Pocos lo saben, pero cuando era joven, Silvia Pinal (1931) llegó a servir las mesas de un hotel, propiedad de su padre.
"Y me gustaba, porque llegaba a ganarme mis propinas", reveló un día envuelta por el calor de Acapulco, quizá su ciudad favorita.
Cuando se paseaba entre los comensales, la nacida hace 85 años en Guaymas, Sonora, aún no pensaba en la fama y reconocimiento que tendría.
Sólo tenía claro que nunca dejaría de trabajar, porque de otra forma, se aburriría en la vida.
Y así continúa hasta ahora. Su asistente no para de tomar llamadas solicitándole entrevistas previas a su cumpleaños.
Pinal no responde. Se encuentra entre juntas y un viaje fuera de la ciudad de México que la tiene atareada. Así que en definitiva no podrá, así se la pasa esta portentosa mujer.
Formalmente, Silvia comenzó su carrera actoral en 1949, con El pecado de Laura. Esta cinta fue dirigida por Julián Soler y protagonizada por Abel Salazar.
Un año antes, había irrumpido con Bamba, donde su personaje era embarazado por el villano.
"El excesivo calor de estas regiones permite a las mujeres ir ligeras de ropa y mostrar el encanto de sus formas", decía la promoción del largometraje, a sabiendas de que Pinal encantaría con su mirada y su físico encantador.
Casi de inmediato, la belleza de Pinal cimbró en España, cuando con Viridiana y de la mano de Luis Buñuel, ganó el festival de la riviera francesa en 1961.
No había duda, de la mano de Buñuel y filmes como El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965), la diva encontraría el impulso a una carrera que ya contabiliza más de 50 producciones, entre actriz y productora.
Innumerables premios Ariel, que se entregan a lo mejor del cine mexicano, y reconocimientos de la revista TV y Novelas, figuran en sus vitrinas.
Entre los galardones que disfrutó más destaca la Palma de Oro del festival de Cannes, que ganó Viridiana en 1961. Fue esta producción la que terminó por impulsar su carrera.
Ella era un fenómeno completo. Se paseaba por las calles de España y no había quien no le gritara "maja guapa".
"Claro, cuando le decían a una esas cosas, se sentía bien, te hacían sentir más hermosa, siempre", recordó en alguna ocasión.
No pasaría mucho tiempo para que figuras como Joaquín Pardavé en El casto Susano, Pedro Infante como El inocente y Enrique Rambal en El ángel exterminador, sucumbieron ante ella.
Pero si en el cine rompió corazones, en la vida real también lo hizo. Pinal se casó con el director actor Rafael Banquells y luego con el productor de cine Gustavo Alatriste. Además, contrajo nupcias con el roquero Enrique Guzmán y, en los ochentas, con el político Tulio Hernández, del Partido Revolucionario Institucional, colores con los cuales llegó a ser diputada federal.
De Guzmán, papá de la cantante Alejandra, escribió en su libro autobiográfico lo ocurrido tras un ataque de celos.
"Un día llegó con una pistola, me la aventó en la cara y como loco gritaba: tu no me quieres, lo que quieres es matarme ¿verdad?. íToma la pistola y hazlo!", detalló.
Algo que no hizo. Pinal nunca llegó a Hollywood y a veces se arrepiente de eso.
"Empezar en otro país no me llamó la atención y me arrepiento a veces. Siempre tuve complejo de que me iban a poner a hacer de india porque a todos los mexicanos los ponían de eso", comentó en una ocasió a la agencia EFE.
En cambio siguió produciendo en cine y televisión. Un ejemplo de eso es el programa Mujer: casos de la vida real, que estuvo conformada por 21 temporadas.
Actualmente, Pinal prepara una serie sobre su vida y para interpretarla piensa en sus hijas y nietas.
Además, la diva escribió un libro biográfico y en el mismo prometió una cosa: trabajar hasta el último día de su vida.
Algunas escenas fílmicas de Silvia Pinal
Viridiana (1961):
El ángel exterminador (1962)
Simón del desierto (1965)