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A mediados de los noventa, cuando Nacho Corrales era un niño, le gustaba ver series animadas como cualquier otro chiquillo de su edad; aunque, eso sí, había un detalle que lo hacía distinto.
A él le hubiera encantado ponerle STOP a la pantalla y quedarse admirando los trazos de cada dibujo y poder admirar sus texturas, sombras y luces.
Naturalmente, Nacho no reflexionaba lo que aquel interés significaba. Fue hasta muchísimo tiempo después, cuando ya era un adulto, que se dio cuenta que la vida de caricaturas y los efectos visuales llenaría sus días de felicidad.
Hoy, a sus 32 años, se siente orgulloso de tener una prominente carrera en este oficio. Habiendo trabajado en filmes como Maléfica II, King Kong vs Godzilla, Underworld, entre otros, disfruta de su nuevo proyecto: el nuevo filme de Bob Esponja, pactado para estrenarse en el 2024.
“Es un trabajo de paciencia, de calma, de observación. Hay que tener ojo de vidrio para que lo digital se vea como lo real y ese reto es fascinante”, adelanta Nacho sobre su día a día.
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Planes de vida
Nacho creció admirando las animaciones de series como X-Men, Spider-Man, Caballeros del Zodiaco, Dragon Ball y Fantasma del espacio, entre otros títulos que lo fascinaron en sus tardes de infancia.
Aún así, su camino profesional empezaría por rumbos lejanos a la animación. Su padre era arquitecto, lo que hizo que Nacho se inclinara hacia el arte y el diseño.
“Era una felicidad tremenda”, dice Nacho al recordar cómo llevaba clases de dibujo y pintura desde su pubertad, así como cursos de tipografía, dibujo arquitectónico e historia del arte. En otras palabras, creció empapado de cultura.
Por la afinidad de su familia a la arquitectura, Nacho creyó que su futuro estaba allí. Siendo adolescente empezó a meterse en ese mundillo del diseño y, en medio de tanto aprendizaje, se topó con un software de animación 3D.
“Yo lo conocí y quedé fascinado. Me di cuenta que con la animación las posibilidades son ilimitadas. Obvio aprendí pensando en aplicarlo a arquitectura, pero luego supe que quería explorar otras posibilidades con esas herramientas”, recuerda.
Esas posibilidades estaban orientadas al cine de animación, por lo que su primer paso fue estudiar carreras afines en el país. Sin embargo, por los costos económicos que eso significaba, dejó esos estudios y buscó otros horizontes.
En aquel momento, varios amigos le dijeron que Argentina tenía un costo de vida menor a Costa Rica y que allá la industria de producción audiovisual estaba más activa.
Era el 2010 y Nacho tomó sus maletas para irse a estudiar a la Universidad de Buenos Aires y cursar la carrera en cine. Compartía apartamento con sus amigos, hizo contactos y, tras varios años de carrera, se graduó en la especialidad de diseño de imagen y sonido.
“En la universidad aprendí a entender cómo trabajar la imagen y sus texturas. Si por ejemplo hay un objeto de madera, cómo animarlo, cómo hacer que parezca real. Fue un aprendizaje único que fui complementando con otros trabajos que iba saliendo”, cuenta.
En total, Nacho pasó 5 años en Argentina y, en sus últimos meses, logró conseguir un trabajo en lo que tanto deseaba: la animación. En ese tiempo estuvo trabajando en algunos estudios, mientras estudiaba más sobre 3D.
Los dos últimos años colaboró activamente en la producción llamada Kiribati, una vieja aventura, donde trabajó como director técnico de luz y supervisor de sombras.
Después de esa grata experiencia, el trabajo de Nacho llamó la atención del otro lado del mundo. En Tailandia lo esperaban para que hiciera su magia.
Aventuras deseadas
En el continente asiático lo esperaban distintas agencias de publicidad que querían sus servicios. El trabajo era distinto cada día, dependiendo del producto que debiera animar.
Por supuesto, la creatividad era más limitada. Todo su trabajo se pensaba en función de un cliente, no desde una inspiración creativa propia. “Yo sabía que lo de Tailandia no daba a más, necesitaba una forma de buscar algo de vuelta a América”, recuerda.
Por fortuna, en el 2016, lo llamaron para irse a Perú y trabajar en la película de Condorito, donde ocupó el puesto de Lead Lighting Artist, que se encarga de desarrollar el look de varias secuencias de la película.
Su trabajo fue recibido positivamente, tanto como para ser fichado por una gran empresa de animación: nada menos que Moving Pictures, compañía detrás de efectos digitales de sagas como Harry Potter, Toy Story y Blade Runner.
“Fue una felicidad tremenda. Esto me volvía a poner en el mapa y haciendo lo que más me gusta que es crear y proponer ideas”, cuenta.
Nacho participó como Senior Lighting Artist en producciones de alto calibre como el filme Underwater (2020), protagonizado por Kristen Stewart; Aquaman (2018); Maléfica II (2019), donde se encargó de darle vida a toda la magia de la villana; y King Kong vs Godzilla (2021), donde se quemó las pestañas cuidando cada detalle de los dos mitológicos seres.
Hace apenas dos semanas finalizó su último gran trabajo. Se trata de su rol de supervisión en Saving Bikini Bottom: The Sandy Cheeks Movie, una película de Nickelodeon inspirada en la amiga ardilla de Bob Esponja.
El proceso de esta película, que está pactada para estrenarse en Netflix en el 2024, ha hecho que Nacho se sienta pleno. “Después de mucho esfuerzo, de años de aprender y aprender, ha sido una experiencia que me obligó a sacar todo mi conocimiento. Estoy deseoso porque todos vean el resultado”, finalizó el animador.
