En 2018, Andy Gamboa estrenó Memoria de Pichón, una obra de carácter biográfico en la que explora el traumático vínculo con su padre. El universo familiar de esa potente experiencia teatral se profundiza en Autopsia de una sirena (2020). En esta ocasión, Gamboa presenta la historia de su hermano William, un joven que se asume como mujer trans, a pesar del violento rechazo de su progenitor.
El espectáculo se estructura a partir de una sucesión de monólogos en los que Andy utiliza su cuerpo y emociones para materializar a William, alias la Sirena, fallecida prematuramente de forma trágica. También comparecen Sandra, la madre atravesada por el dolor de su pérdida; Pichón, el padre alcohólico y la abuela que es, en realidad, una síntesis de sus dos abuelas, ambas poseedoras de un escaso amor al prójimo.
Gamboa sale a escena dispuesto a sacudir a su público. Sabe que los golpes más dolorosos llegan sin aviso. Por eso, la velada arranca con aires festivos y atmósfera de cabaret. La Sirena, embutida en la indumentaria de una exuberante drag queen, canta La vie en rose e interactúa con su animada audiencia. Sin embargo, algo ominoso se asoma en medio de tanto regocijo.
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La Sirena nos confiesa las brutales agresiones de propios y extraños. Ella intenta sonreír, pero el silencio es lo único que retorna de las butacas. El cabaret es ahora una pasarela del desencanto por la cual deambulan personajes que el actor construye sin interrumpir la acción. En el suelo yacen desperdigadas las prendas como despojos que insinúan la efímera relevancia de las apariencias.
Durante el monólogo de la abuela, la obra alcanza su punto más alto en términos dramatúrgicos, ideológicos e interpretativos. La anciana es un ser fantasmagórico salido de un mal sueño o de una coreografía de la danza butoh. Su discurso es una mezcla de afirmaciones inconexas, prejuicios y citas bíblicas que encubren su odio por las preferencias sexuales de su nieta.
El pasaje se destaca al denunciar la hipocresía de las corrientes religiosas que censuran las opciones alejadas del canon heteronormativo. Sobresale, además, por el manejo que el actor hace de su voz y cuerpo para llenar de fuerza, tensión y verdad un parlamento que roza las fronteras del delirio. Fue evidente que los otros monólogos no alcanzaron el mismo nivel de lucidez escénica.
Autopsia de una sirena es un ritual para reivindicar la vida de William Gamboa Arguedas, hombre por decreto y mujer por elección. Repudiada por su padre y abuelas, murió en el intento de reconfigurar su identidad. Que algo tan personal se vuelva público es importante ya que nos enfrenta al hermoso riesgo de asistir al teatro a confrontar realidades próximas y no simulacros lejanos.
Hacia el final, cuando la sala queda a oscuras, la voz de Andy pide un silencio reflexivo en vez de aplausos. Su gesto nos invita a pensar que la actividad escénica –en tanto vitrina de lo humano– es capaz de propiciar debates urgentes, ahora que la exclusión del prójimo es considerada por algunos como un derecho. A posteriori, me concedo el permiso de aplaudir el esfuerzo creativo de Andy Gamboa y la ejemplar vida de esta y todas las sirenas.
Ficha artística
Creación e interpretación: Andy Gamboa Arguedas
Regencia: Fabio Pérez
Vestuario, iluminación y selección musical: Andy Gamboa
Confección de vestuario: Vicky Fonseca, Miriam Solís, Silvestre García
Lavandería: Sandra Arguedas
Pintura corporal: Manuel Vindas
Maquillaje: Alonso Jiménez
Fotografía: Hellen Hernández
Producción: Fabio Pérez & Andy Gamboa Arte Escénico
Espacio: Teatro frente a la plaza
Función: 20 de marzo del 2021