Está claro que Pedro Almodóvar es uno de los directores del cine español con mayor proyección internacional. El otro es Luis Buñuel. De origen manchego, como don Quijote, Almodóvar ha sido un tipo listo al hacer cine dentro de ciertos tópicos que le han generado los aplausos de muchos espectadores.
Con la crítica, hay quienes rompen lanzas a su favor y hay quienes no se lo aguantan de manera fácil; sin embargo, a don Pedro Almodóvar se le debe aplicar aquello de “no tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”, porque con sus filmes hay picos altos, otros no tan altos y los hay de capa caída.
Su más reciente filme, Julieta (2016), anda entre frío-frío y caliente-caliente, porque Almodóvar rehúye algo que es mundo propio en su filmografía: el cinismo, la puya, la irreverencia, el descaro, la provocación, su estilo con firma y el golpe bajo al hígado ajeno.
Con Julieta, el esperpento desaparece y su acostumbrado manejo del melodrama se acerca, más bien, al drama agudo, pero sin ímpetu. Lo malo es que agota esa fórmula almodovariana tan eficaz: la de sentimientos sin tragedia interior en sus personajes. Eso es Julieta: película que se diluye, que se disuelve o se derrite con el desarrollo de su historia.
La película narra la historia de Julieta. Ella, antes de salir a Portugal con su compañero, se entera de algo sobre su hija Antía, a quien no ve desde años ha, cuando murió Xoan, esposo de Julieta entonces y padre de Antía.
Esto provoca que Julieta se dedique a escribir las memorias de su vida en una carta que, se supone, habrá de recibir Antía.Se trata de una retrospección y el argumento juega con los tiempos narrativos hasta llegar a su final abierto.
Esa Julieta que escribe la encarna con sentimiento monolítico la actriz Emma Suárez, mientras la Julieta que es recordada –la de antes– está en manos de una actriz más joven, como es Adriana Ugarte, quien se muestra diversa, seductora y plural con sus emociones: excelente.
En apariencia son dos historias, cada una con distinta actriz; pero aquí se debe señalar que cada situación responde al mismo tema o matriz semántica, solo que no se llevan con idéntico calado o semejante valor. No es buena la articulación narrativa. Dentro de ese desajuste dramático, se impone lo trivial y repetitivo: Almodóvar pierde lo mejor de su cine: la sorpresa (el misterio) y la sátira, ese retintín que lo caracteriza, sin bajar al desastre de su película anterior: Los amantes pasajeros (2013), pero sin los altos vuelos de sus mejores películas.
Lo cierto es que Julieta parece filme hecho para complacer al público que ama a Pedro Almodóvar, aunque ello no justifica su débil entramado y la insulsez que sí agota, amén de notorios defectos de continuidad (raccord). Al principio, el filme tiene un bien logrado episodio con un viaje en tren. Luego se baja del tren el resto de metraje: que nos sirva dicho tren como metáfora de calidad de la propia película.
Ficha técnica:
Título original: Julieta
España, 2016
Género: Drama
Dirección: Pedro Almodóvar
Elenco: Emma Suárez, Adriana Ugarte
Duración: 96 minutos
Calificación: Dos estrellas de cinco posibles