Redacción
El pintor Edward Hopper alguna vez confesó que "el gran arte es expresión externa de una vida interior del artista y esa vida interior será la que determine su visión personal del mundo. Pero por mucha invención del intelecto que haya, nada es capaz de sustituir el elemento social de la imaginación".
Esta cita representa la obra del pintor cubano y madrileño Felipe Alarcón, quien en el 2014 expuso en nuestro país en la Galería Nacional como parte de muestra Viaje al trópico.
Ahora, en su obra más reciente, Alarcón le ha dado a su manera, una visión estética a Miguel de Cervantes que implica significados de volumen, espacio, posición, solidez y movimiento.
En una entrevista para Viva, el artista explicó las intenciones detrás de su nueva serie llamada ADC Cervantes, que conmemoran el 400 aniversario de la muerte del celebrado escritor.
¿De dónde surge el interés por Cervantes y el Quijote?
El interés por Cervantes y el Quijote surgió en mi etapa como estudiante en la Academia Nacional de Bellas Artes en Cuba. Ahí fui eclipsado por la obra de Cervantes. En esa época llenaba mi libreta de dibujos del Quijote y de Dulcinea. Más tarde, la Editorial Summa de Madrid me encargó 24 dibujos de este personaje, así que me propuse a hacer una serie llamada Sueños Cervantinos. A partir de eso, Cervantes y el Quijote me atraparon en su universo.
¿Qué lo inspira de esta figura; por qué resulta interesante, como artista, volver a este tema?
Cervantes y su obra me sirvieron para revivir una de las obras que más me gustó de mi etapa como estudiante, además me identifico con el Quijote, y como él se enfrentó a la sociedad luchando por las injusticias. Creo que todos hemos sido en alguna etapa de nuestra vida un Quijote. Como artista me parece importante volver a retomar una novela tan universal y que es parte de la influencia de la cultura española en nuestra cultura latinoamericana, ya que nos da un ADN en nuestra identidad. Ilustré el libro que cualquier artista quisiera realizar.
¿Por qué incorporó materiales orgánicos en las piezas?Incorporé materiales orgánicos como azafrán, colorantes, pimentón y vino tinto, para darle más autenticidad a la serie y para acentuar mis raíces como artista experimental y creativo, teniendo en cuenta que en los orígenes el indio taíno de Cuba pintaba con productos naturales que le brindaba la naturaleza, como el verde de las plantas y el rojo de la tierra. Retomé el vino y el café que fueron mis recursos artísticos cuando escaseaban los materiales en Bellas Artes. Esto hizo reinventarme y también no dejar de pintar.
¿Cómo fue el proceso de elaboración de las obras?
El proceso es libre a pesar de tener el tema y el concepto de la serie. Dejo que la espontaneidad y la creatividad primen a la hora de crear. La serie Sueños Cervantinos dio origen a otras series como ADN Cervantes. Y desde el punto de vista formal, utilizo collages y fotos que introducen al espectador a varios micromundos que conviven en un mismo plano, donde las figuras se superponen entre sí y dan continuidad a otras en un laberinto del caos que se multiplica una y otra vez. La tinta, la acuarela y el acrílico se mezclan y conviven.
¿Qué nos puede decir el Quijote hoy? ¿De qué modos podemos leerlo en el presente?
Creo que la grandeza de esta obra es que está muy vigente. Hay un simbolismo entre la lucha del Quijote enfrentándose a los molinos, y nuestra realidad donde la crisis global desata diferencias de clases; y donde estamos viendo en Europa la ola de refugiados que emigran a otros países en busca de una oportunidad. El Quijote de hoy nos enseña a luchar por nuestros sueños, y por la injusticia global. Es una obra que nunca pasará de época, ya que entre lineas siempre esconde un mensaje y nos muestra a un Quijote apasionado que sueña en luchar contra la injusticia.
Finalmente, ¿dónde se ha exhibido este trabajo y qué sigue para el proyecto?Se ha exhibido en la Universidad de Saint Etienne en Francia. Actualmente está expuesto en el Museo Cervantino del Toboso en España donde se encuentra permanentemente. El proyecto continuará en el Centro Hispano de La Habana. En noviembre estará en el Museo Cervantes de Esquivias en Madrid, y en diciembre estará en la Universidad de Navarra en España.
Colaboró Fernando Chaves.