El 2015 ha sido un año fructífero para el cine costarricense, con producciones variadas y récords de taquilla. La mayoría de los trabajos fueron exhibidos comercialmente y otros se presentaron en festivales.
El ritmo de las nuevas propuestas no disminuye; sin embargo, este año ha sido notoria la polarización del tipo de cine que se ha realizado: están las comedias que buscan enganchar al espectador, producidas con inversiones privadas, y los dramas más independientes, que exploran historias personales y tiene mayor énfasis en lo emocional.
Ante tal diversidad, el costarricense ha respondido de forma dispar, prefiriendo más las comedias que los dramas personales o de crítica social. A continuación se clasifican las películas de este año de acuerdo con sus características y temáticas.
De la televisión al cine. El camino lo allanó Maikol Yordan de viaje perdido, del director Miguel Gómez. A pesar de haberse estrenado el año pasado, fue noticia en el 2015 por convertirse en el filme con mayor audiencia del país y de Centroamérica.
Los integrantes de La Media Docena hicieron un salto exitoso de la pantalla chica a la grande y esto no ha pasado inadvertido.
La película El lugar más feliz del mundo, de la directora Soley Bernal, ha aprovechado esa circunstancia para presentar las aventuras de unos comediantes, quienes tienen que emprender un viaje para resolver sus problemas y evitar quedarse sin trabajo. La popularidad de los actores garantiza la taquilla.
No obstante, al igual que el filme de Gómez, son propuestas con guiones muy deficientes, cuyas acciones se piensan como sketches y no tienen un correcto ritmo cinematográfico, por lo cual recurren a un humor basado en la exageración de gestos, ademanes y situaciones. Esto se suma al mal uso del maquillaje, la iluminación inconsistente y actuaciones acartonadas.
Aun así, ha llevado bastante público a las salas de cine, por lo que es fácil prever que la moda de utilizar a personas de los medios televisivos va a continuar durante el 2016.
Cine intimista. Una oferta diferente estuvo compuesta por Viaje, de Paz Fábrega; Nina y Laura , de Alejo Crisóstomo, y Espejismo de José Miguel González. Sus argumentos reflejan aspectos de sus directores y un estilo más personal, de atención a los detalles para desarrollar las historias.
Las tres películas recurren al trabajo de iluminación, fotografía y dirección de arte para enfatizar aspectos emocionales de sus personajes. El monocromo en Viaje complementa la libertad de la narración y el ritmo alegre del filme; permite prestar más atención a los protagonistas, a la vez que enfatiza la dicotomía.
En Nina y Laura , los espacios están acentuados por el color: el azul del agua en el caso de Nina y los tonos rojizos del desierto que representan a Laura. Mientras, Espejismo usa filtros para crear una metáfora de carácter onírico, expresión del tormento psicológico que sufre su protagonista.
La propuesta de Crisóstomo resulta atractiva, ya que hace una ruptura ideológica con el cine que tradicionalmente se hace en el país: presenta a dos mujeres que son pareja sin caer en la trampa moralista de explicar su sexualidad al espectador; se atreve a filmar un drama sobre el duelo, con mucho sentimiento, pero sin lágrimas, y diluye las fronteras entre la ficción y el documental, intercalando la historia principal con testimonios verdaderos.
También hay que reconocer la buena interpretación de Kattia González, protagonista tanto de Viaje como de Nina y Laura.
Compromiso social. En este apartado entran las películas El Codo del Diablo , de Ernesto y Antonio Jara; Presos , dirigido por Esteban Ramírez, y Dos aguas , de Patricia Velásquez.
El documental de los hermanos Jara es la culminación de un riguroso proceso de investigación, que demuestra el compromiso por recuperar una historia que en el país se ha olvidado convenientemente: unos crímenes cometidos en 1948 y la impunidad de las autoridades.
Los directores recrean ciertos pasajes que complementan las entrevistas a testigos y las notas de prensa de la época. El compromiso social de los realizadores por mostrar una versión oculta de la historia, usando el cine como medio de difusión y con una técnica creativa, sitúan el documental entre lo más relevante de este año.
Presos y Dos aguas también plantean temas de relevancia nacional, pero lo hacen desde la ficción. La primera es una historia que evidencia las diferentes prisiones: las personales, de índole más psicológica y emocional, representada por la protagonista, Victoria; y las físicas, el encarcelamiento de Jason y su anhelo de libertad. Los altibajos del guion son compensados por las buenas actuaciones de Leynar Gómez y Natalia Arias. El filme gustó al público por mostrar un aspecto más humano sobre las decisiones que llevan a una persona a estar en prisión.
Lejos de la zona urbana, la película de Velásquez se sitúa en el Caribe y la problemática gira en torno al narcotráfico que afecta la zona y tienta a los más jóvenes a entrar en una vida criminal. Muestra con acierto la exuberancia de la zona, las condiciones en que viven y la amistad de sus pobladores.
Es técnicamente atractiva, pero con actuaciones deficientes. No tuvo mucha asistencia en salas, pero se organizaron varias funciones en diferentes zonas del país donde fue recibida con entusiasmo.
Cine B costarricense. Las llamadas películas de Serie B son aquellas que buscan presentar un entretenimiento masivo, atraer a un público juvenil; por lo general son de bajo presupuesto y carecen de originalidad. Este tipo de cine se hace con frecuencia en otros países y sirve para medir las modas y gustos de los espectadores. Acá se incluyen Semana U, de Gerardo Selva, y El cielo rojo 2, de Miguel Gómez.
La primera es descrita por los productores como una “comedia patética” que muestra de manera desordenada la vida de unos universitarios, el director mezcla comedia, romance, psicodelia, terror y drama. No tuvo un estreno comercial, sino que se proyectó en funciones de poco alcance.
El filme de Gómez es una secuela de su ópera prima del 2008 y, aunque tiene mayor presupuesto, la manera descuidada en que está realizado se asemeja a la Serie B : un guion torpe, escaso diseño de personajes y una sucesión atropellada de acciones y efectos digitales. Tuvo un raquítico apoyo en taquilla a pesar de estar destinada para los jóvenes, lo cual evidencia una desconexión con respecto al público de la primera parte.
Desde el extranjero. Hacer cine es un esfuerzo de conjunto; por eso, las coproducciones son cada vez más frecuentes. Este año, tres directores costarricenses presentaron los trabajos que realizaron en el extranjero.
Se trata de La Mettrie , mediometraje del tico Héctor Calderón y el argentino Tomás Lestard; y los cortometrajes Helio , de Andrés Campos, y Ciudadano, de Roberto Jaén, ganador del Festival Shnit Made in Costa Rica . Los dos primeros fueron filmados en Argentina y el tercero en Cuba.
En La Mettrie , el desempleo hace que el protagonista aprenda el valor de las pequeñas cosas y, a ritmo de tango, va insertándose en una cadena de producción.
Helio es una entretenida historia sobre un locutor que pierde la voz después de una fiesta; los momentos cómicos se mezclan con una solapada reflexión sobre la soledad.
Ciudadano es una exploración existencial, algo kafkiana, sugerente y enigmática. Reflexiona sobre la validez de la pena de muerte y las instituciones que rigen y regulan la vida de las personas.
La importancia de estas producciones es que permiten pensar el cine nacional fuera de las fronteras físicas y mentales, y propician historias que no necesariamente remitan a la realidad nacional, después de todo, el cine no se limita a un solo tema.
Animación. El cumpleaños esotérico, de Guillermo Tovar y Nadia Mendoza, es el primer largometraje de animación del país. Un trabajo experimental en el que el diseño de personajes y el dibujo, que huye de las líneas rectas, siguen una historia acerca del concepto de transformación y se nutre de varios símbolos que cada quien interpreta a su manera.
La distribución del cine nacional sigue siendo una asignatura pendiente, las limitaciones para presentarse y mantenerse en salas comerciales son grandes.
Para el 2016, la tendencia polarizada seguirá, lo cual garantiza, al menos, que habrá películas de diferentes géneros y para públicos diversos.
Los tres mejores filmes (mi selección)
Nina y Laura, de Alejo Crisóstomo.
El Codo del Diablo, de Ernesto y Antonio Jara.
Viaje, de Paz Fábrega.