Quizá usted haya escuchado o visto en Facebook que en algunos países como Corea del Sur y China hay jugadores de videojuegos que ganan millones de dólares, aquellas famosas estrellas de los ‘deportes electrónicos’ que parecen haber salido de una serie de animé .
Tal vez haya observado por error o en medio del zapping que en el canal TDN se transmiten partidas de un tal videojuego llamado League of Legends , después de los encuentros del Barcelona y el Real Madrid, los fines de semanas; incluso, si entra en la página de ESPN verá reportajes de cinco jóvenes que compiten a muerte frente a un monitor. Algunos hasta llegan a las portadas de las revistas deportivas por su habilidad con un teclado y un mouse .
Ese mundillo que parece tan lejano e irreal es la vida de los costarricenses Steven Cordero y Alejandro Serrano, o mejor conocidos por sus pseudónimos virtuales Choisix y Baula, quienes son los primeros costarricenses en profesionalizarse en los deportes electrónicos. En castellano: son los primeros ticos que se ganan la vida por sentarse frente a un monitor y jugar a los videojuegos.
¿Cómo pasó esto?, se preguntaba atónita la madre de Cordero, cuando el chico de 20 años tomó sus maletas y se marchó a México en enero de este año.
Choisix tuvo que hacer malabares para explicarle a doña Ivannia la razón por la cual congeló la carrera de Ingeniería en Sistemas en la Universidad Nacional: había un equipo profesional en México que desembolsó miles de dólares para que su hijo mayor estampara su nombre en un contrato por dos temporadas. Y sí, aquella mejora que hicieron en el Internet de la casa –para pasar de dos megas a diez de descarga– quizá fue la mejor inversión que haya hecho en su vida.
Esta no es la primera sorpresa que se llevaba Ivannia, pues el año pasado Steven representó al país en su primera justa de Deportes Electrónicos que se desarrolló en Indonesia.
Nunca antes se había montado en un avión y esa vez recorrió miles de kilómetros para la cita mundialista. Dos semanas después viajó a Francia para competir en un torneo con un equipo compuesto por gamers de todo el mundo. Para Steven, México es una de las muchas escalas en su carrera como deportista profesional.
No es para menos, según el último informe de Newzoo, firma que sigue las proyecciones de entretenimiento electrónico a nivel mundial, la audiencia de los e-sports creció hasta los 256 millones de espectadores en los certámenes más importantes. Además, hay patrocinadores que luchan por un espacio en las camisetas deportivas de estos nuevos ciberatletas.
De esas cifras se valió Alejandro Serrano para edificar poco a poco su proyecto de juventud.
A sus 14 años, el chico de San José hizo hasta lo imposible para conseguir el dinero para comprarse una computadora óptima para correr los últimos gráficos.
El dinero lo consiguió a través de torneos relámpago que premian al primer lugar con $50 y, poco a poco, juntó los $1.200 que costaba la máquina.
Baula ascendió rápidamente de categoría y en el 2015 lo contactaron de México, que querían que compitiera de manera presencial.
En ese entonces, el joven josefino declinó la oferta no por falta de ganas, sino que no se atrevía a embarcarse a esta aventura sin haber concluido los estudios de bachillerato.
Por suerte para Baula, él no bajó el nivel y los aztecas tampoco perdieron el interés en sus servicios.
Serrano recuerda que tuvo que sentarse con su mamá y, en una larga sesión, le explicó a doña Cynthia el auge reciente que han tenido los deportes electrónicos; que había ligas internacionales similares a las de fútbol: hay ascensos y descensos, contratos exorbitantes, derechos de transmisión.
Incluso, hay un coreano que lo comparan con Lionel Messi, Lee Shang Hyek conocido como Faker, quien a sus 20 años lo ha ganado todo en el medio.
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Según la firma analista de datos estadounidense, Super Data, en Estados Unidos los e-sports registraron $143 millones de ingresos. Un pastel jugoso que ha antojado a equipos de fútbol como la AS Roma, el Paris Saint Germain, El Valencia y el Manchester City; estas agrupaciones han fichado a sus propios representantes para las justas electrónicas.
La vida del 'gaming'
Los ticos compiten semanalmente en la Liga Profesional de Latinoamérica Norte de League of Legends; Choisix lo hace con los Predators, mientras que Baula es de Zaga Talen Gaming.
Este certamen se puede comparar con la Primera División de Fútbol de Costa Rica; hay ocho equipos que se enfrentan entre sí, cada cuadro puede fichar a jugadores extranjeros.
Steven vive con dos españoles y dos mexicanos en una suite ubicada en Coyoacán.
El quinteto de los Predators tiene un entrenador, un estadígrafo que lleva registro de todas las decisiones que toman durante los partidos e incluso un chef personal que revisa que el joven siga una dieta adecuada.
“Es un sueño, hay muchas facilidades, pero también exigen resultados y disciplina en los entrenamientos”, explica Steven, quien ocupa un rol similar a un mariscal de campo en el fútbol americano.
La posición de Steven en juego se llama shotcaller , quien toma las decisiones durante la partida.
Choisix reconoce que a él lo ficharon por esa razón, por su capacidad para tomar decisiones en momentos críticos.
Los dos chicos son reservados con su vida fuera del juego.
Por un lado, a Steven sí le gusta ir a restaurantes, bares y disfrutar de la vida nocturna de Coyoacán, pero también dedica gran parte de su tiempo para conversar con su novia en Costa Rica, Laial Gazel, quien ha sido cómplice y apoyo en esta carrera tan demandante.
Serrano es más tranquilo; el josefino admite que en este momento su vida gira alrededor del juego que después de las sesiones de entrenamiento se queda en casa para jugar, “cualquier cosa que no sea LOL”. También dice que su relación con su mamá mejoró desde que él se fue de la casa. “Dicen que la distancia acorta”.
Los dos ciberatletas reconocen que la jornada es demandantes y que League of Legends dejó de ser un juego para ellos hace ya mucho tiempo.
Los dos están conscientes que esto no va a ser para siempre, porque la vida útil de un ciberatleta puede prolongarse por cuatro o cinco años, lo máximo porque “el cuerpo se fatiga y los reflejos se atrofian”.
Tras el retiro el plan es terminar la universidad. Cordero concluirá su carrera en Ingeniería y Serrano anhela entrar a la escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica.