Fue un Tope Nacional atípico, de eso no hay duda. Primero, los caballos y sus jinetes no desfilaron orgullosos por San José, sino que lo hicieron -igual de felices- en las calles de Montes de Oca. Luego llovió, algo que no siempre sucede, además hubo menos público del que acostumbraba ir a la capital a apreciar el paso elegante de los equinos.
Se vio (o mejor dicho, se tomó) mucho menos licor, ya que estaba prohibido el consumo en vía pública, aunque más de un vivazo (tanto en el público como entre los caballistas) logró pasar camufladas botellas y hasta latas de cerveza. Sí, ¡los vimos!
Volviendo a los caballos y sus jinetes, el recorrido del desfile se realizó de manera tranquila y con un público emocionado por apreciar a los impresionantes corceles de diferentes razas, tamaños y colores.
En ese mismo tono de tranquilidad y de forma curiosa, un grupo de personas que se manifestaron en contra del maltrato animal fueron quienes encabezaron el desfile. Lo hicieron de manera muy pacífica, expresando su posición de que un tope no es adecuado para los caballos.
Tope Nacional, entre relinchos y boñiga mojada
Hay que ver qué alegría viven los jinetes ticos en el Día Nacional del Caballista. Se ponen sus mejores trajes, elegantes sombreros de vaqueros, pantalones con chaparreras, camisas de manga larga y, por supuesto, las botas con tacones y bien puntiagudas.
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Entre relinchos, cascos golpeando con ritmo equino el asfalto, boñiga mojada por la lluvia, gritos de ‘güipipía’ y capas plásticas de colores, así transcurrió sin problemas este Tope Nacional, que por primera vez se realizó en Montes de Oca.
Esta vez, la Fuente de la Hispanidad esta vez no albergó a los fanáticos de ‘La Sele’, sino que sirvió para guarecerse cuando empezó a caer el agua en los alrededores del Mall San Pedro.
Hablando con algunos de los asistentes, hubo quienes extrañaron a San José como locación del tope, aunque otros dijeron sentirse más cómodos en Montes de Oca, pues al haber menos personas en el evento encontraron más espacio para disfrutar.
Ana Azofeifa, vecina de Desamparados, se ubicó con sus hijas y sus nietas al inicio del recorrido. Llegaron desde las 11:30 a. m. con unos banquitos y con ‘cositas’ para picar. Con su familia, doña Ana tiene más de 15 años de disfrutar del tope en San José, ya que tienen un comercio en las cercanías de la iglesia de La Soledad y ahí montaban un espacio para disfrutarlo en familia.
“Vine porque me gusta el tope, pero me gusta más en San José”, dijo esta fanática de los caballos.
Por su parte, Efraín Jiménez, de Guadalupe, quien también llegó con su familia a ver el desfile de caballistas, alabó la decisión de hacerlo en Montes de Oca. Justificó su respuesta al asegurar que percibió mejor organización, más espacios para apreciar el paso de los caballos y mejor ambiente para disfrutar de la música de las bandas y las canciones rancheras.
La familia Clachar Toruño llegó desde Liberia, Guanacaste, para ser parte del Tope Nacional con un grupo de invitados especiales. Ellos estuvieron acompañados por Mariano, su hijo de 5 años, quien fue uno de los caballistas más jóvenes de la jornada.
“Me gustan mucho los topes, me gusta montar. Este es mi caballo Pizarra”, dijo el pequeñín muy emocionado por participar en su primer tope.
El ambiente de fiesta se sintió a más no poder. Grupos de amigos y familias se apostaron en los costados de las calles con bancos, mesas, equipos de sonido y hasta parrillas para asar carne.
En medio de la algarabía destacó la figura del atleta costarricense Sherman Guity, medallista de oro en los pasados juegos paralímpicos. El deportista fue el dedicado de esta primera edición del tope en Montes de Oca.
Hizo el recorrido montado en una volanta acompañado por Domingo Argüello, alcalde local. Sin embargo, Sherman estuvo más en la calle que en la volanta, ya que de manera muy amable bajaba cada vez que alguien en el público le pedía una foto.
Contó que se sintió muy honrado por este homenaje y aunque le hubiera gustado hacer el tope en caballo, le tiene miedo a los equinos y no sabe montar, así que la volanta fue una muy buena opción para él.
Y así, entre impresionantes caballos, nostalgia por las calles de San José, lluvia, boñiga mojada, La puerta negra, botas y sombreros de vaqueros, se efectuó el primer Tope Nacional en San Pedro.