Ocaso es el nombre asignado a mi grabado en madera en colores (cromoxilografía) realizado en el 2008. Mide 35 x 70 cm y formó parte de un proyecto artístico denominado Metáforas nocturnas , que expuse en la galería Estamparte en la ciudad de Madrid en el año 2009.
En esa técnica de impresión multiejemplar se tallaron tres planchas de madera con gubias. En una se trazó la parte lineal, y, en las otras dos, las distintas zonas destinadas a los colores y a los tonos grises.
El proceso de impresión de Metáforas nocturnas se realizó de manera manual en un papel japonés de arroz, mediante un sistema de registro muy preciso llamado “kento”. Primero se estamparon los tonos de color, desde el más claro hasta el de mayor intensidad; por último, el tono negro, que da unidad a la composición.
Tengo aproximadamente 12 años de realizar una producción artística más o menos constante. Primero empleé el grabado, en el que suelo aplicar un tratamiento más monocromo y austero.
Luego he practicado la pintura acrílica, en la que realizo constantes experimentaciones cromáticas y de texturas. También me interesan técnicas intermedias dentro del arte gráfico, así como distintos acercamientos a la tridimensión.
Sin embargo, siempre he tenido una especial preferencia por el grabado ya que, debido a su técnica, permite realizar ediciones múltiples de un mismo diseño o idea artística. Se logra así que la obra llegue a más personas y que se exhiba en varios lugares a la vez. En cierto modo, con esto puede democratizarse el acceso al arte como un bien material y cultural.
Como es natural, he recibido influencias de varios artistas, cuyas obras admiro profundamente. Dos de ellos son el pintor clásico Jerónimo Bosch, el “Bosco”, de quien he aprendido a apreciar la filigrana de los detalles, y Alberto Durero, maestro de la talla directa.
Aprecio también a otros creadores, del siglo XX, como Pablo Picasso, por su fresca y sencilla visión del volumen, así como el extraordinario grabador holandés M. C. Escher, quien comenzó una escuela con una prolífica producción en xilografía y litografía, creando un inquietante e ilusorio mundo hecho con complicados análisis geométricos y matemáticos de las formas de la naturaleza.
En cuanto al tratamiento conceptual de mis obras, siempre me ha interesado hacer una lectura poética de los procesos humanos y los acontecimientos cotidianos, de esto que llamamos “vivir”: nacer, crecer, madurar, equivocarse, triunfar, etcétera.
He tratado de buscar las imágenes líricas presentes en los sentimientos más primarios, como la ternura, el afecto, la soledad, la alegría, etcétera. En consecuencia, me inclino por un dibujo alejado de concepciones academicistas y procuro retomar una gráfica más esquemática o minimalista, en donde las formas se vuelven básicas, con proporciones libres y antojadizas.
El tema de este grabado se centra en la maternidad como un estado virtuoso que posibilita el origen de la vida y su misterio.
A la izquierda de la escena, una mujer embarazada sostiene una vela que desprende un halo luminoso y anuncia un porvenir escéptico y onírico, con personajes mágicos y elementos simbólicos. Sobre ella, un reloj nos recuerda que en toda existencia hay un tiempo de espera, en el que surgen dudas y preguntas, así como expectativas que depositamos en las nuevas generaciones.
La silla roja es una pausa en el camino, un momento de reflexión y silencio necesario. La cama se convierte en el instrumento del sueño; es así un vehículo apto para viajes nostálgicos, donde aparecen aves mensajeras y fantasmas del pasado.
Las puertas son los ojos avizores que nos muestran otras rutas ignotas y fascinantes que aún están por descubrirse.