En 1927, la revista Black Mask, promotora y precursora de todo lo noir (negro), publicó una historia en serie escrita por un exdetective de la agencia Pinkerton, titulada Cosecha roja . Esta se editó como novela dos años después, en 1929, y será considerada la primera del estilo duro o hardboiled norteamericano, y cambiará el género policiaco para siempre.
Su autor, Dashiell Hammett, se rebeló en aquel entonces contra el percibido elitismo, el intelectualismo y la artificialidad del whodunit (¿quién lo hizo?) europeo y norteamericano. Estos cuentos y novelas –que el autor argentino Ricardo Piglia describe bajo el apelativo de “enigma”– habían nacido en 1841 con la publicación del cuento Los asesinatos en la calle Morgue , de Edgar Allan Poe.
Su evolución continuaría con figuras como Monsieur Lecoq, de Émile Gaboriau (años de 1860); Sherlock Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle (años de 1880), y los detectives de la llamada “época de oro” del decenio de 1920: Hercule Poirot, de Agatha Christie; Philo Vance, de S. S. Van Dyne, y Ellery Queen, de Ellery Queen.
Aunque no formaban necesariamente una masa homogénea, esos detectives se caracterizaban por su análisis, su erudición suprema y sus apartamentos; atareados de libros y música clásica, y con espacio suficiente para fumar y razonar en la oscuridad.
El crimen que esos detectives resolvían –de modo individualista y aislado– precisaba de una maquinaria analítica impecable, y la necesidad de restaurar el orden simbólico del statu quo . Nos aseguraban que todo estaría bien en el mundo de la razón burguesa.
La primera línea de Cosecha roja destruye ese orden con una frase limpia, económica, y dura como solo podía ser el nuevo orden social: “La primera vez que escuché a la ciudad de Personville ser llamada Poisonville [ciudad venenosa] fue por un minero pelirrojo en el Big Ship de Butte”.
Crimen organizado. Butte (en Montana) es un lugar donde Hammett pasó algún tiempo, y pudo haber servido como modelo para “Poisonville”, según su hija y biógrafa. Butte lo ayudó a crear una ciudad habitada por la clase obrera, de clima duro y gente dura, donde la gentilidad de la clase alta y sus crímenes de arsénico y mayordomos es enfrentada con el mundo verdadero del crimen, la corrupción y las relaciones socioeconómicas desiguales.
En el Big Ship (gran barco) de Butte –un hotel con bar para mineros–, la gente que trabaja, suda y muere sudando, se sienta con sus cervezas al final del día para intercambiar algunas frases lacónicas y quizás también para hablar de esos crímenes que acontecen en la calle, a veces sin claro motivo. Por eso, el estilo “duro” ha sido descrito por muchos como una forma de realismo, y en parte lo es.
La concepción del crimen en la sociedad cambió a causa de la “ley seca” en los Estados Unidos (1920-1933), de la estela de desilusión y cinismo desatada por la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y de la anticipación demasiado lúcida de lo que llegaría a ser una de las más graves crisis económicas mundiales (año 1929 y siguientes).
De hecho, como nos dice el economista Ernest Mandel, la evolución del género policiaco hacia el hardboiled (duro e hirviente) también refleja la evolución del crimen en sí. En los años 20 en los Estados Unidos hubo un salto cuantitativo y cualitativo en la extensión del crimen, impulsado en gran parte, por el crimen organizado.
Tal organización hace que el crimen y el criminal pasen de la periferia de la sociedad hacia el centro de ella, algo que tendrá repercusiones sobre el tipo de crímenes que se cometen, y también sobre el cuestionamiento de los viejos representantes del orden social.
En 1924, por ejemplo, el jefe de la Policía de Nueva York, Joseph A. Warren, recibía más de $20.000 al mes en “mordidas”; y no hablemos del dinero controlado por las nuevas estructuras criminales, como la Mafia, ya no un “fuera” del sistema capitalista, sino una parte constituyente de este –el otro lado de su moneda–.
Además, literatura. Por eso no sorprende que la “Poisonville” de Hammett sea un lugar de corrupción institucionalizada, violencia y relaciones de poder desiguales. En la novela, “Op” es el anónimo agente de la agencia Continental que llega a Personville contratado por Donald Willsson; pero este resulta asesinado antes de que el detective pueda reunirse con él.
El asesinato ocurre en plena calle –cuatro balazos en el pecho, el estómago y la espalda–, y la pregunta no es tanto quién pudo haberlo matado, sino quién no pudo haberlo matado ya que, en esta ciudad, todo el mundo es culpable de algo.
Las distintas fracciones –criminales, policiales y empresariales– luchan por controlar la ciudad, confundiéndose entre sí. De hecho, el “Op” es luego contratado por Elihu Willsson, padre del difunto, no tanto para aclarar el asesinato, sino para restaurar el poder que Elihu ha perdido en la ciudad.
De esa manera, Cosecha roja nos revela un contexto social que “deconstruye” la imagen de los “roaring 20's” en los Estados Unidos. Por esta razón, la novela es importante, muy importante; pero, más que una representación “realista” de una sociedad donde ya bullen los problemas que la Gran Depresión exacerbará, la novela es también un importante producto estético-literario; o sea, es Literatura –y no de la “baja”–.
La revista Time nombró Cosecha roja entre las cien mejores novelas escritas en inglés entre 1923 y 2005. Quizás se la valoró por su economía de la palabra, su humor inteligente (“¿Quién lo baleó?”, “Alguien con una pistola”), las descripciones duras, y por su lenguaje duro que hizo a André Gide comentar que podría suscitar los celos de Hemingway y Faulkner.
Inconformidad. En el cine, la influencia de Cosecha roja es conocida pues sirvió de inspiración para A Fistful of Dollars (Por un puñado de dólares, 1964), de Sergio Leone; posiblemente para Yojimbo (1961), de Akira Kurosawa, y más recientemente para varias películas de los hermanos Coen, como Blood Simple (1984), su primera cinta, que toma su nombre de una cita de la novela, y también Miller’s Crossing (1990).
En Latinoamérica, la influencia de Cosecha roja –y del hardboiled más en general– se sentirá a través de toda una gama de países y autores. El “Op” es claramente un precursor del detective Laurenzi del argentino Rodolfo Walsh, del Héctor Belascoarán Shayne del mexicano Paco Ignacio Taibo II, del Mario Conde del cubano Leonardo Padura Fuentes, y del Heredia del chileno Ramón Díaz Eterovic.
Sin embargo, el legado más significativo de la novela quizás sea revelar que el hardboiled , más que un estilo literario, es una actitud, una manera de ver el mundo. Desde hoy podríamos criticarle su machismo, el desorden con el que se resuelve el crimen, el legado romántico que a veces aún cree en resoluciones, y la falta de un foco claro en la crítica social. Sin embargo, en su actitud desilusionada y cínica también existe un cuestionamiento que rehúsa aceptar el mundo como es.
Si le hacemos caso a Mario Vargas Llosa –cuando aún no era candidato neoliberal–, esta es la misma función del escritor: ser un inconforme. Así, en el “Op” de Hammett vemos una figura liminal paralela al escritor que cuestiona el mundo, su ley y su justicia. Después de todo, el escritor también es un gran descontento. Aunque Cosecha roja nunca inventó esto, sin duda lo enriqueció.
El autor es escritor y profesor de literatura latinoamericana. Por su novela ‘Verano rojo fue coganador del Premio Aquileo J. Echeverría de el 2010. Una segunda novela negra, 'Lluvia del norte', saldrá a fines de este año.