La gente envía correos a Fernando Díez Losada , pero él recibe mensajes porque 'correos' y 'mensajes' no son lo mismo. En asuntos del idioma, Díez conoce las diferencias. Si no es el que más sabe, él sabe como el que más.
No es el primer libro de este español-tico (Valladolid, 1934). Antes han aparecido Guardián del idioma ( PROCEPER), Lenguaje y Periodismo (Trillas), Manual de español para locutores (INA) , La tribuna del idioma (EDITEC), Manual del español moderno para docentes (Ministerio de Educación) y Manual del español moderno (Jadine).
Exponerse a preguntas sobre el lenguaje suele ofrecer sorpresas:
“Una vez me consultaron sobre la segunda persona tuteante del singular del imperativo de “salir” con el pronombre enclítico “le” (sal/le), como en “ahí viene tu hermano, sal/le al encuentro”. El lector me escribió después de que la misma Academia le respondiera, por Internet, que por las normas de grafía, el término sal/le (con pronunciación “sal-le”) no podría representarse por escrito, por cuanto debería pronunciarse “salle” .
”Yo mismo acepté que la norma era clara al respecto; lo que no tiene justificación es que el órgano supremo de la lengua española diga que hay palabras que se pueden decir mas no escribir, en lugar de buscar una solución al problema, como escribir la palabra con un guion: “sal-le”…”.
Díez recuerda con aprecio a otro español, Alfonso López Martín , ya fallecido, quien también procuró ilustrarnos en el uso más exacto del idioma. Ambos son buenos aristócratas: personas de densa cultura que, en vez de guardarse lo que saben, lo comparten. Don Fernando sabe también que a nadie le gusta parecer ignorante, de modo que, si alguien enseña a usar mejor el idioma, se lo agradece.
Díez es un latinista que sabe tanto de beisbol como de gramática, y quizá dude entre leer un texto en una pantalla o ver un jonrón en otra. Don Fernando estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y se graduó en 1961. Es licenciado en Filología Española por la Universidad Autónoma de Centroamérica con distinción de Summa Cum Laude. Hoy es asesor lingüístico de La Nación . Conversamos con él.
–¿Cómo podría definirse el “idioma español correcto”?
–Es aquel que cumple la normativa establecida por la Real Academia Española (RAE). Sin embargo, es necesario entender que existe un español estándar o culto (aquel que debe usarse para la expresión formal oral y escrita de discursos, entrevistas, conferencias, cartas, libros, periódicos, etcétera), y uno informal o coloquial (básicamente oral), en el que se usan válidamente expresiones o palabras populares y autóctonas) y cuyo fin es la simple y vital comunicación inmediata.
–¿Hay criterios generales de corrección gramatical o todo se reduce a la casuística?
–En la práctica, el español informal o coloquial debe cumplir las normas gramaticales (morfología, sintaxis y ortografía), aun cuando el aspecto léxico tenga sus propios usos. Por ejemplo, si un costarricense conversa con otro y le dice: “El güila se dio un cañazo en la jupa cuando mejengueaba”, este será un mensaje que ambos entenderán, dentro de una conversación informal; pero en una nota periodística, aunque sea para el público costarricense, deberá escribirse: “Niño recibió un golpe en la cabeza cuando practicaba futbol”.
–¿Por qué le interesa a la gente evitar errores en la expresión?
–En general, Costa Rica tiene un nivel cultural alto, con accesibilidad a la educación formal, que se refleja en su lingüística. La gente piensa que un error en la expresión oral o escrita “desprestigia” al que lo comete. Prueba de ello son los más de 6.000 mensajes que he recibido en estas dos décadas con consultas de estudiantes, secretarias, médicos, abogados, padres de familia, etcétera, sobre cómo decir o escribir correctamente algo.
–¿Cree que “el pueblo hace el idioma”.
–En cierto modo. Las lenguas neolatinas (español, portugués, francés, italiano, etcétera) se formaron con base en el “bueno y mal uso” léxico del latín clásico; pero, gracias a ello, cada región o pueblo fue adaptando el idioma a sus necesidades y costumbres, a tal punto que su resultado fue el nacimiento de nuevas lenguas, consolidadas pero siempre en evolución. Ningún pueblo habla un idioma artificial, como el esperanto.
–¿Hace Internet que mucha gente escriba mal o solo difunde la forma de expresión de cada cual?
–Lamentablemente, hay una idea generalizada de que en las redes no hay obligación de respetar el correcto español; en ocasiones, parece una competencia por ver quién escribe con más errores ortográficos o mayor número de abreviaturas… Incluso gente con preparación académica cae en la tentación del “q?”, en lugar del “¿qué?”. Yo no creo que Internet sea la causa directa de la deficiencia idiomática pues lo mismo se ve en los mensajes de texto…
”Mientras eso se mantenga en el plano informal y no trascienda al español estándar, lo veo como una moda, un código para ese tipo específico de comunicación, aunque no siga las normas como debiera.
–En términos gramaticales, ¿cómo se expresa en promedio el político costarricense?
–No veo mucha diferencia con el resto de los profesionales… Sin embargo, tienen la “desventaja” de ser figuras públicas y de que sus errores, incluidos los lingüísticos, son más evidentes y divulgados.
–¿Qué le gustaría preguntar a los miembros de la RAE?
–Yo les preguntaría: ¿Por qué han cambiado últimamente su actitud normativa por “consejos y recomendaciones”?
–¿Cuál es la consulta que le ha resultado más difícil?
–Ha habido muchas… Una fue relacionada con la expresión “mal/llamado”: “El mal/llamado Ministerio de Deportes…”. En realidad es una sola palabra, como en “malherido”, “malportado”, “malpensado”…, pero en este caso es inadmisible escribir una palabra con tres consonantes iguales seguidas (“malllamado”). Entonces, mi consejo fue escribirlo separado o cambiarlo por “maldenominado”.
–¿Tiene otro libro en mente?
–Por ahora no. Voy a dedicarme a atender a los lectores y alumnos de mis cursos… Todos los días me llegan nuevas preguntas, y los temas para escribir mi columna surgen diariamente.
Puede pedirse , autografiado y dedicado, el libro Veinte años de “La tribuna del idioma” mediante el correo ferdiezlosada@gmail.com o por el teléfono 8391-4663.