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Camila Schumacher perdió la niñez en doce horas. Al menos eso afirma.
Ella creció en la ciudad de Buenos Aires, y a sus 12 años debió migrar a nuestro país. “Cuando puse un pie en el avión que me llevaba de Argentina hacia Costa Rica, aún era una niña. Cuando puse un pie aquí, mi niñez había acabado” asegura.
“¿De qué me estaba despidiendo cuando me despedí de la niñez?”, se preguntó el año pasado, meses antes de llenar un documento vacío con las letras que le dieron vida a Hugo, protagonista del relato infanto-juvenil De poco un todo , ilustrado por el cubano Adián González.
El libro es una especie de diario escrito por un niño llamado Hugo. Las primeras palabras del relato son “malas noticias”, frase que profetiza el acercamiento del infante a un mundo menos colorido. “La realidad es menos generosa” dice Schumacher. La escritora provoca que Hugo enfrente problemas reales desde su temprana edad. “A los chicos se les enferma la mamá, sus abuelos se mueren, no entienden muchas situaciones y les pasan muchas cosas… no viven en un mundo diferente”.
Pero, según Schumacher, ese mundo también está acompañado de un tema muy repetitivo: las mentiras. Ella asegura que cuando era una niña, sus palabras eran pura ficción, razón por la cual encontró asilo en la literatura.
“Las mentiras siempre me han acompañado en mi cabeza, porque entre la verdad y la mentira existe muchísimo margen. Cuando uno es niño y le dicen una verdad, existe una parte de la verdad que es la que nos dicen, hay otra parte que no nos cuentan, y existe una tercera parte, que es lo que decidimos creer”, asegura Schumacher al rememorar su infancia.
“Abandonar la infancia es comenzar a cuestionarse todo y dejar de creer en todo lo que nos dicen. Todo son verdades relativas. Yo soy madre y escritora, y creo que nos corresponde a nosotros no envolver a los niños en burbujas que los aíslan del mundo que en algún momento les corresponderá encontrar. Debemos acompañar a los niños en un viaje para que descubran las verdades”.
De poco un todo se estrenó con considerable éxito en la Feria Internacional del Libro de este año. Durante la actividad, casi 200 ejemplares fueron vendidos en el puesto de ventas de la editorial La Jirafa y Yo.
“Me quedé en el stand con los chicos porque creo que uno como escritor tiene muy poca retro alimentación. Compartí con los niños y surgió la idea de hacer una saga, aunque yo en un principio no me lo plantee así” confiesa Schumacher. “Les pedí a los chicos que me escribieran al correo las cosas que imaginaban que le sucedían a Hugo y comprobé que a los niños sí les gusta leer. Hay que promover esa fiebre”.
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