme calza fuertemente con la primera opción (tal vez Había una vez en Hollywood, pero sin demasiado aspaviento), habría que hacer un descarte basado en la segunda premisa. Por tanto, descartaría de golpe al filme de Tarantino, Ford v Ferrari, Historia de un matrimonio, 1917 (no se vería bien premiar un filme bélico), Jojo Rabbit (¡¿cómo premiarías un filme en que aparece Hitler?!) y El irlandés. Pienso que Guasón tiene chances por su crítica social, pero la polémica generada alrededor del filme podría desanimar a los votantes.
Creo que el camino más sencillo para los votantes es realizar un hito y premiar a Parasite como mejor película. Si Roma hubiese ganado el año anterior, considerando que es un filme de habla no inglesa que logró colarse en la principal categoría, diría sin miedos que la cinta coreana se coronaría. Aún así, preferiría descartar la jugada y dejarme el tesoro conseguido con el resto de las mesas de apuestas.