Próximo a cumplir 71 años, el escritor Alfonso Chase ha hecho una retrospectiva de su trabajo.
Ha encontrado una vasta obra literaria repartida entre poesía, novela y ensayo, premios nacionales obtenidos en esos géneros, una novela inconclusa y una biblioteca rebosante de libros que comenzará a donar a bibliotecas a partir de noviembre.
Este año, ha sido nombrado invitado de honor del XIV Festival Internacional de Poesía , que se realizará hasta el 19 de octubre.
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¿Qué premio recuerda con más cariño?
El que me gané en el colegio (en el Liceo del Sur, a los 17 años). Era la primera vez que hice un trabajo profesional en cuento y poesía. Necesitaba la platilla de los premios, que eran ¢100 por cada uno. Fue la primera vez que siento que me propuse hacer dos géneros más profesionalmente.
En el ámbito de la poesía, ¿qué falta por fortalecer?
No se rellena ni se hace con talleres literarios. Se fortalece con el apoyo al talento personal, la lectura, la conjunción del futuro, presente y pasado para definir un poeta que tenga una conciencia de lo que está ocurriendo y expresar lo individual y colectivo.
Mencionaba usted en otra entrevista que para ser poeta no es necesario escribir...
Es una actitud de vida. Para ser poeta no hay que ir a la universidad ni graduarse, pero hay que leer mucho. Nadie recibe un título de graduación en poesía, lo recibe en los aplausos de la gente, en el reconocimiento. Es muy lindo cuando uno recibe algún reconocimiento. Yo no creo en homenajes, sino en un encuentro del creador con sus lectores.”Hay que mantener una comunicación el público, que creo que he mantenido. Un público fiel y chiquitito; no crea que es un público grande. Mi público no creo que pase de 2.000 personas en el área metropolitana. Son quienes van a mis cosas, me quieren y compran mis libros; con ellos me siento satisfecho.
¿Para nuevos escritores existen públicos?
Claro que sí. Por una cosa muy importante: hay buenos escritores jóvenes, menores de 35 años. En cuento, novela y ensayo.
Hablamos de lo que tiene que hacer el escritor para nutrirse. ¿Qué debemos hacer los demás?
Hay que apoyarlo y crear redes de difusión. No solo de lectura de sus libros, sino de la relación con su público. Generalmente, los escritores se quedan en tribus: la tribu de la tercera edad, los muy jóvenes, las cacatúas, las momias… No, ¡hay que abrirse! Para eso ha servido el Festival de Poesía, sobre todo en la etapa de Paola (Valverde) y Dennis (Ávila).
¿Qué le ha dado la poesía que no le ha dado la prosa?
Me ha sido fiel. Es la única que no me ha decepcionado. La poesía es como un amor. Tengo 50 años de escribir y me ha sido fiel, y yo también a ella. A veces uno no puede hacer más de lo que le tocó: somos poetas centroamericanos y costarricenses. No nací en París, Casablanca o Moscú. Nací en Cartago, viví en Hatillo, pertenezco a la clase media baja. Eso me determinó una relación diferente con ella.
¿Qué temas ha podido explorar con la poesía que otros géneros no se lo han permitido?
Mi relación con una filosofía propia, una manera de ver el mundo. En la última poesía que he escrito, un libro nuevo que saldrá a principios del próximo año ( El libro de los esplendores ) he experimentado eso, mi relación con la filosofía oriental, con la filosofía zen. Me ha servido para limpiar mi palabra y limpiar mi espíritu. Si uno a los 71 años no tiene una relación alquímica con la poesía o con el arte, no ha hecho nada. El arte ha servido para transformarme, tal vez para prepararme para la muerte.