Londres, 1974. Tengo 12 años y llevo algo así como un mes en la capital de Inglaterra. Una tarde de domingo, en la casa donde vivo aparecen Felipe Ehrenberg (México, 1943) y su hijo Mathias. Se presenta conmigo y de inmediato me pregunta qué es lo que más me ha impresionado de Londres. Empiezo a balbucear y no me da mucho tiempo a responder cuando me espeta: “¡El frío, mano! El frío que te agarra por los huevos!”. Su desparpajo, sentido del humor y tremenda presencia física me dejan muy impresionado.
Con los años nos encontramos en otras dos o tres ocasiones, y yo le escribo una solitaria carta en 1991 desde Nueva York. También lo encuentro en un libro fundamental, Culturas híbridas , de Néstor García Canclini.
Hace unos meses nos reencontramos por Facebook, y aproveché para preguntarle si estaría de acuerdo en brindarme cierta información. Me contestó por correo electrónico y tuvo la gentileza de enviarme muchas conexiones a sitios en los que se discuten su propuesta y su obra.
Cinco empleos. Felipe se educa como artista con gente como Matías Goeritz y José Chávez Morado. Me escribe que se dedicó al arte a partir de los 17 años. “No me propuse nada cuando empecé: simplemente sabía que tenía que dedicarme a esto, y sanseacabó”, relata.
En 1968, Felipe se establece en Inglaterra, donde funda, con Marta Hellion y Davis Mayor, la editorial Beau Geste Press, dedicada a producir libros de artista bajo coordenadas de autogestión y trabajo colectivo. En el mensaje electrónico confiesa:
–He “trabajado” cinco veces en mi vida. En México fui maestro de artes plásticas en la Universidad Veracruzana. Luego fundé y dirigí el Depto. de Artes Plásticas del Instituto Veracruzano de Cultura. En el Brasil, tuve el cargo de Agregado Cultural en la Embajada de México, y también fui director de Relaciones Internacionales de Televisión América Latina (Canal TAL). A excepción de mi trabajo en TAL, de todos esos cargos fui despedido.
Felipe desarrolla una gran labor como periodista cultural durante más de 30 años. Como dato curioso, es un consumado dibujante, a pesar de ser reconocido como un artista conceptual y experimental. El año en que lo conocí, 1974, fue el último que pasó en Londres.
"Vote bigote". El grupo Fluxus aún no alcanza su apogeo cuando Ehrenberg se va a Londres, donde conectará de muchas maneras con las ideas y las prácticas de este seminal movimiento. De las más claras: la inversión que hace Fluxus del paradigma duchampiano (que insertaba lo cotidiano en el arte) para insertar el arte en lo cotidiano, y que será inseparable de la obra del mexicano.
Para Felipe, la galería (o el espacio del arte) es la calle . Tanto es así que en 1985 hace una semipausa de 13 años cuando decide darle prioridad a la administración del Centro de Enlace Díaz de León-Tepito Indómito, organización que funda para colaborar con la reconstrucción de esta zona, devastada por el terremoto de 1985.
Con anterioridad, en 1982, Felipe Ehrenberg había sido postulado por el Partido Socialista Unificado de México para ser candidato a diputado por el 36.° Distrito Electoral en el Distrito Federal. Su lema fue un escueto y sustancioso Vote bigote [ sic ].
Felipe diseñó una campaña de marcado acento cultural, alto perfil visual y acciones que incluían un periódico quincenal, un programa de rotulistas y otro de “brigadas muralistas”. En él, la práctica del arte y la participación social se penetran y discurren paralelamente. Por esto ha preferido describirse como un “neólogo” desde hace muchos años. ¿Qué es un neólogo? Ehrenberg responde:
“Un neólogo es un activista de la cultura, concebido como alguien que influye determinantemente en su desarrollo, sin verse restringido por restricciones previamente establecidas [ sic ]”.
Lo guapachoso. Otra práctica que Felipe Ehrenberg exhibe, y que también estuvo entre los lineamientos de Fluxus, es su actitud antimercado. Durante toda su trayectoria, evitará acercarse a circuitos comerciales, como galerías y ferias de arte. Su obra será de lenta circulación pues los ámbitos en los que se inscribe serán marginales o alternativos.
La otra razón será el amplio y desconcertante rango de medios que utiliza para la producción de su trabajo: libros de artista, grabado, video, estampa mail art , pintura, performance...
Según Cuauhtémoc Medina –excurador asociado de la Tate Modern para América Latina y curador del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México–, la obra de Ehrenberg es heteróclita pues una gran variedad de intenciones confluye en ella, entre las que rescata una “actitud guapachosa” (popular, picante y alegre).
Felipe no la niega, sino todo lo contrario: acepta que la abraza complacido a su regreso a México tras seis años de autoexilio. El mal gusto (algo que dice compartir con el 90% de los mexicanos) es esencial a la hora de implementar su estrategia visual.
Llama la atención que Medina manifieste que el retorno de Ehrenberg a México puede considerarse “el último gran regreso a México de un artista en el siglo XX”.
“Manchuria”. Un espíritu de contradicción recorre la totalidad de la obra del mexicano. No se puede entrar en ella sin aceptar esto: el artista abandona prácticas, las relega y, años después, la retoma. Manchuria (visión periférica) es el nombre caprichoso que escoge para su retrospectiva del 2008 en el MAM (Museo de Arte Moderno de México).
Esa era la primera muestra que hizo en un museo de su país natal. Luego viajó a varios espacios dentro del territorio mexicano y se exhibió finalmente en el Museum of Latin American Art de Los Ángeles en el 2010. El curador de la muestra fue el joven artista mexicano Fernando Llanos.
Inscrito desde siempre en una estética que disiente de la “alta cultura”, Felipe aparenta caer una vez más en una contradicción: durante más de 50 años ha sido un artista iconoclasta y anti- establishment , pero de pronto aparece en espacios estatales sumamente legitimados y centrales.
Eso no escapó al ojo crítico de Medina, y, en una entrevista hecha para la televisión, con alevosía preguntó a Felipe Ehrenberg acerca de su estrategia para “negociar” estas contradicciones. Elegantemente, el artista le hace una finta y aduce que, en el fondo, todo es una cuestión de “coincidencias estéticas”; es decir, cuando la institución por fin acepta los cambios paradigmáticos en el arte.
Tan cambiante como el legendario (no)logo de MTV, Felipe Ehrenberg aparece como un creador que se anticipó a muchas “movidas” y estrategias que hoy son práctica común, no solo en el mundo del arte, sino en la cultura en general.
Su transdisciplinariedad, su entendimiento de la educación y la solidaridad como piedra fundacional de la sociedad, y su sentido del humor –que nunca lo abandona– hacen de él un artista joven de 70 años, fundamental para su país de origen y toda América Latina.
El autor es artista visual costarricense; escribe ensayos sobre temas de arte.