No es habitual contar en Costa Rica con demasiadas publicaciones literarias en torno al sétimo arte.
Bértold Salas, profesor universitario y ensayista, lleva rato dedicado a reflexionar sobre qué lugar ocupan estos productos culturales en nuestra vida. Lo ha hecho con ensayos publicados en medios como La Nación, Semanario Universidad y la revista Literofilia.
En plena pandemia, Salas se dio la tarea de reunir algunos de estos textos. El resultado final fueron 44 piezas publicadas entre 1999 y 2019 que hoy componen el libro Peripecias de un espectador, publicado por Letra Maya.
Aprovechando la ocasión de hablar de letras y celuloide, Salas conversa con La Nación.
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—¿Cuál es el principal diálogo o intención que tiene con su libro?
—Los textos correspondientes a filmes estrenados nos permiten reconocer algo de lo que vimos en Costa Rica durante 20 años, pero estos son la minoría: la mayoría de los artículos ofrecen miradas panorámicas sobre temas específicos, por ejemplo: el cine de Hollywood, la relaciones entre cine y literatura, la misoginia en el cine o los antihéroes de las series de televisión.
“Por otra parte, no era la intención inicial, pero los artículos son una buena introducción a la historia de la ficción audiovisual”.
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—¿Podría citarme algunas de las películas que son analizadas-apreciadas en su libro?
—Recojo la primera crítica que escribí, en 1999, sobre Episodio 1: La amenaza fantasma, de George Lucas. No era ni soy un fanático de la saga Star Wars, pero me pareció importante registrar ese primer esfuerzo crítico. Hay críticas y ensayos sobre películas específicas: La conversación, de Francis Ford Coppola; Boyhood, de Richard Linklater; Paterson, de Jim Jarmusch... Media docena de textos sobre películas costarricenses.
“Sin embargo, lo que encontrarán los lectores son principalmente ensayos en los que los filmes aparecen en torno a un tema: el desafío del cine que quiere “contar” el pasado; las diferencias que encontramos entre la experiencia de leer un libro y ver una película; el cine del oeste y el cine negro; o la figura de la mujer fatal (femme fatale), entre otros.
“El crítico de cine Jesse Zeledón, uno de los primeros lectores del libro, se dio a la tarea de contar cuántas obras son citadas: más de 430. La más antigua es El viaje a la luna (1902), de Georges Méliès, y la más reciente es Apego (2019), de la costarricense Patricia Velásquez”.
—Muchos dicen que no es el cine lo que está muriendo, sino las conversaciones sobre el sétimo arte. ¿Cómo viene su libro a posicionarse dentro de esa discusión?
—El cine está muriendo casi desde sus inicios, a principios del siglo XX, cuando comenzó como un espectáculo de feria y debió inventarse como un aparato narrativo.
”Parecía que moría con la televisión, en los 50; con la digitalización, en años 90, y después con la pandemia, en 2020; y allí siguen rompiéndose marcas de taquilla.
“Eso que llamamos cine exige ser flexible y, si lo somos, nos damos cuenta de que el cine nombra una tradición de narrativa en imágenes, con la que entramos en contacto en una sala de cine, pero también frente a la pantalla de nuestro televisor o computadora. En cada caso, entran en juego consideraciones estéticas”.
—Siempre la apreciación de cine generará diferencias en tanto a gustos de espectadores. ¿Cómo cree que serán recibidos sus textos en tanto pueda tener posiciones a favor o en contra de alguna obra?
–Solamente en mis críticas más antiguas me posiciono tajantemente frente a la película. Con los años, me pareció más importante, y también más interesante, tomar el filme o la serie de televisión como un insumo para la reflexión, así como para la didáctica.
”No es que no emita juicios, porque sí lo hago, pero estos se articulan, e incluso se subordinan, a una argumentación. Además, está el asunto del disfrute: estos ensayos los escribí, casi siempre, por gusto y sin que mediara pago... ¿Por qué escribir, entonces, sobre una película, serie de televisión o tema que no me resultara atractivo de una u otra manera?”.
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—La crítica de arte cada vez escasea más en el país. En su criterio, ¿qué hace a una crítica una buena pieza literaria o filosófica?
—La crítica escasea, y diría que siempre lo ha hecho, para prácticamente todos los campos artísticos. La excepción es, quizás, la literaria, que en las últimas décadas se ha desarrollado tanto en espacios académicos como en otros no especializados (blogs, revistas de internet).
”En el caso de la crítica de cine, si bien es escasa, no puede decirse que sea inexistente, aunque los espacios en los que se desarrolla han variado y ya no son los diarios o la televisión, como hace 20 años: hay espacios de cineforos, cursos, sitios en internet o en redes sociales, en los que gente bastante informada -aunque generalmente autodidacta, como fue también mi caso- evalúa una película o plantea una discusión al respecto.
”Ahora bien: la buena crítica es también buena literatura, es un tipo de ensayo que es literatura en torno a ideas. Varios excelentes textos de un escritor como Octavio Paz, premio Nobel, son críticas de arte”.
—¿Cómo se siente usted como espectador ante la industria fílmica actual? ¿Le entusiasma lo que se produce?
—No estoy contento con las películas que acaparan los cines (cada vez menos opciones, aunque el número de salas se mantenga), porque me parecen repetitivas y bastante planas. Cosa parecida me pasa cuando recorro las plataformas de streaming. Sin embargo, cuando uno sabe buscar, se encuentra con cosas muy valiosas entre lo que se puede acceder a través del internet.
”Quiero decir que para ver buen cine, no requiero ponerme nostálgico y buscar una película de los años 80: también en el 2023 se hacen buenas e interesantes filmes o series de televisión”.
Puede conseguir el libro directamente con la editorial Letra Maya, al correo electrónico emilia.fallas@letramaya.com. Tiene un costo de ¢13.000.