Para la primera sesión del Festival de Coreógrafos Graciela Moreno, en su XXXV edición, se presentaron las obras ganadoras del 2017, inspiradas en el tema de la memoria: No. Nunca pasó, de Josué Mora; Si la hubiera conocido le habría declarado mi amor, de Alejandro Rivera y José A. Martínez, así como Benjamín, de Camilo Regueyra, sin ninguna articulación.
En este caso, sería mejor dar espacio a más participantes con obras de estreno, ya que los ganadores tienen una temporada garantizada en el programa Érase una vez, organizado por el Teatro Nacional para los estudiantes del Ministerio de Educación.
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La noche del viernes, con el histórico villancico y con la noticia, durante el día, de la muerte del gran coreógrafo Paul Taylor, inició la segunda jornada del Festival, en la que se programaron cinco obras. El primero fue un solo creado por Marla Castillo para Valeria Miranda denominado Transitoria-Temporal; Te regalo una flor, creado e interpretado por William Retana y Juan Leiva; luego fue el turno de Atemporal, bailado por su autor, Iván Sevallos.
Después del intermedio vimos un trío de Pablo Caravaca titulado En busca de un mejor lugar, para terminar con el dúo El último recuerdo, de Fabio Pérez y Andy Gamboa ejecutado por ellos.
El festival, como fue concebido desde 1981, es un espacio para crecer, es una oportunidad para mostrar ideas en proceso o tal vez, algunas obras terminadas, pero nunca perfectas. Es por eso que, siempre, al finalizar cada función se escuchan diversos comentarios atinentes a gustos o niveles de calidad. Sin este espacio la danza de Costa Rica sería otra y tal vez más parecida a la de muchos países latinoamericanos donde queda mucho por alcanzar.
De lo observado esta noche, y con el tema principal de migraciones, me pareció muy interesante la intensidad de Valeria Miranda en la obra de Marla Castillo, en la que demostró dominio técnico e interpretativo. El final, a partir del desplazamiento de las sillas, es muy largo, por lo que baja el nivel a energía y desgasta la imagen. La síntesis le ayudaría a mantenerlos atrapados hasta el cierre.
En Te regalo una flor, de Retana y Leiva, veo un avance en el interés de dibujar con el movimiento imágenes sugerentes relacionadas al tema seleccionado, así como mayor apropiación en la corporeidad.
Iván Sevallos con su solo, nos ofreció un interesante trabajo con detalles en los que se pueden mejorar la exposición de cada motivo, ya que el manejo del tiempo en las transiciones evitaría el agotamiento en la idea.
En busca de un mejor lugar es un tríptico con el que participa Pablo Caravaca y nos cuenta tres historias de sobrevivencia. Para lograr una mejor lectura de los personajes, podría evitarse la saturación rítmica; es decir, darle a cada relato contraste para que no compitan y sature la lectura.
El último recuerdo es un trabajo que mantiene el sello creativo que han venido desarrollando Fabio Pérez y Andy Gamboa, que gusta mucho al espectador, porque con elementos del teatro y la danza logran escenificar con claridad situaciones o personajes. Sin embrago, me parece que se deben salir de la línea de confort e investigar más a profundidad las personas escogidas y no quedarse con referencias superficiales. En esta ocasión, fueron Yolanda Oreamuno, Chavela Vargas y Carmen Lyra (María Isabel Carvajal Venegas, no Quesada) las mujeres en las que se basaron su relato.
La novedad de esta edición fue un montaje para bailarines costarricenses, además de que ya no se habla de premios, sino de estímulos y ya eso es ganancia para el arte.
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Ficha artística
XXXV Festival de Coreógrafos Graciela Moreno
Fecha: Jueves 30 y viernes 31 de agosto 2018, 8 p. m.
Lugar: Teatro Nacional