Cultura

El artista Fernando Carballo, 'secreto'

Colección privada. En el Museo Calderón se exponen obras casi desconocidas del celebrado artista

El artista aparece ante La palabra , óleo de 152 x 150 cm ejecutado en 1984. Los coleccionistas compraron la obra y la trajeron desde el Ecuador. (JDNT)

Las partes de su casa que gustaban más al niño Fernando Carballo eran las paredes cuando le dejaban dibujar sobre ellas. Aún hoy, con 74 años, Fernando es el muralista-niño-prodigio más persistente de Cartago: tanto, que sigue dibujando, sigue pintando, pero ya no sobre paredes: ahora le ofrecen paredes para que cuelgue sus magníficos cuadros, y en buena hora.

El Museo Calderón Guardia expone 37 obras de Carballo hechas con óleo, acrílico, esmalte, tinta de imprenta y lápices de colores. Las piezas forman parte de la Colección Mayda Gutiérrez Alvarado-Peralta e Hijo , están datadas entre 1972 y el 2011, y casi ninguna se ha expuesto antes.

“No es frecuente que los dueños de una colección presten sus obras para que se exhiban, pero accedió generosamente a hacerlo el señor Arnaldo Moya Gutiérrez, hijo de doña Mayda, ya fallecida”, explica Luis Rafael Núñez Bohórquez, director del museo.

Lápices y tintas. “Hace mucho tiempo, le regalé un cuadro a una hermana del Arnaldo Moya, de Cartago, como yo. En los años siguientes, la señora Mayda Gutiérrez y su hijo Arnaldo compraron muchos trabajos míos. Yo no lo sabía, pero, cuando vi la colección me agradó comprobar que ellos habían recuperado obras que yo daba por perdidas”. Arnaldo Moya incluso viajó hasta el Ecuador para adquirir el expresivo cuadro La palabra.

Carballo nunca es un figurativo “exacto”, pese a su dominio del dibujo. Sus figuras humanas presentan deformaciones; algunas veces, una inmensidad de manos o una exagerada esteatopigia (acumulación de grasa).

Fernando no recrea la realidad, sino que crea las figuras que le faltan a la realidad. Él es monumental incluso en pinturas de tamaño mediano, debido al contraste que impone entre la cabeza reducida y las manos dilatadas.

Parece que mirásemos sus obras desde abajo, al pie de pirámides humanas. Así accedemos a Mientras tanto , un dibujo hecho con tinta de imprenta ( offset ) y con un pincel tan fino que parece ejecutado con un carboncillo.

Carballo exagera la definición de los músculos. “Algunos no existen: los inventé para que revelen tensión”, anota el artista.

Fernando emplea lápices de colores, que lo fascinan desde que era niño. El óleo también ha colaborado con él, como en un espléndido retrato de mujer sobre un rojo tan rojo que parece un incendio encendido.

Escorzo masculino . Tinta sobre cartón. 70 x 74 cm. 1975. (JDNT)

“Uso tintas de imprenta; son espesas, pero las diluyo y las aplico con la técnica del pincel seco hasta que parezca acuarela”, explica el creador. Un ejemplo: el dibujo de una mujer encinta; irradia dolor; nos esquiva su rostro y lo vuelve hacia el papel. Fernando Carballo se señala el corazón y dice: “Trato de que mis obras me salgan de aquí”.

Gestos y gritos. Algunas obras están dominadas (y nos dominan) por la angustia. Lo está La palabra (óleo de 1984), un rostro oprimido, de músculos hinchados, junto a una mano gigantesca que (no sabemos) le sirve de altavoz o de mordaza. “De La palabra hice bocetos, pero el cuadro no se parece a ninguno. Una obra va cambiando sin que el artista se percate de ello”, anota Fernando.

¿Emplea modelos? “Trabajé con modelos durante muchos años, pero ahora imagino los rostros”, explica Fernando ante Gesto , la cara de una mujer materializada con una técnica mixta sobre cartón, de 1984. En todo caso, hasta que conquistan el lienzo o el papel, las caras van oscilando, inventándose en su camino.

A veces, los fondos son irreales, y las personas emergen de superficies indecisas. “El fondo es lo último que hago. Yo comienzo dibujando la figura; luego le pongo un espacio más o menos realista”, detalla el creador.

Salvo pocas excepciones, sus personajes viven en una soledad apenas perturbada por la curiosidad del público. Sin embargo, dos mujeres comparten el papel en un dibujo al grafito. En un óleo sobre tela (sin título) de 1991, un perfil de mujer se superpone a su cara vista de frente: imprecisión de identidad que Carballo suele causarnos con numerosas obras.

El grito es la pintura de un estruendo que no cesa. La palidez de la cara enrojece más el rojo del cuerpo. Los ojos son obscuros; en realidad, están vacíos. Así aparecen también en Amanda en el día que conoció el mar , cuadro inspirado en los personajes femeninos de Cien años de soledad , de Gabriel García Márquez.

Gesto es una obra de 66,5 x 91 cm realizada con técnica mixta sobre cartón en el año 1984. Las figuras de mujeres predominan en la exposición. (JDNT)

Tin repite el nombre de un indígena amigo de Carballo, creado con tinta de imprenta y pincel seco. “En este cuadro aproveché la trama del lienzo, que ayuda a la difuminación”, indica Carballo.

Hacia lo abstracto. Algunos desnudos masculinos corresponden a series que Carballo ha ejecutado a lo largo del tiempo. Dos San Sebastián (1984) aluden a un asaeteado santo-mártir del cristianismo. Están hechos con lápices de colores sobre papel de lino, que imita al lienzo.

Un cuadro en técnica mixta sobre papel presenta un ángel con alas, más humano que espiritual. Se realizó con tinta de imprenta de colores sobre la que se pasó aguarrás para que asemeje una acuarela. Carballo recuerda que ese ángel integró una serie de desnudos causantes de alborotos cuando se expuso en los años 80.

Otra figura es Escorzo masculino , tinta a la plumilla sobre cartón de 1975. Con la misma técnica, Fernando ejecutó Hombre , por el que recibió el Premio Nacional de Dibujo de 1978. “Escorzo” denota una visión oblicua, como la de un cuerpo echado en el suelo con los pies cerca de nosotros.

Carballo es un fugitivo de las definiciones: es figurativo y deformante, es exasperado y apacible, es gris y colorido; mas, en todos los casos, sus obras no requieren firma: él firma con su estilo; su estilo es una confesión.

Fernando Carballo nació en Cartago en 1941 . Ha obtenido el Premio Nacional Aquileo Echeverría: una vez en dibujo; otra, en pintura. Sus exposiciones han sido muy numerosas, y sus obras figuran en colecciones públicas y privadas de muchos países.

¿Qué planes tiene? “Pienso hacer pinturas abstractas. Lo abstracto es una manera de concluir una trayectoria pues consiste en convertir toda la experiencia vivida en formas”, responde. Fernando Carballo ya no dibuja sobre paredes, pero uno piensa en cuán bien quedarían sus paredes de infancia en nuestras casas.

La exposición se ofrece hasta el 10 de octubre en el Museo Calderón Guardia (barrio Escalante, San José). Teléfono 2255-1218.

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