Contar la historia del mural Alegoría de la Segunda República no es tan diferente a contar el relato de cualquier ser humano.
Una vida de altos y bajos, escondites y polémicas ha fraguado la historia de esta pintura que, quien la ve, imponente y resplandeciente en el Centro de Convenciones Nacionales, podría no imaginar.
En el vestíbulo oeste del recinto ubicado en Heredia, cuelga larga e imponente, esta obra realizada por Lucio Ranucci, destacado pintor italiano que nunca imaginó el futuro que le devendría a su creación, después de su muerte.
Así, con una vida marcada por la migración y el peligro por desaparecer, Alegoría de la Segunda República sobrevive y, a su vez renace, como pieza que cuenta la historia de Costa Rica de muchas maneras
Documento histórico
Alegoría de la Segunda República estaba destinado a ser diferente. Con la capacidad de ser trasladada, la pieza de Ranucci no era un clásico mural pintado sobre un mosaico, sino que fue diseñado como una estructura cuyos paneles pueden ser movilizados.
Esta decisión se debió a la necesidad. Durante el gobierno de 1953 de José Figueres Ferrer, comenzó a construirse el Aeropuerto Internacional El Coco –actualmente conocido como Juan Santamaría– y el entonces Ministerio de Obras Públicas convocó a un concurso de pintura para colocar un mural en la sala de arribo de pasajeros.
“El antecedente de Alegoría de la Segunda República está en un mural que el mismo Ranucci pinta para la toma de posesión de Don Pepe en el Estadio Nacional. Esa obra, como fue diseñada en paneles de madera tipo plywood, la quitaron del estadio y se perdió”, asegura María Enriqueta Guardia, historiadora del arte costarricense.
“Cuando viene la convocatoria, todos tienen en la mente el magnífico mural de la toma de posesión así que saben las capacidades de Ranucci. Él usó el mismo procedimiento y usó planchas de capas de madera, algo muy reciente para la Costa Rica de la época”, agrega Guardia.
Ranucci tenía en mente emular lo que había hecho con su mural anterior, y aprovechar que la Guerra Civil del 48 aún estaba en la retina del pueblo. El italiano quería realizar una apología del enfrentamiento bélico, pero la eventual exhibición de la obra en un aeropuerto no encajaba con su intención.
Olga Espinach, artista costarricense que se casó con Ranucci, le recomendó cambiar el enfoque de su obra, para que los perdedores del enfrentamiento no se sintieran heridos ya que apenas y habían pasado seis años de la guerra.
“Olga Espinach era muy cercana a los Figueres”, dice la historiadora Guardia, “así que le recomienda a Ranucci optar por la historia del país. Ella le narró el período colonial, la independencia, la gesta heroica de 1856, la reforma educativa de don Mauro Fernández… así logró que surgiera otra clase de mural”.
El ministerio no tuvo dificultades en elegir la obra de Ranucci como la ganadora y Alegoría de la Segunda República comenzó su historia, en un país donde el muralismo era prácticamente territorio inexplorado.
El mural estuvo colocado en la sala de arribo del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría desde los cincuenta hasta el año 2002, cuando el gobierno, a través de la Dirección General de Aviación Civil, concesionó el aeropuerto a la empresa Alterra Partners. Un nuevo edificio se gestaba y la oportunidad de refrescar el tono del recinto puso en peligro al mural.
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“La gente que tomó la restauración del aeropuerto no quería cosas viejas. Sencillamente querían un aeropuerto hipermoderno y en su mente no había espacio para el mural. Iba a desaparecer. Ahí entra la figura de Alberto Calderón, un artista que era muy cercano a la señora Espinach y que da la voz de alerta de que el mural se puede perder”, recuerda Guardia.
“El mural Alegoría a la Segunda República puede y debe exhibirse en un lugar apropiado a la mayor brevedad posible” escribió en su momento Alberto Calderón, sin saber que esa idea debía esperar.
Ante las luces de alarma, la obra –que era y sigue siendo propiedad del Consejo de Aviación Civil– fue solicitada a préstamo por Amalia Chaverri, entonces directora del Museo de Arte Costarricense (MAC). Las negociaciones fructificaron y el museo recibió el mural.
El MAC gestionó una restauración para la obra y, según el informe presentado, se instalaron soportes de madera, se realizó una limpieza superficial y se agregaron reintegraciones de color.
“Durante su estancia en el aeropuerto, el mural había sufrido de contacto con el agua y toda su parte inferior había estado muy maltratada. Como se trata de un material que no es noble (plywood), la obra no había respondido bien. La capa de abajo estaba astillada, tenía eyecciones de insectos y murciélagos y otras alteraciones porque ese material no está pensado para durar muchos siglos. La obra había envejecido por factores ambientales y cambios en la temperatura”, señala Sofía Soto-Maffioli, actual directora del MAC.
Aunque la obra parecía revivir, las condiciones no eran las adecuadas. El mural Alegoría de la Segunda República se enfrentaba a un nuevo problema: la exhibición.
“El museo intentó exponer la pintura, pero al ser una obra de gran formato no cabía en ningún espacio. Lo que hizo el museo fue exponerla pero en partes y la obra se mantuvo en el acopio del museo”, indica Soto-Maffioli.
Más cerca de su objetivo pero aún lejos, la obra que nació para ser exhibida solo era vista por las sombras del centro de acopio. ¿Qué podría suceder?
Un nuevo comienzo
Alegoría de la Segunda República hubiese continuado en las paredes de acopio si no es por una llamada.
En pasado marzo, esa llamada rompió el préstamo que tenían el MAC y Aviación Civil hasta el 2053. El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) gestionó un convenio con aviación para obtener, en condición prestada, el conocido mural.
“Al ser un edificio de administración pública hay que dedicarle un porcentaje del presupuesto a adquisición de obra de arte nacional. El ICT contrata a Luis Chacón como curador de la muestra y se hace un comité del cual yo formo parte junto con don Mauricio Ventura (entonces ministro de Turismo) y aparece la oportunidad de traer el mural”, señala Samuel Bermúdez, director de Gensler, empresa que lideró el diseño del inmueble.
Pero el MAC no liberó la obra sin antes ofrecer un informe técnico a Aviación Civil, con los cuidados específicos que debe tener el mural. En el reporte, el museo recomienda estabilizar alteraciones en el soporte del mural, hacer una limpieza general de la superficie y remover integraciones de color.
Carlos Avendaño, arquitecto director del diseño de construcción del Centro de Convenciones, asegura que se realizó la restauración solicitada.
“Además, el espacio donde está la obra tiene temperatura controlada porque hay un sistema especial para zonificar y regular. Lo mismo sucede con la iluminación. No vamos a exponer un mural como este donde le entre el sol, sino con una luz difusa que se complementa con iluminación artificial para que la obra no se dañe”, apunta Avendaño.
A pesar de las regulaciones, el traslado del mural al Centro de Convenciones no es del agrado colectivo. Andrés Fernández, arquitecto y urbanista, no está de acuerdo con la decisión.
“Me parece bien que el mural salga de una bodega y se exponga, porque fue hecho para ser visto y además es público, es de todos los costarricenses. El problema es que el Centro de Convenciones, a diferencia del aeropuerto, no es un lugar que convoque a tantos costarricenses como extranjeros. Estos suelen ser lugares más bien exclusivos y no va a cumplir la misión para la que fue pensado”, manifiesta Fernández.
Ante esta postura, ¿qué piensa Avendaño, el director del proyecto? ¿Le pareció que la decisión fue adecuada?
“No pensamos mucho en eso. Nos preocupaba que estuviera en una bodega y que se estuviera deteriorando. Nosotros tuvimos que pagar una restauración porque estaba desinstalado. No lo pensamos mucho”, afirma Avendaño. “Pensamos en un rescate de una obra de gran validez y realmente en el Centro de Convenciones todo el mundo lo podrá ver”.
Así ha llegado el mural Alegoría de la Segunda República después de 16 años de incertidumbre.
Actualmente, el centro planea exponer la obra de manera permanente y, según manifestó Juan Carlos Borbón, gerente de proyectos del Centro de Convenciones, se realizará un análisis dentro de cinco años para evaluar con el MAC el efecto que ha tenido la exposición de la pintura.
“Haremos esa evaluación porque en un principio acordamos con el Consejo de Aviación Civil un plazo de préstamo de 15 años. El Instituto Costarricense de Turismo se compromete con la restauración, mantenimiento y aseguramiento de esta obra, valorada en aproximadamente ¢280 millones”, dice Borbón.
Dentro de ocho años, el mural será nuevamente restaurado. Por el momento, Alegoría de la Segunda República se exhibe con su cargada historia a sus espaldas, en un relato al que todavía le quedan muchos años por delante.