“Tengo más temor cuando hay momentos de paz en Yemen, que cuando hay balaceras. En esos momentos siento que se está orquestando algo peor y temo por mi familia", confesó apesumbrado Emad, el mejor amigo de un costarricense que hace tiempo partió del país con el sueño de estudiar cine.
Ambos se conocieron en Estados Unidos: el tico se llama Andrés Bronnimann y, en medio de sus estudios en California, aprendió a querer mucho a su ‘compa’ Emad. Su relación se estrechó mientras el yemení luchaba por labrarse un mejor futuro en Norteamérica y sufría de lejos los horrores de la guerra.
Es decir que ambos son migrantes, aunque por razones distintas. Pero esa no es la novedad. La novedad es que en La universalidad de todo (The Universality of It All, 2020), el primer largometraje realizado por Bronnimann, se puede entender cómo los fenómenos de la migración suelen estar muy relacionados.
“Los reportes de las noticias sobre la migración, los deportes y todo lo que tenga que ver con la migración se relaciona al mismo tiempo con la amistad que tengo con Emad. Eso se ve en el filme y eso mismo lo pueden constatar todas las personas del mundo al analizar su realidad más cercana”, explicó Bronnimann, quien tiene 25 años de edad.
“Por eso, además, el documental también presenta el análisis de la migración nicaragüense en Costa Rica, porque también son parte de mi realidad como costarricense. Dejo en evidencia las protestas anti-emigrantes que hubo en el país en el 2018 y las relaciono con otras que hubo en Alemania, para mostrar nuevamente como todo está interconectado", agregó.
Bajo esa premisa, Bronnimann presenta La universalidad de todo como una película muy íntima, en la que recoge los momentos más duros que ha vivido junto a Emad, su comprensión de la realidad y cuánto afectó esa amistad su propia percepción de las cosas.
“En el filme la gente podrá ver entrevistas que hice a mis amigos durante todo este tiempo. Gran parte de todo lo que hemos pasado quedó en la cinta. Por ejemplo, se capta cómo Emad ha sufrido por lo que pasa en su país, donde está su familia, y los sentimientos de culpa por no estar allí", agregó Bronnimann.
Muy personal
Curiosamente, Andrés Bronnimann también es hijo de migrantes. Él nació en Costa Rica, pero su padre es suizo y su madre mexicana. De hecho, eso fue lo primero que lo motivó a investigar el tema de las migraciones.
“Pensando en eso, que es algo que tiene ver directamente con mi historia de vida, comencé a recolectar datos globales sobre la migración para hacer el filme. Pero cuando conocí a Emad me di cuenta de que el enfoque del documental podía cambiar un poco, para comenzar a relacionar esa parte íntima que viví junto a mi amigo, con todo lo demás”, expresó el novel cineasta.
Es por eso que mientras la historia de Emad cobra vida frente al lente, los datos globales encontrados por Bronnimann comienzan a enriquecer la historia. Nada queda en el aire, todo se relaciona, para recordarnos que el fenómeno de la migración no solo debería medirse en números, sino también debe calcularse desde la perspectiva humana.
“La gente migra por muchos motivos. No porque quieran. Es decir que el problema no es exactamente la migración, sino lo que hay detrás, lo que la provoca. Eso quiero dejar de mensaje, esa comprensión de las cosas, especialmente en los más jóvenes", acotó Bronnimann.
Quizá cuando usted conozca a Emad, quien terminó en Canadá buscando refugio, podrá comprender mejor a lo que se refiere Bronnimann en La universalidad de todo, filme de 90 minutos que espera estrenarse en los próximos meses en Costa Rica.
¿Dónde verlo?
Bronnimann asegura que ya está haciendo todos los gestiones correspondientes para que La universalidad del todo se vea en Costa Rica, lo más pronto posible.
Por ahora, el filme seguirá una ruta de festivales internacionales. Su primera parada será esta semana en el Bushwick Film Festival, de Nueva York, y también acaba de ser aceptado en el Global Migration Festival, certamen patrocinado por la Organización de Naciones Unidas.
Las esperanzas de Bronnimann es que el filme -que cuenta con entrevistas de investigadores sociales como Carlos Sandoval y Nicolás Boeglin, de la Universidad de Costa Rica-, pueda mostrarse en campos de refugiados, oficinas de la ONU en Ginebra y en otros espacios de importante exposición.
“Espero que se vea en muchos lugares. De hecho sigo esperando que más festivales acepten el filme, por lo que esta etapa durará unos 7 u 8 meses. Luego ya veremos”, finalizó Bronnimann.