Enfundadas en vestidos blancos satinados, como ángeles, las niñas Abigail Castro y Eva Jazmín Villalobos ven cumplido un sueño que aún les cuesta creer: forman parte del ballet El cascanueces .
“Nunca pensé que estuviera acá”, dice Castro, de ocho años, en medio de una de las pausas en los ensayos que se llevan a cabo en la Escuela de Ballet Clásico Ruso.
El talento de ambas niñas es producto del programa de ballet de la Fundación Casa de los Niños , Soñamos juntas, que imparte clases gratuitas en Tirrases de Curridabat.
El proyecto nació en el 2013 en el corazón de la bailarina de la Escuela de Ballet Clásico Ruso María José Arrea, quien vio el ballet como una forma de cerrar las brechas de desigualdad social. En ese entonces, la muchacha tenía tan solo 15 años.
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El programa logró abrir sus puertas en enero del año pasado y, para diciembre cuatro de las niñas de Tirrases ya formaban parte del elenco de El cascanueces , entre ellas, Castro y su compañera Charys Rodríguez, hoy de 10 años.
“(En el programa he aprendido) que hay que ser generosa, solidaria, que hay que tener mucho esfuerzo”, dice Castro, quien este año será uno de los soldados, luego de haber sido ángel y payaso en el 2015.
Para Villalobos, por su parte, esta será la primera vez en que pise un escenario grande, como el del teatro Melico Salazar.
La niña, vecina de Río Azul, no puede ocultar la ilusión en su rostro por ser una de las 12 menores de Soñamos juntas que fueron reclutadas para El cascanueces .
“Yo primero estudio y luego me pongo a practicar todos los días el ballet ”, asegura, ya que parte de su sueño es crecer y convertirse en una de las profesoras de esa obra de ballet clásico.
Por ahora, carga entre sus manos una rama de ciprés artificial y se desliza por las tablas con soltura, al lado de Castro, acompañando en escena al Hada de Azúcar.
Se despertó muy temprano por la mañana, pues aunque no era día de escuela, los sábados son, desde mayo, los días en los que se sube a un bus junto a las demás niñas de Tirrases y se pone las zapatillas para hacer realidad lo que antes hubiese sido impensable.
A cargo de ella, viaja en el bus Paula Rojas, la mamá de Abigail Castro, quien también parece estar viviendo un sueño a través de la pasión que profesa su pequeña por el ballet.
“Yo le decía a mi hija: ‘Apenas pueda, la llevo a El cascanueces para que lo vaya a ver. Y cuando vi, fui yo más bien a verla a ella. Para mí fue impresionante”, asegura Rojas.
“Es una oportunidad grandísima porque nosotros no tenemos los medios para poder pagar todas estas cuestiones”, agrega.
A dos semanas para el estreno de la temporada, las emociones son más que evidentes.
“Siento felicidad de participar y de estar aquí”, dice Eva. “Nosotras parta entrar aquí nos esforzamos mucho y necesitamos mucha disciplina”.