Al finalizar la segunda jornada del Festival de Coreógrafos Graciela Moreno, y después de observar once propuestas de estreno, con el apoyo del público que llenó la sala, es preciso señalar que a los coreógrafos les hace falta más rigor en sus propuestas, principalmente desde la dramaturgia, y no se entienda esto que es hacer teatro, no.
Dramaturgia es, a modo simple, que todas las acciones y elementos plásticos puestos en la escena deben de tener justificación y coherencia con el tema planteado, estar al servicio de la idea que se pretende exponer. Requiere tiempo para explorar, apropiarse a profundidad del tema y recrearlo en nuevas imágenes y, si es el caso, sintetizar hallazgos.
Y en este proceso, el intérprete también debe de asumir su parte, ya que al escenario se acude para atrapar al espectador; es decir, hacerlo entrar en el juego planteado con buena proyección escénica y ejecución corporal con dominio técnico.
Los aspectos señalados no predominaron en estas dos noches del festival. En el caso de varias obras cuyos títulos parecían interesantes, no pudimos observar en su desarrollo el tema pretendido, y su exposición, nos dejó a los espectadores la sensación de que nos están hablando de algo de lo que no podemos tener acceso, que somos incapaces de leer, comprender o compartir.
Tampoco se debe de interpretar como facilismo, porque en el arte, la poética y creatividad son fundamentales. Pero la audiencia también necesita salir compartiendo algo de lo que los artistas pretenden decir.
Esta noche, los autores que participaron por la convocatoria sobre la longevidad fueron: Mónica Sánchez y Michelle Sánchez con el dúo Si la gallina no pone huevos… ; Camilo Regueyra, con un sexteto denominado Nadia ; y Luis Ángel Piedra, con un grupal titulado En el frágil hilo de la memoria .
Por su parte, en tema libre acudieron a la cita Javier Jiménez, con el trabajo Duplicados inexactos , Esteban Ortiz, con Jaque , y Marla Castillo, con el trío Sostenible .
De lo visto, algunos señalamientos. De las hermanas Sánchez, en Si la gallina no pone huevos… , interesante la idea, pero, ¿por qué no expusieron parte de la historia de su abuela con movimientos? ¿Es que ya la danza no puede sostener una idea?
Gracias a Camilo Regueyra por recordarnos del brutal asesinato de la joven mexicana Nadia Vera, con un sexteto denominado Nadia . Pero, ¿será su estilo compositivo poner a cada uno de sus bailarines a moverse como puedan? Y tantos elementos de escenografía sin ser usados, ¿para qué?
En el frágil hilo de la memoria , de Luis Piedra, con buen vestuario, es una obra que en su primera parte nos sumerge en un realismo y luego, con la homogenización, nos traslada a la abstracción, dejándonos como en un limbo, dejando la idea de no haber concluido su idea de lomgevidad.
Javier Jiménez, con Duplicados inexactos , hace buen esfuerzo al trabajar con música original de Marco Quesada. Sin embargo, en su manejo del espacio y las acciones, requiere de mayor depuración y menos reiteración de las imágenes.
Esteban Ortiz, acompañado de Lina Valverde en Jaque , al inicio, prometía algo interesante pero al transcurrir el dúo, se quedó en una repetición de juegos corpóreos.
Finalmente, Marla Castillo vuelve a escena con el trío Sostenible , que se queda en una propuesta intimista.