En 1984, cuando Alejandro Murillo apenas iniciaba su época colegial, prefería caminar los 13 kilómetros que había desde el Liceo San José, en Barrio México, hasta su casa en Ipís de Goicoechea para ahorrar los 25 céntimos que cobraba el bus.
La razón: soñaba con comprarse un Transformer, uno de esos robots metamórficos que veía cada día en la televisión, y que justo ahora celebran 30 años de evolución y explosivas batallas.
En casa de Murillo, no había televisión por cable, pero en el canal 19 entraba el 9 de Chicago. Antes de asistir a su primer día de clases en sétimo grado, se levantó a las 5:30 a. m. para sintonizar el programa del que su hermano, quien trabajaba en un hotel, le había contado.
“La primera vez que lo vi, me enamoré. A uno, como chiquillo, lo que más le gustaba eran los carros, los robots, los aviones... En esta fábula, veía todo, aunque no entendía quién era el bueno y quién el malo porque era en inglés. Desde entonces, no me lo volví a perder, hasta hoy”, afirma este coleccionista.
Lo que quizá Murillo no sabía en aquel entonces era que esa serie que veía por la que madrugaba cada día y la línea de juguetes que ninguno de sus compañeros tenía, llegarían a formar parte de una de las franquicias más lucrativas de la historia.
El camino que han recorrido los neumáticos de los Transformers dista mucho de lo convencional. Primero, rodaron por los estantes de las jugueterías, luego en los cómics y, por último, en las pantallas.
Hoy, 30 años después, no hay duda del éxito de esta marca, valorada como la décima más taquillera del sétimo arte.
La primera película animada se estrenó en 1986, pero a Costa Rica llegó en 1990. Fue en ese filme en el que llegó uno de los más sombríos momentos para los seguidores al dar muerte al heroico Optimus Prime. “Durante cuatro años, nos cambiaron a los personajes (en la televisión) y nunca supimos por qué”, recuerda Murillo.
Según datos del sitio Box Office Mojo, con cinco filmes –cuatro de ellos del director Michael Bay– la franquicia ha recaudado $402,1 millones. Esta cifra supera a la conseguida por las siete películas de X-Men ($234,4 millones), las 12 de Star-Trek ($257,7 millones) o las seis que acumula Superman ($291 millones).
“No sorprende que la taquilla sea una enorme porción del pastel. Incluso más abultados que las ventas de tiquetes son los son los números de mercadeo, los cuales incluyen juguetes, videojuegos y aplicaciones”, destaca el sitio IGN.
A esto habría que sumarle la ganancia por los boletos de los 50.000 visitantes diarios que recibe Transformers: The Ride , atracción tridimensional que funciona en los Universal Studios de Orlando, Hollywood y Singapur.
Idea visionaria. En 1984, Hasbro se ganó un espacio entre los estadounidenses con la línea Generación 1 , esa que dio vida al Optimus Prime y a Megatron.
El concepto en realidad fue comprado a la marca de juguetes japoneses Takara Tomy. Según la Ohio State University, esta marca nunca logró notoriedad en el mercado estadounidense.
Por eso, en 1982, le vendió los derechos de distribución a Hasbro, corporación que bautizó a los juguetes de raíces niponas como los Transformers.
En 1984, paralelo al debut de las figuras de acción, Marvel publicó los primeros cómics, serie también titulada Generación Uno , en los cuales los Transformers se cruzaron con otros personajes muy populares, como Spider-Man y Nick Fury.
De hecho, fue en los cómics donde se tejió la trama que atrapó la atención de los fanáticos. Hasbro contrató a Jim Shooter y a Dennis O'Neil para crear una historia a partir de los juguetes, y fue este último quien eligió el nombre del Optimus Prime.
La apuesta fue impetuosa, pues ese mismo año salió al aire The Transformers , primera de una veintena de series televisivas que se producirían.
La estrategia, en todos sus frentes, resultó tan exitosa, que Hasbro terminó por comprarle a Takara Tomy los derechos de autor y de marca de la línea de juguetes. El trato establecía que los japoneses podrían fabricar y comercializar los productos, pero tan solo para su mercado local.
Sin embargo, luego de la muerte de Optimus Prime, la suerte de Hasbro fue en picada. “Casi los hace quebrar; por eso tuvieron que revivirlo después. En Estados Unidos, los niños lloraban porque su héroe de las fábulas se había muerto”, asegura Murillo.
En 1996 fue necesario darle nuevos aires a la marca y, en consecuencia, salió a la venta la línea de juguetes Beast Wars, esta vez acompañados solo por una nueva serie para la pantalla chica.
“ Beast Wars es, en definitiva, el programa más popular después de la serie original Generación Uno de 1984. Los gráficos generados por computadora resultaron ganadores del Emmy (por mejor logro individual en animación, en 1997) y ayudaron a crear una nueva forma de asumir el mundo existente de los Transformers”, detalla el sitio IGN.
La última gran era llegó de la mano del cineasta Michael Bay, la productora Paramount Pictures, y los actores Shia LaBeouf, Josh Duhamel y Megan Fox.
“La primera película ayudó muchísimo a vender los productos. De hecho, es una de las pocas veces en que he visto un movimiento tan fuerte en cuanto a ventas. Llegaban los Optimus Prime y ya en la tarde estaban agotados”, comenta Josué Chinchilla, administrador de la tienda Ciudad Manga, en el Mall San Pedro.
Según Chinchilla, Transformers cumplió un viejo sueño de los primeros seguidores de la franquicia, pese a las muchas críticas lanzadas contra el desarrollo de la trama. Sin embargo, la verdadera importancia del filme es que ayudó a atraer nueva clientela, sobre todo conformada por niños y jóvenes.
Sin embargo, no solo a los más chicos atrapó. Gustavo Vargas, autor del blog especializado blog.mdverde.com, había dejado olvidados a los Transformers en su adolescencia. Sin embargo, la fiebre retornó en el 2007, con el lanzamiento de la primera película de Bay. Compró una primera figura y, asegura, no pudo parar.
Vargas buscó la manera de adquirir las figuras que había tenido en su niñez y las que siempre quiso y nunca pudo tener debido a las limitaciones económicas. Ahora tiene una colección conformada por 710 piezas.
“Transformers siempre vende, siempre está vigente. Es como Star Wars y los superhéroes, justamente porque siempre se están reinventando”, asegura Chinchilla
Y si no, que se lo pregunten a Alejandro Murillo, quien hoy tiene una colección de unas 1.000 piezas distintas que le ha tomado tres décadas reunir. Cuando se le consulta acerca de la cifra invertida para llenar su casa de figuras de acción, no duda en responder que el valor principal no es el monetario; es más bien un asunto sentimental.