A diferencia de lo que podría suceder con muchos otros artistas, decir que los conciertos de Joshua Bell son predecibles no podría ser un comentario más positivo.
El estadounidense siempre es una zona segura para el espectador hambriento: un violín derrapante, virtuosidad en cada momento, aplausos incesantes y un público de pie son la constante en todos sus recitales, sin importar en qué país se presente.
Costa Rica vivió esa dicha hace dos años, cuando el virtuoso ofreció un único concierto en el Teatro Nacional.
El regocijo se repetirá este año y con mayores condimentos, cuando Bell regrese a territorio nacional para acompañarse de la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia, un ensamble que en esta década apareció para refrescar los recitales de cámara.
“Estoy muy feliz de regresar a Costa Rica”, dice Joshua Bell mientras maneja en una calle de Los Ángeles.
“Cuando estuve pasé un gran tiempo allá, conocí personas fascinantes y la audiencia fue fantástica. Estoy muy emocionado de volver”.
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En conversación telefónica, el músico de 50 años afirmó que acompañarse de la orquesta colombiana representa un momento especial en su carrera.
“Estoy muy emocionado porque trabajar con ensambles jóvenes me da mucha energía. El entusiasmo que transmite un muchacho es muy diferente porque muchos jóvenes no ven los conciertos como solo un trabajo, sino como un regocijo. Es algo especial”, asegura.
Lo mejor de dos mundos
Joshua Bell y la Orquesta Filarmónica Joven. Estados Unidos y Colombia. Dos panoramas diferentes pero que se cocinan con exquisitez cuando de música se trata.
Por cuenta aparte, ya sería una gran atracción recibir a uno de los dos artistas que visitarán el país, pues su historia se cuenta sola.
Joshua Bell, un prodigio que ha caminado en una cuesta hacia arriba, comenzó a tocar desde los siete años.
Coronarse como uno de los mejores violinistas del mundo se ve desde lejos como una tarea fácil para él: sus tempraneras giras europeas durante la adolescencia demostraron que el norteamericano proyectaba una carrera de mecha larga.
Con más de 40 álbumes en su discografía –y con el reciente estreno de su nueva producción de obras de Max Bruch–, ha demostrado no solo ser un maestro del repertorio clásico, sino también ser una manifestación de música sin fronteras, donde el jazz, blues, pop y rock pueden interactuar sin discriminación.
Pero lo que muchos no saben del aclamado violinista es una pasión un poco más oculta: compartir con músicos jóvenes lo llena de vida.
Para Bell, el mundo de la música está dejando de subestimar a los jóvenes aspirantes.
“Yo creo que a la población le gusta ver a los músicos desde pequeños en la televisión. Ven su pasión y es algo que me hace sentir muy emocionado. Yo también empecé muy joven y cada vez el nivel de exigencia se eleva con fuerza”, dice el violinista.
Con esa aseveración concuerda Carlos Buitrago, director artístico de la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia, un proyecto que desde hace ocho años ha sido un refugio musical para muchachos de edades entre 16 y 24 años. “El mito de que por ser joven no toca bien va desapareciendo. Más bien, está sucediendo lo contrario: los jóvenes cada vez vienen más preparados”, señala Buitrago.
“Con este proyecto, los jóvenes complementan su formación con las giras, los profesores de primer nivel, talleres… El desarrollo de la educación musical es exponencial. Ahora, un buen director no apostaría en trabajar en orquestas pensando en las edades de los músicos, sino en su calidad musical”.
Joshua Bell eligió trabajar de nuevo con la orquesta colombiana tras llevarse una buena impresión en el 2010.
El violinista también quiere aprovechar la oportunidad de verse como un mentor tras la experiencia que vivió en el 2014, cuando fue parte de una producción de HBO de clases maestras para jóvenes músicos.
“Es muy divertido verme del otro lado, como profesor. Yo llevo más de 30 años dedicado a esto y poder contagiarme de la emoción que transmiten muchachos tan jóvenes es estupendo. Ojalá podamos compartir bastante e intercambiar experiencias”, confirma Bell.
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Por su parte, Buitrago indica que estas experiencias dan un balance entre disfrute y tensión por los altos niveles de exigencia.
“Siempre hay una responsabilidad total cada vez que pisamos un escenario, algo que se acrecienta más cuando estamos a nivel internacional. La posibilidad de tocar con Joshua Bell genera esa chispa en los muchachos que marca un nivel diferente, algo que individualmente representa un gran reto”, señala el director sudamericano.
Concierto único
Desde sus orígenes, el ensamble de Colombia ha albergado a más de 400 músicos de diferentes regiones de Colombia.
Estos jóvenes intérpretes han estado bajo la batuta de importantes directores como Andrés Orozco-Estrada, Andrew Gourlay, Rinaldo Alessandrini, Salvatore Accardo, Adrián Chamorro, Alejandro Posada, Claudio Cruz, Matthew Hazelwood y Christoph Wohlleben.
Para la presentación en Costa Rica, la Filarmónica Joven tendrá como director invitado al venezolano Rafael Payare quien en esta temporada también ha estado al mando de la Filarmónica de Viena, la Orquesta de Cámara Mahler, la Sinfónica de Chicago y la Filarmónica Checa.
En nuestro país, los músicos interpretarán Íntima, una leyenda oriental con ritmos andinos compuesta por el colombiano Adolfo Mejía.
Los intérpretes presentarán Concierto para Violín y Orquesta #1 de Max Bruch, una de las obras favoritas de Bell.
Finalmente, se presentará Sinfonía #10 de Shostakovich, una obra escrita tras la muerte del político Stalin y que retrata los oscuros pasillos que dejó la dictadura soviética.
“Estamos conscientes de todo lo que esto representa. Tocar por primera vez en Costa Rica es muy importante. El concierto será muy hermoso”, afirma Buitrago.
“La emoción es bastante porque quedé muy encantado de la visita anterior. Ahora acompañarme por esta gran orquesta me genera muchos sentimientos. Tengo una gran expectativa”, concluye el violinista.
Bell y la Orquesta Filarmónica Joven se presentarán el domingo 8 de julio, a las 6 p. m., en el Teatro Melico Salazar.
Las entradas para el recital se pueden adquirir en el sitio specialticket.net y se venden en puntos Servimás, Bansbach y Grupo Mutual.
Los precios de los boletos van desde los ¢20.000 a los ¢86.000.