Latinoamérica es una tierra de fantasmas. Desde el cono sur hasta suelo azteca, cada país tiene su propio catálogo de leyendas acerca de lo sobrenatural.
Para los mexicanos Edgar San Juan e Isaac Ezban, guionista y director del filme Mal de Ojo (2022), esta historia no solo fue hecha para llevarse unos buenos sustos en la sala, sino para nutrir esa conversación sobre cómo en la región interpretamos lo desconocido desde términos fantásticos.
Este estreno de terror producido en México llega a las salas ticas el 3 de noviembre, tras un gran paso por salas de su país: ha sido el tercer filme más visto en este 2022.
La historia es atrapante, por supuesto. La película presenta el viaje de Nala, una niña de 13 años que viaja con su familia desde la ciudad hasta la casa de su abuela en el campo. Allí tratará de encontrar una cura para una misteriosa enfermedad que padece su hermana pequeña. El problema es que, conforme más se adentra en su búsqueda de sanación, descubrirá que su abuela no es exactamente lo que parece.
Viva conversó con San Juan y Ezban sobre sus intereses en torno a este estreno, así como el abordaje que tuvieron para tratar metáforas sobre la familia, el paso del tiempo y la identidad a través del terror. A continuación, un extracto de esa conversación.
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—Latinoamérica es una región fascinada con el terror y lo paranormal. ¿Por qué creen que estemos tan obsesionados con este tipo de historias?
—Ezban: Siempre hemos tratado de explicar lo que no entendemos a través de historias y esas historias suelen estar ligadas a lo sobrenatural. Por eso no es casualidad que en Centroamérica y en el Caribe tengamos una leyenda sobre “el Coco”, aunque cambie el nombre dependiendo del país. Lo mismo con la Llorona, que es una leyenda que está en muchos países.
“Existe una vinculación sobre cómo representamos nuestros mitos en la cultura en relación con las raíces que nos unen, más allá de las fronteras”.
—Es curioso que lo diga porque el filme no sucede en un lugar geográfico en concreto...
—Ezban: Los mitos que tomamos como influencia provenían de República Dominicana. Nunca había leído sobre brujería de esta forma, sobre prácticas como quitarse la piel, entre otras. Al crear la producción, lo mezclamos con investigaciones que hicimos en zonas afrocaribeñas.
”Finalmente, decidimos dejar ambiguo dónde sucede la historia. Verdaderamente, las producciones mexicanas de terror tratan de parecerse a El Conjuro o lo que se hace en Estados Unidos. Siempre hay una monja o un sacerdote y se trata de emular la iconografía de esas películas.
”Con Mal de ojo, quisimos darle un sabor de terror latinoamericano, con propios cánticos, rezos y cómo viste la gente según su cultura”.
—San Juan: Además, desde el guión, se trató de integrar un lenguaje cotidiano, lo cual lo hace más aterrador porque resulta más cercano. Las brujas pueden estar viviendo en el apartamento al lado de tu casa. Es una historia más cercana.
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—Parte de lo interesante del terror es que nos susurre cosas al oído como espectadores. ¿Cómo manejaron el tema de abordar metáforas desde lo sobrenatural?
—Ezben: El terror funciona muy bien cuando aborda temas desde la familia. ¿Por qué hay tantas historias de terror al respecto? Porque no hay nada más aterrador que algo le pase a tu hijo o, por el contrario, descubrir que hay alguien en tu familia que no es quien dice ser.
”Mal de ojo me gusta porque este terror también es un coming of age; habla sobre el paso a la adolescencia de alguien que trata de descubrir su lugar en el mundo, como es el caso de la protagonista. Ella descubrirá la verdad a través de la sangre, la muerte y el sexo; a partir de ahí nos permite hablar sobre la identidad, tema que me fascina”.
—San Juan: Lo que más disfruto de la película es su metáfora de cómo el linaje afecta a las generaciones posteriores y cómo de alguna manera todas tus acciones y la espiritualidad que puedes generar acaba siendo determinante para cultivar las visiones de una sociedad.
—Hacer cine de terror involucra la decisión de incluir o rechazar el jumpscare (sustos repentinos en pantalla), herramienta que ha sido sobreutilizada los últimos años, pero que también es un recurso valioso. ¿Cómo fue la discusión que tuvieron ustedes en torno a esta herramienta?
—Ezben: Pues depende del estilo del terror porque, desde lo más convencional, uno sabe que si el personaje abre un ropero le va a salir “algo”. Ahora está muy de moda el “terror” elevado, que son películas con temas más humanos y que no recargan el peso en el jumpscare.
”Mal de ojo tiene esas dos corrientes, porque te da mucha carnita para pensar en temas humanos, pero también es una película muy disfrutable y que va a poner a las personas a brincar del asiento. Eso sí: es todo un reto crear esos jumpscares porque dependen de la expectativa, la puesta en cámara, el sonido, la edición... Creemos que fueron bien logrados.
”Más allá de los jumpscares, creo que Mal de ojo funciona también porque comulga tanto como con los fans del cine de terror como con los del cine de fantasía. En México (se estrenó en setiembre) está en el top 3 de películas más taquilleras del año, con más de 600.000 espectadores. Eso nos estimula mucho y nos da confianza en que hemos hecho bien nuestro trabajo”.