Usted lo ha sentido también, en algún momento. Ha vivido lo que narra esta película. Tal vez tenía 17 años, como el protagonista de esta película, o 50, cuando ya se creía inmune a estos arrebatos adolescentes. Pero lo sintió.
Sintió los latidos necios y el cuello tenso. Las palmas sudorosas y el tropezón en la lengua al tratar de articular oraciones coherentes. El ardor. La impaciencia. El gesto tembloroso al acercarse; el derrumbe interno cuando él o ella le pone la mano sobre el hombro a uno, tonto y frágil. La euforia cuando al fin, por accidente o por designio, la pasión se ve recompensada.
“Ver sin los ojos la primera vez que me besaste”, canta Sufjan Stevens en Mystery of Love, una de las razones por las que esta película está nominada a cuatro premios Óscar. Es, claro, Call Me By Your Name, estrenada en Costa Rica esta semana con el título Llámame por tu nombre (en el Cine Magaly).
Con su filme más reciente, Luca Guadagnino ha conquistado a críticos y audiencias con la firme sencillez de una historia de pasión bien contada. Elio Perlman (Timothée Chalamet), de 17 años, perecea bajo el sol italiano en 1983. Lee, toca piano, liga con chicas, se aburre.
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Su papá (un admirable Michael Stuhlbarg) acostumbra invitar a académicos extranjeros a pasar una temporada de vacaciones a cambio de algo de ayuda para sus propias labores intelectuales.
El invitado de esta temporada es Oliver, de 24 años (Armie Hammer). Al principio, como hacemos cada vez que nos enamoramos, Elio no se interesa demasiado y hasta lo evita.
Pero cuando la indiferencia es solo un mecanismo de defensa, se queda sin batería pronto. El primer rechazo de Elio se convierte en una especie de confesión ardorosa (nota importante: la edad de consentimiento en Italia es de 14 o 16 años según el caso). Ninguno de los dos sabe bien qué hacer ahora. ¿Cómo saber si es amor?
Triunfo pasional
Desde su estreno en el Festival de Sundance, en enero del 2017, Call Me By Your Name ha cosechado 197 nominaciones y 78 premios, y ahora compite por cuatro más en los Óscar: mejor película, mejor actor (Thimotée Chalamet), mejor guion adaptado (el legendario James Ivory) y mejor canción original.
El filme se basa en una exitosa novela del 2007 de André Aciman (acaba de ser publicada por Alfaguara en español y llegará a Costa Rica a fines de marzo). Como otros libros del autor, es una narración delicada y vibrante, tan enamorada de las palabras como de sus personajes.
Tal parece que Guadagnino y Ivory han logrado traducir la prosa eléctrica y sincera de André Aciman, cuyo libro, más que una mera historia de amor de verano, es un examen de las exigencias de la pasión erótica y las manipulaciones inherentes a toda relación.
“La belleza de la escritura de Aciman y la pureza de sus pasiones deberían colocar esta extraordinaria primera novela en el canon de las grandes y románticas historias de amor para todos”, calificaba The Washington Post Book World en su momento. Antes de que saliera a librerías, ya los productores Peter Spears y Howard Rosenman habían comprado los derechos para su adaptación.
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Originalmente, James Ivory iba a dirigir la versión fílmica. Era una elección natural: con su pareja, Ismail Merchant (ya fallecido), y la escritora Ruth Prawer Jhabvala, ha creado docenas de recordadas películas, ganadoras de seis Óscar, como A Room With a View (1984), Maurice (1987), el doblete con Anthony Hopkins y Emma Thompson Howards End (1992) y The Remains of the Day (1993), y Surviving Picasso (1996), entre otras.
Pero uno y otro obstáculo se interpusieron y no hubo manera de que arrancara el proyecto –lo cual era materia de rumores en el mundillo literario estadounidense desde hace años–. Fue hasta el 2014 cuando Ivory se pudo sentar a escribir su versión y ligó a Guadagnino al proyecto (quien, de hecho, inicialmente sugirió que la codirigieran).
Call Me By Your Name es la tercera parte una trilogía informal de Guadagnino dedicada al tema del deseo: inició con I Am Love (2009, disponible en Netflix) y A Bigger Splash (2015). Donde ellas son exuberantes y hasta excesivas, la nueva cinta opta por la calma y el ritmo pausado de un recuerdo agradable.
“Las palabras son parte de lo que está ocurriendo, pero no son necesariamente lo que está pasando ‘por debajo’. Creo que este filme celebra lo que está por debajo”, dice el realizador, para quien Call Me By Your Name es una especie de homenaje a cineastas como Jean Renoir, Jacques Rivette, Éric Rohmer y Bernardo Bertolucci.
La cámara contempla apasionadamente las frutas, los árboles, el cielo, el agua. Guadagnino decidió filmar en Crema, su ciudad natal. Se nota que se siente en casa. A diferencia del libro, que narra desde una memoria que reflexiona sobre las sensaciones vividas, el filme cuenta su historia desde el presente.
Doble éxito
Esa decisión artística –la calma, la placidez, el refinamiento– es la que ha atraído las críticas negativas que también ha recibido la película: que es demasiado lenta, demasiado ligera y que, incluso, es muy cauta con el erotismo homosexual que forma parte esencial de la historia.
No obstante, otras críticas han reconocido la valía de un acercamiento alegre, despreocupado y nostálgico a una historia que, más allá de quienes sean sus protagonistas, es universal: un súbito enamoramiento que cuestiona los fundamentos de cada uno de sus víctimas-cómplices, como Elio y Oliver.
Es un tono discreto, elegante, meticuloso; también es cauteloso. “El director puede ser tan discreto que parece remilgado (los cuerpos sudan pero no necesariamente hay gemidos), aunque la delicadeza insistente y la profundidad de las emociones son las que hacen a estos personajes tan tiernos que te paran momentáneamente el corazón”, escribe Manohla Dargis en The New York Times.
Nada de eso impide que surjan, explosivamente, los auténticos imanes de esta película: sus dos actores protagónicos.
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Timothée Chalamet, de 22 años, ha sido la auténtica revelación de la temporada, con una interpretación delicada y exquisita (y un rol opuesto y exitoso en Lady Bird, otra de las grandes cintas del 2017).
Para prepararse para el papel, Chalamet llegó varias semanas antes a la ciudad donde se filmaría. Tomó lecciones de piano y de guitarra, se ajustó al lánguido ritmo local. Salía a pasear en bicicleta entre lecciones y, de camino, pasaba a almorzar al apartamento de Guadagnino, contó al Times. “Me pregunto si volveré a tener otra experiencia actoral tan inmersiva...”.
Desde que se empezó a hacer bulla por Call Me By Your Name, Chalamet ha aparecido en cuanta revista de moda de caballeros y publicación de cine hay. No sería raro si se convierte en una de las estrellas más fascinantes de los próximos años. La cultura de Internet tendría bastante material para celebrar, pues el chico se ha convertido en materia para infinidad de GIFs, memes y fotomontajes.
Su contraparte es otro actor que ha estado por años al borde del estrellato, Armie Hammer, de 31 años. The Lone Ranger (2013), The Man from U.N.C.L.E. (2015) y Nocturnal Animals (2016) han sido algunas de las películas más prominentes en las que ha participado, pero con este filme, empezó a generar serias expectativas de premios por primera vez.
“Amé que el único antagonista en esta película es el tiempo. Porque el tiempo de ellos se acabará y lo saben, y eso es todo”, dijo Hammer a Vanity Fair, donde también confesó que era el proyecto más exigente y emocionante en el que había participado hasta ahora.
Las giras de prensa de Call Me By Your Name los han llevado a hablar de pasión, de amor y de timidez por todas partes. En la revista Little White Lies les preguntaron cómo se sentía el amor para ellos.
“Una sobreabundancia de vibraciones en tu cuerpo que te hacen querer explotar, como que tu cuerpo no puede contenerlo todo”, dijo Hammer.
“La definición cambia día a día, y lo que puedo pensar hoy en cuanto a lo que es el amor para mí sería tener la seguridad para recibir calidez”, respondió Chalamet.
En Call Me By Your Name hay poca amargura y poca violencia. Pasa el tiempo y el amor florece; es verano y es invierno. Amar a la manera de cada cual siempre ha sido un acto de resistencia, y poder celebrarlo en el cine en estos tiempos bien puede sentirse como un abrazo.