A sus 65 años Víctor Hugo Ramírez, el Brumoso, es una enciclopedia de la lucha libre costarricense: él conoce sus orígenes, recuerda su época dorada, pero sobre todo el largo camino que hubo que recorrer antes de que Costa Rica estuviera incluida en la Federación Internacional de Luchas Asociadas (FILA), una de las máximas autoridades a nivel mundial de este deporte.
Una beca del Gobierno lo llevó a México a los 20 años y su vida no volvió a ser igual. Allá descubrió que para convertirse en profesional de la lucha libre debía entrenarse como luchador olímpico.
De regreso a Costa Rica se esforzó por ordenar el rebaño, preparando a personas de todas las edades en la lucha olímpica. Así logró inscribir al equipo costarricense de esta disciplina ante el Comité Olímpico Internacional (COI) .
No hablaba inglés; un vecino le ayudaba a traducir todas las cartas y documentos que había que enviar al COI, hasta que lo logró. De forma paralela pudo reunir los documentos necesarios y también inscribió a nuestro país ante la FILA.
Eran tiempos difíciles, pero llenos de entusiasmo. En Costa Rica no había una colchoneta adecuada para entrenar, ni los recursos para comprarla pero gracias a su gestión logró que en México le donaran una.
El preciado implemento llegó al país, pero surgió un nuevo problema: desalmacenarlo costaba cerca de un millón de colones, una cifra impagable para ellos.
Este vecino de León XIII recuerda que se acompañaba de alguien diferente cada día para ir al almacén fiscal donde estaba la deseada colchoneta para aislarla del agua, vigilar que no sufriera daño alguno y limpiarla, todo era parte del ritual.
Tantas veces fue al lugar que el subgerente del almacén le preguntó por qué lo veía ahí a diario y cuando Ramírez le contó las razones, al funcionario se le ablandó el corazón y pronto el colchón salió gratis del sitio.
Esa colchoneta aún existe, está en plaza Víquez. Y el Brumoso sigue cosechando éxitos. Este año una delegación de la FILA visitó Costa Rica para entregarle una condecoración por sus esfuerzos para introducir la lucha al país.
“La lucha libre es lo más bonito que me ha pasado a mí; ahora que estoy retirado trato de no ir porque me pone muy triste no poder pelear”, cuenta el luchador con lágrimas en los ojos.