Hace más de 126 años, el salón Foyer del Teatro Nacional ha realzado la belleza de este recinto cultural en el centro de San José. En este espacio se resguardan hermosas piezas de arte que, con el paso de los años, se han visto afectadas en su estructura y su preciada apariencia externa. Actualmente, con mucho respeto y amor, un grupo de 11 personas se encarga de restaurarlas y devolverles el brillo que tenían cuando se inauguró el lugar.
Es un trabajo manual que requiere sumo cuidado y un conocimiento profundo, no solo en restauración, sino también en arte. Las 217 piezas que están siendo intervenidas, entre ellas ventanales y lámparas, requieren procesos minuciosos y detallados para que perduren en el tiempo. Son ornamentos de mármol, yesería y láminas de oro que necesitan restauración.
Además, en los trabajos que se están realizando también ha sido intervenida la estructura del salón: puertas y paredes han requerido cuidado para mantenerse en buen estado.
Los restauradores pertenecen a la empresa Conarte, bajo la coordinación del Departamento de Conservación del Teatro Nacional. El equipo es dirigido por Alicia Zamora, una profesional con más de 40 años de experiencia en el campo.
La especialista comentó que los encargados asumieron esta labor con toda la responsabilidad que implica trabajar en un edificio de 126 años. “Después de 42 años de vivir en el mundo de la conservación y la restauración profesional, restaurar un edificio de este tipo es como una cita a ciegas”, explicó Zamora, refiriéndose a que no saben a qué se enfrentarán al “bajar” las piezas que deberán intervenir.
Para lograr el cometido de la mejor manera, la empresa realizó una cuidadosa selección de personal sensible, dispuesto a aprender y ayudar. Muchos de ellos son restauradores, mientras que otros son estudiantes formados en escultura, dado que muchas de las piezas son tridimensionales, lo que requiere un conocimiento especializado.
Zamora explicó que el equipo se rige por técnicas, uso de materiales y posturas éticas y conceptuales especializadas. “Los restauradores somos como médicos del arte, nosotros no podemos alterar a los pacientes, tenemos que ver cómo mejoramos la vida de ellos”, dijo.
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Por lo tanto, los restauradores no pueden alterar los materiales, y los “medicamentos” que usan son especiales, basados en normas internacionales de preservación del patrimonio.
¿Qué debían restaurar en las piezas del Foyer?
Zamora se refiere a “elevaciones” cuando habla sobre las piezas que han trabajado. Estas incluyen las paredes y todos los ornamentos que las componen. “Hubo dos puertas falsas que han sido de las que más trabajo nos han llevado porque, cuando las desmontamos, estaban muy afectadas por los insectos. La mejora no es solo a nivel estructural, sino también del montaje, para que al volverlas a colocar no den los problemas que nos dieron a nosotros”, agregó.
En principio se habían presupuestado ¢242 millones y 14 meses para la restauración, pero en el camino se encontraron con más trabajo, por lo que el monto aumentó a ¢278 millones y las labores continúan.
En el proceso, se descubrió que las piezas del Foyer han sido afectadas a lo largo de 126 años por varios factores. Todo debía limpiarse y fortalecerse, y a muchas de ellas se les colocaron láminas de oro de 24 quilates traídas desde México, aunque su origen es alemán.
Además de los daños, también se suman los aspectos ambientales, como la contaminación causada por la ubicación del edificio en el centro de San José, en una avenida transitada por vehículos todos los días. Hay daños también provocados por el clima tropical de nuestro país; la especialista explicó que el edificio no fue pensado para preservar el patrimonio ni para soportar el clima.
“Por ejemplo, los cambios de temperatura con el tiempo son aspectos ambientales. A las paredes les afecta más el calor por el sol y también reciben más el impacto del agua. El teatro fue construido en ladrillo, y esas son estructuras más permeables. Las piezas de yeso también se ven afectadas por estos cambios porque se resecan, pero también se humedecen y desarrollan hongos”, afirmó Zamora.
También están las piezas que han sido afectadas por la actividad sísmica de Costa Rica, con fracturas y caídas.
Además, muchas de las piezas recibieron intervenciones más empíricas en el pasado, realizadas con materiales que no necesariamente eran de la calidad que se merecían.
Más allá de la restauración, el equipo también se ha encargado de mejorar el montaje en las paredes. Zamora comentó que, en muchas ocasiones, se han encontrado con clavos de hasta cinco pulgadas incrustados en las paredes para sostener los ornamentos, por lo que ahora han ideado sistemas especiales de montaje. Otro proyecto que han desarrollado es un registro detallado de cada una de las piezas que han intervenido, algo así como la cédula de identidad de cada una.
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¿Cuál es el proceso de restauración? ¿Qué les hacen a las piezas?
Primero que todo, Zamora fue enfática en decir que cada pieza es diferente. Volviendo a la analogía médica, no todas tienen las mismas condiciones y no a todas se les puede dar la misma medicina.
El primer paso es la limpieza profunda de manera manual, con este proceso se elimina la suciedad superficial causada por microorganismos, depósitos de insectos, hollín e incluso cenizas de volcán. También se han encontrado excrementos de aves e insectos, polvo y huevecillos.
La limpieza profunda de pinturas o purpurinas, por ejemplo, se realiza con solventes y fórmulas creadas para el retiro de químicos, según el caso y el material de cada ornamento, ya que no es lo mismo trabajar en mármol que en yeso o en oro.
Después de este proceso, se procede a eliminar los empastes mal hechos con laminillas de oro falsas. Luego se lleva a cabo el reforzamiento estructural, que es como la ortopedia del trabajo. “Hay que reforzar estructuras con pines de acero inoxidable y otros materiales asociados para el reemplazo de pequeñas piezas, las cuales se han fragmentado de manera importante o incluso hasta se han perdido”, agregó Zamora.
La fase de restauración o restitución de valores formales (estéticos) se culmina después de haber reforzado las estructuras. Ahí es cuando se detiene el proceso de deterioro de cada pieza. Lo último es la colocación de las laminillas de oro en las piezas que lo requieran.
Al finalizar, con el visto bueno, vuelven a colocarse en las paredes.
Mientras el equipo de restauración y conservación realiza este trabajo, el público puede visitar el Teatro Nacional para observarlos y aprender más sobre la necesidad y la importancia de esta labor. Las visitas se pueden coordinar por medio del correo electrónico uboleteria@teatronacional.go.cr o a los teléfonos 2010-1143 y 2010-1142.
La importancia de la restauración del Foyer del Teatro Nacional
De acuerdo con información del Teatro Nacional, la palabra Foyer proviene del francés y significa “sala de estar”. El del recinto josefino cuenta con un diseño arquitectónico ecléctico, con influencias de las grandes metrópolis.
“Es uno de los salones más ornamentados del Teatro, con obra artística muy rica en color y movimiento, y con gran cantidad de ornamentos en mármol, oro, bronce y laminado en oro”, explicó la institución.
“Nuestro trabajo es que cada pieza, antes de ser colgada, haya sido tratada a profundidad para garantizar muchos años más de vida”, comentó Zamora.