Una mañana reciente, en su sala de ensayos en Sabanilla , Andrea Catania cerró los ojos antes de transformarse en otra Andrea Catania en escena. La oscuridad del salón de madera la perforaban algunos rayos de sol que se colaban entre los tablones de las paredes; del mismo modo, Versus , que se presenta este fin de semana, deja que impulsos de todo tipo se filtren en su forma.
El espectáculo unipersonal, dirigido por Alex Catona y con diseño de luces de Álvaro Piedra, es una confrontación de cambios en la vida de sus creadores, especialmente tras el fallecimiento del gran actor Alfredo Catania –padre de Andrea– en el 2014 .
LEA MÁS: Alfredo Catania, un maestro incansable del teatro
“Es difícil, como exponerse, como estar desnudo. Es un reto muy grande porque no hay máscaras, no podés esconderte en ningún lado”, explica Catania. En escena, las luces crean la escenografía; hay escasa música, pero el campo sonoro lo crean la respiración de la intérprete y los movimientos de sus pies.
Tal énfasis en la respiración, quizá, apunta a esa compenetración tan estrecha de ambos artistas con esta obra. “No es solamente algo primordial, instintivo y básico, sino que tiene un valor sonoro. ¿Cuál es el soundtrack de tu vida? Tu respiración, que te acompaña siempre”, explica Catona.
“(La idea es) ir cambiando la forma, pero manteniendo la esencia. Si logro entender la esencia, la forma, estructura y el orden pueden ir variando”, comenta. Así es el trabajo de Alex y Andrea, abierto a lo que el proceso de trabajo genere en ellos (incluidas las dudas, los errores, el temor, la reacción del cuerpo).
“Nuestro método de trabajo es involucrar todo lo que nos pasa en la vida cotidiana; lo llevamos adentro del estudio”, dice Catona. “Cuando uno entra a una clase o estudio, te dicen, estás aquí para trabajar, deja toda tu mierda afuera. Nunca entendí eso. Para mí, el arte, la escena, es justamente un lugar, quizás el único en la sociedad, adonde puedo llevar toda mi mierda para tratar de encontrar la esencia de lo que siento, tratar de encontrar caminos para salir de eso o para gozar, si es algo positivo. No separamos la experiencia escénica de la vida cotidiana”, complementa el artista. No se trata de acumular ideas o material y darles forma en el estudio; más bien, se genera allí mismo: “¿Qué huella ha dejado el ensayo de ayer en tu cuerpo, en tu mente, en el espacio, para el ensayo de hoy?”.
De este modo, Versus , que se estrenó con otra forma en México, es como un coral: una obra porosa, penetrada por estímulos internos y externos, “en el borde”, como dice Catona. “Se podría desmoronar o consolidarse en cualquier momento”, agrega.
En su forma actual, explica Catania, es una pieza intimidante, pero rica y retadora para ella. “Tengo dos lugares en los que me escondo: el humor y la parte física y técnica. Al no tener ciertos elementos con los que me siento cómoda, me pone en un lugar más de miedo, de vulnerabilidad, porque no estoy en mi zona de confort”, describe la artista.
Para quienes siguen el trabajo dancístico de Catania, quizás el primer indicio de que sale de su zona de confort es la escasez de trabajo con el piso, frecuente en otras de sus piezas. Pero aparte de lo técnico, claro, Versus exige un involucramiento emocional profundo. ¿Cómo se siente al verse a sí misma ejecutando la pieza? ‘Confundida. Frágil. Como en una búsqueda. Y eso es rico, porque con los años te vas como encontrando y, de repente, te salís de ahí, y vuelve ese vértigo de no saber dónde estoy parada’, confiesa.
En aquella casa en Sabanilla, Andrea trabajó algunas obras con su padre y otras con Catona, su pareja. Ahora, es donde la pequeña hija de ambos asiste a ver sus ensayos. “La vida tiene que seguir; de por sí, va a seguir, pero debe hacerlo en lo emocional, en lo psicológico, porque tenemos una hija”, considera Catona.
Versus , así, no es oposición, sino balance: “Es tan absurdo ir al Teatro de la Danza a hacer esto... pero, de repente, estás ahí y eso es lo único que tiene sentido”, concluye Catania.
Versus se presentará hoy y sábado, a las 8 p. m., y el domingo, a las 6 p. m. Las entradas valen ¢5.000 (general) y ¢2.500 (estudiantes y carné de oro). Tel. 2256- 4838.