Fascinado por la crónica, Pedro Plaza Salvati la manipula a su gusto. El escritor venezolano –nacionalizado como costarricense en marzo del año pasado, precisa– juega con la realidad como el lienzo para la ficción.
El lugar de las nubes (Uruk Editores), su primera novela publicada en Costa Rica, es un cuaderno de viaje por lugares turísticos familiares y, al mismo tiempo, por los documentos de una investigación histórica.
¿Qué fue primero? ¿El libro o el viaje por Costa Rica?
La primera vez que vine a costa Rica fue en el 2005. Por casualidad, estaba interesado en una de las historias principales que narra el libro. Me pusieron en contacto con la gente que maneja el archivo del Teatro Nacional. Me mostraron libros, fotos y los programas del año 1936. Eso se me quedó grabado en la memoria.
”Con los años, fui yendo y viniendo de Costa Rica. Finalmente nos residenciamos acá en el 2014. En marzo del 2016, obtuve, con mucho orgullo, la nacionalidad costarricense. Este es el primer libro que publico acá.
”Por un lado, está el hecho de averiguar un hecho histórico y saldar una deuda con el pasado, para lo cual el personaje hace este viaje y se interna en la Biblioteca Nacional. (...) El personaje está muy interesado en descubrir esa historia de Costa Rica, así como encontrar su idiosincrasia.
”Luego está el tema de la sanación de un divorcio traumático y viene a Costa Rica a curar esas heridas. (...) En vacaciones en Manuel Antonio, empiezan a despertar inquietudes que tiene respecto a la evolución de las especies. Es un libro que trata muchos cuestionamientos existenciales”.
El libro está lleno de mini viajes: del aeropuerto a Manuel Antonio, de Manuel Antonio al Gran Hotel Costa Rica. Empieza a tomar taxis y con cada taxista tiene un encuentro particular.
Veo dos viajes paralelos: una crónica, el recorrido por el país; y un viaje interno para que el personaje resuelva las preguntas que han nacido a raíz del divorcio.
Sí. Está bien dicho. Es un viaje físico y un viaje interno. A veces uno tiene que conversar con alguien para entender lo que uno a escrito (risas).
¿Cómo nació el personaje?
El personaje no tiene nombre. Eso es intencional. Mucha de la literatura es autobiográfica pero yo no creo que soy como el personaje. Muchas cosas están conectadas con la experiencia propia. A mí me gusta centrarme en la realidad y agregar pizcas o dosis de ficción para que engrane la obra.
”Este personaje es ficticio pero tiene algunas cosas de las experiencias que he vivido aquí. No soy yo ni mucho menos. No me identifico con su forma de ser: indeciso, ambiguo.
”Él se da cuenta, a medida de que ve las cosas, de que en Costa Rica hay dos países”.
Su proceso migratorio, ¿afectó el asombro con el que vio a Costa Rica para retratarla en la novela?
Con el asombro y el agrado. El que es venezolano viene de una realidad alterada. Es demasiado surrealista. Cae una vaca del aire, pintada de rojo, y seguimos hablando normalmente. La gente ha perdido la capacidad de asombro.
¿Cómo debería acercarse un lector al libro? ¿Cómo una crónica del viaje o como una exploración interior del personaje?
Cada lector es distinto, lee desde su punto de vista, y se va formando una idea de qué es un texto. Yo no creo en la división estricta entre cuento, novela, ensayo, crónica, etcétera. Este libro tiene mucho de crónica pero es una novela. Tiene ficción, tiene no ficción. Lo veo como una novela.