La noche del martes, minutos antes de las 7:30 p. m., Johan Arias, con su personaje el payaso Pepe Picaporte, luchaba para que su tutú nuevo se acomodara dentro de sus enormes pantalones negros. Aquella escena, vista por cualquiera que ingresara al camerino del Teatro Urbano, despertaba al menos una sonrisa.
Desde luego, ese mismo efecto multiplicado por 100 fue el que este artista buscaba despertar entre quienes ocupaban las butacas del capitalino teatro, para la función de despedida del artista y de su obra
El público llegó, no en gran número como habría querido para una despedida, pero eso no importó porque Pepe Picaporte salió al escenario a entregarse hasta quedar literalmente tendido en el suelo. De la misma forma espera hacerlo en el XXXIV Festival Internacional de Teatro de Manizales, en el departamento de Caldas, en Colombia. Su espectáculo será parte de la programación de calle, del 7 al 9 de setiembre, dentro de esa fiesta artística de gran trayectoria.
Luego, con sus enormes zapatos de payaso, una gran nariz roja y la pequeña maleta donde guarda sus anhelos, viajará al departamento de Santander, donde se incorporará al IV Festival Internacional de Teatro de Calle ¡Viva el teatro en Santander!, que se realizará del 12 al 17 de setiembre.
Además, ofrecerá tres funciones de su unipersonal en el teatro de la Corporación Artística la Polilla, en Medellín. Él partió el viernes pasado hacia el sur.
Para este periplo por Colombia, lleva una versión mejorada de
Con el rostro a medio maquillar y con un teléfono móvil que no dejaba de timbrar antes de la función de despedida, Arias aseguró que las puertas se le abrieron porque estuvo en el lugar correcto en el momento correcto.
Ese lugar y momento fue el Festival Internacional de Mimos y Clowns Mímame , en el 2011. Durante ese viaje, encantó a artistas como la payasa española Pepa Plana , actual integrante del Circo del Sol y al payaso Metralleta , de Chile.
A ella la conmovió tanto que, al finalizar su presentación, la artista se metió a su camerino y poco le importó que estuviera empapado y casi sin ropa, porque quería felicitarlo. Así lo recordó Pepe Picaporte algo apenado por tener que la anécdota.
Y a Juan Paulo Argandoña (Metralleta) lo convenció de que tenía madera para hacer reír y lo recomendó para la versión de calle del festival en Manizales.
“Cuando estás en un festival, primero que todo sentís nervios antes de salir a escena; además por el compartir con grandes del teatro como Pepa Plana y Jango Edwards. En el Mímame 201, me la creí, esas son las grandes ligas”, aseguró el payaso costarricense.
Su carrera comenzó hace 14 años, como un asistente de Santa Claus en un pequeño espectáculo navideño; allí descubrió al maravilloso personaje del payaso.
Los primeros ocho años los considera como un pasatiempo; el resto de años es cuando se tomó la profesión de la nariz roja y zapatos grandes más en serio.
Es ahora cuando ve cómo se consolida ese gran sueño de viajar fuera del país, ofrecer su trabajo y recibir el visto bueno del público.
Los anhelos no se quedan ahí, Este año, en Manizales, participarán varios curadores y programadores de festivales callejeros de Europa. Por eso, su amigo y mentor, el payaso Metralleta, le dijo en esos días tendrá la oportunidad de impresionarlos y quién sabe, quizá el siguiente avión que tome lo lleve al otro lado del Atlántico.
Con talco sobre su rostro terminó su sesión de automaquillaje, ya era la hora de ocupar su lugar en las tablas del Teatro Urbano, antes, entre esa pequeña nube que se forma en su cara, reconoció que llegar hasta este punto le resulta difícil.
Él no es un payaso tradicional: su trabajo principal es con adultos y sus espectáculos definitivamente no son para niños. Se define más como bufón, a veces de un aspecto un tanto macabro, de esos que definitivamente nadie quisiera encontrarse solo en una calle por la noche.
Actualmente está en una faceta donde se maquilla, pero tuvo épocas donde apenas si usaba su nariz roja y así se sentía feliz.
Defender esa forma de trabajar no le resulta sencillo. Durante varios años, tuvo que hacer lo que muchos colegas: animar fiestas e ir a actividades sociales.
Sin embargo, desde hace cuatro años, su trabajo dio un giro importante al punto de satisfecho de ganarse el pan suyo de cada día y compartirlo con su esposa, Karla Box, y su hijo, Noah Arias.
“No ha sido sencillo, ¡para nada!, ahora tengo un grupo de clientes. Creo que quienes lo hacemos profesionalmente, dándole el valor que tiene nuestro trabajo, somos los que vemos la plata”, añadió Pepe Picaporte.
No obstante, no todo es perfecto y ahora que la vida le sonríe cada vez más; también tiene que hacer otro tipo de sacrificios, como dejar a su esposa e hijo solos durante casi dos meses.
Incluso, su estadía se podría alargar un par de semanas, si se concreta su participación en otras actividades en Colombia.
Su esposa no ocultó el sacrificio que significa que él esté fuera del país varias semanas; no solo porque ella lo dejará de ver sino también porque el pequeño Noah lo extrañará, ya que pasa largas jornadas con su padre gracias al horario flexible de su profesión.
“ Johan y yo lo hablamos mucho, lo vemos como un sueño; en algún momento, nos gustaría viajar como familia (...) Hay compañías que viajan con varios integrantes, pero él es el único que va solo”, aseguró la esposa y futura abogada.
Con todo y lo difícil que resulta su oficio, tal y como lo mencionó en el programa de
“El payaso te deja hacer cualquier cosa, te da lugar para hacer lo que quieras. Puedes hacer lo que te dé la gana, siempre y cuando tengás una nariz roja; eso es lo más divertido”, mencionó Arias.
Si tuvo viajes imaginarios donde se vio participando en festivales, hoy eso es una realidad.
Pepe Picaporte no le teme al qué dirán cuando revela que su otro gran sueño es ser parte de un espectáculo del gran Circo del Sol, una gran ambición que espera ver también conquistar.