Se atrasó unos minutos y, aun así, un centenar de personas esperaron a Alberto Cañas Escalante.
Cañas visitó ayer
“El periodismo no se puede dejar en manos de analfabetos. Lo que el país necesita son periodistas preparados, inteligentes y cultos, pero eso de convertir en periodista a cualquier hijo de vecino porque se le ocurrió decir ‘buenos días’ me parece demagogia”, contestó al preguntársele su opinión sobre el periodismo ciudadano.
Aquella fue tan solo la primera muestra de su verbo incandescente que, ya de por sí, era garantía de una buena conversación.
A partir de ese momento, las opiniones y los consejos se apoderaron de las palabras del profesor.
Según Cañas, los libros que todo periodista costarricense debe leer son
Claro, también lanzó una advertencia: “Si lee solo cinco libros, no va a ir a ninguna parte”.
¿Cuáles son sus periodistas favoritos? “Siempre me ha sorprendido Rogelio Fernández Guell, asesinado por los Tinoco; como renovador del periodismo, José Marín Cañas, y, por su cultivo del idioma, Joaquín Vargas Coto”.
¿Qué opina de los libros electrónicos? “A mí me gusta leer con un lápiz y garabatear para marcar un párrafo que me gusta. Por eso, me quedo con los libros”, contestó.
Tras una breve pausa, Cañas agregó: “Además, un libro es una cosa que uno ama. Cuando leo un libro, lo guardo porque algún día volveré a él, porque en ese libro hubo algo que quiero leer dentro de diez años para ver si me genera la misma impresión. Esas cosas no se pueden hacer con una pantalla”.
Confesó que hace poco releyó
“Ese 3% de lectores está llamado a dirigir la sociedad porque son los que saben”, sentenció.
De leer, don Beto pasó a escribir. En este sentido, la obra que más tiempo le tomó escribir fue
“Está basada en un juicio de 1750, que narra Anastasio Alfaro en su libro
Ya la charla estaba más distendida y Cañas se dejó decir que nunca escribiría sobre su vida privada, y contó la anécdota sobre la llamada que le hizo una exnovia a la que dejó por fuera de sus memorias. “’Querías que contara lo que hicimos en Ojo de Agua’, le contesté”, comentó entre risas.
¿Qué le falta por hacer a Alberto Cañas? “Morirse”, respondió con la irreverencia y el humor que caracterizan a un ser inteligente.
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