Hace dos años, María Amalia Pendones se convirtió en pitonisa. Terminado el trabajo con el primer musical de Luciérnaga Producciones, West Side Story, la artista sentenciaba al resto del equipo: "La segunda vez que lo hagan va a ser más difícil".
"Eso me pasó a mí. Cada producción que hago es más difícil: es más trabajo, hay menos ayuda. La gente cree que es al revés, pero yo hago las cosas porque me empeño en hacerlas", asegura Pendones desde su estudio de danza en barrio Escalante, Danzay, el cual fundó en el primer piso de su casa en barrio Dent.
Las paredes fuera de los salones de ensayo están cubiertos de imágenes de los montajes que realizó junto a sus alumnas a principio del siglo, recortes de periódico sobre West Side Story y sobre Chicago.
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"Cuando (la cantante y gestora) Silvia Baltodano volvió a Costa Rica después de estudiar en Inglaterra, la primera persona con la que habló de hacer teatro musical fui yo", asegura Pendones, quien fue maestra de la fundadora de Luciérnaga antes de sus estudios en el extranjero. "Yo seguí haciendo mis cosas y cuando me di cuenta ya tenía armada la productora".
A escasos días del estreno de su segundo trabajo junto a Luciérnaga —el musical Chicago en el Teatro Popular Melico Salzar —, la advertencia que lanzó hace dos años pesa menos sobre el proyecto; ahora es apenas una frase anecdótica. Durante los últimos meses, los salones de Danzay han sido testigos presenciales de que el espectáculo musical saldrá "mejor que el primero", afirma Pendones.
El "terror" siempre llega en los montajes dice, pero se "fuerza" a salir adelante con los proyectos que asume tanto con la academia como creadora independiente.
"A mí me gusta asumir retos. Eso es lo que me pasa: me gustan los retos y no me gusta encasillarme. Hay escritores que escriben novelas, poesías, diferentes géneros. ¿Por qué un coreógrafo no puede hacer eso?", pregunta desafiante.
Fosse en el Melico Salazar
Chicago obligó a Pendones a repasar una de las grandes leyendas del baile, Bob Fosse, para crear coreografías originales. Su trabajo recibió la asistencia de Isabel Guzmán, quien interpreta junto a Silvia Baltodano los papeles protagónicos del musical.
"La coreografía tenía que ser original pero tenía que basarse en el estilo Fosse. Tiene una serie de movimientos icónicos que uno tiene que incorporar", explica. "Me concentré en cada canción. Me fue mejor de lo que creía (ríe). Estoy contenta con el resultado".
La alianza con Luciérnaga Producciones la valora como una nueva perspectiva a su carrera profesional. La relación también sirvió enlazar nuevos intérpretes con su ballet contemporáneo Alicia en el país de las maravillas (2016).
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"Para mí trabajar con jóvenes es muy importante: te dan otra perspectiva de las cosas, te refrescan el entusiasmo que había al principio donde todo era posible. Ellos sueñan en grande aunque uno sabe que hay cosas que no salen o que son difíciles. Pero, en el fondo, soñar en grande es lo que lo mantiene a uno vivo como artista", dice Pendones.
Previamente, la coreógrafa usó algunos movimientos de Fosse para incorporarlos en su primer montaje profesional en el 2001, Marginalia, un proyecto de tres bailarinas que realizó junto al difunto artista visual Joaquín Rodríguez del Paso.
"Marginalia fue mi primera producción grande, profesional y multimedia. Ahí empezó mi inclinación a combinar los lenguajes dancísticos. La coreografía tenía ballet, jazz y contemporáneo. Siempre estuve mezclando lenguajes", describe Pendones.
Voz propia
Pendones no tiene duda, su lenguaje personal es el del ballet contemporáneo: "Te la posibilidad de mezclar lenguajes. No hay reglas", afirma.
Hace 17 años, Danzay la estacionó en Costa Rica para nutrir una escuela y una compañía con la cual consumar sus masivos proyectos artísticos: La Sirenita en el 2004 (con otras tres temporadas hasta la fecha), El cumpleaños de la infanta en el 2007 y La historia de los colores en el 2013.
Tras consolidarse al lado de Danzay, codirigió El Cascanueces junto a Patricia Carreras por varios años hasta que abandonó la producción navideña para estrenar Alicia en el país de las maravillas en diciembre del 2016. El proyecto con Interamericana Producciones había cumplido su ciclo, asegura Pendones.
"Para mí El Cascanueces fue importante por dos cosas. Les dio a mis bailarinas la oportunidad de bailar una temporada larga con buen público, que es muy difícil. Lo tomé como un proyecto de formación y le dio la oportunidad a mis bailarinas de ser principales durante muchos años. Para mí eso era muy valioso. Trabajar con Wes Chapman fue importante y trabajar con tanta gente de tantas comunidades fue lindísimo", detalla.
"Me costó dejarlo, fue un proyecto en el que trabajé dos años. Tuve que escoger por las circunstancias pero idealmente me hubiera gustado no tener que hacerlo", añade.
La continuidad de proyectos como El Cascanueces, como las aspiraciones de Luciérnaga, dice Pendones, son inusuales en Costa Rica. Desde su experiencia menciona cambios en las épocas: años en los que la empresa privada se involucra en proyectos artísticos, años en los que no lo hace; administraciones del Teatro Nacional más o menos interesadas en usar el escenario para grandes espectáculos; generaciones jóvenes con más o menos ganas de sacar adelante proyectos que parecen imposibles.
Justo hace un par de semanas sostuvo las últimas audiciones para la segunda encarnación de Alicia en el país de las maravillas, la cual estrenará a final de año. De esa experiencia lamenta todos los buenos bailarines para los que no tiene "campo" dentro del espectáculo.
"Eso te dice la necesidad de producciones así. La gente hace competencias, recitales y veladas, pero no hacen espectáculos artísticos. Hay academias llenas de buenos bailarines que no hacen espectáculos porque son riesgosos económicamente, porque dan mucho trabajo y no todo el mundo quiere eso", lamenta.