El autor de súper ventas, Patricio Sturlese, visita el país para promocionar El jardín de los ciervos, cuarta novela de su autoría que reafirma su pasión por el género gótico. Este escritor argentino de 45 años conversó con Viva sobre la formación de su estilo literario.
–Además de ser catalogado como un escritor gótico, muchos lo etiquetan como un autor del género sacrothriller, aspecto que no es usual escuchar. ¿Cómo podría diseccionar lo que significa este género?
–El género gótico es el gran género del cual podemos sostenernos para contar otros estilos. El sacrothriller es un género dentro del gótico del cual se desprenden mis primeros dos libros, en el que toco temas de la historia de la iglesia. Simplemente es un subgénero que aparece dentro de ese gran espectro, que no olvida lo esencial de lo gótico, como lo es el misterio, el suspenso y el horror, cargado con una impronta muy fuerte sobre el paso del tiempo, de la nostalgia por los castillos, catedrales, monasterios...
–¿Ese interés surgió por sus estudios en filosofía y teología o databa de antes?
–Nació desde que era muy chico, cuando jugaba frente a mi casa en un lugar abandonado. Ahí jugaba escondido con mis amigos. En esa casa miraba las paredes con colores deslucidos, las ventanas sin vidrios, las baldosas llenas de hierbas, partes del techo incompletas... Me gustaba imaginar que ahí había vivido una familia, que en algún momento eligieron el color de esas paredes. Veía un clavito en la pared y me ponía a pensar qué clase de cuadro estuvo allí. Yo reconstruía la vida de esta gente con mi imaginación. Yo no estaba dentro de una casa abandonada; estaba dentro de un género literario que se había cristalizado cuando yo tenía diez años. Era un escritor sin máquina de escribir; solo faltaba plasmarlo en papel.
–¿Cómo reaccionaba su familia ante sus primeros textos?
–Mi familia siempre lo tomó como una loquera, como una actitud bohemia, algo que quizá iba a ser superado con el tiempo, pero fue todo lo contrario. Cuando me di cuenta, escribía durante noches enteras sobre lo que me apasionaba... Por dicha eso llegó al escritorio de un editor que convirtió mis libros en novelas que ahora llegan a treinta países. Es un sueño.
–¿Hablar sobre temas sacros en algún momento lo atemorizó?
–Estuve asustado cuando salió el primer libro porque en ese momento estudiaba teología con jesuitas en un instituto importante que tiene la biblioteca más grande de filosofía del continente y donde fue rector nuestro actual pontífice. Tenía miedo porque nunca había experimentado qué es la vida de un escritor profesional. Yo trabajaba cuidando jardines, así que las primeras críticas me atemorizaron. Un día me senté con los jesuitas, leyeron el libro y les pareció una novela entretenida. Como acto de apoyo pusieron mi novela en la biblioteca de teología como diciendo “salí tranquilo al mundo”. Ese respaldo hizo que dejara de atemorizarme.
–¿Ha sufrido censura a causa de tocar estos temas?
–En dos países quitaron mis libros de la venta en el 2009. Fue en Ecuador y El Salvador. Llegué a realizar giras literarias y apenas bajé del aeropuerto me informaron que habían removido mis libros. Creían que mis libros venían a trastocar dogmas de fe, cosa que no sucedió. Quien ha leído mis libros sabe que son aventuras que retratan una época. Acepto que son controversiales porque hay escenas fuertísimas en salas de tormentos con los inquisidores, así como hay escenas de sexo intensas que provocan repudio.
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–Tras eventos como este, ¿en algún momento ha intentado autocensurarse? Tal vez de manera inconsciente...
–No, jamás. Lo que yo quiero es retratar una época de la historia, dando matices de lo que existía en ese momento. Hoy en día es claro que la visión de la Inquisición es muy diferente. Sería raro ver a un inquisidor como el héroe de una historia. Aún así, eran personas que venían a combatir el mal, con su miramiento sobre la realidad y eso es lo que retrato, aunque no esté de acuerdo. Ellos creían que estaban haciendo lo correcto. De la misma manera, cuando la inquisición actuaba, había muchísimas órdenes católicas de misión con trabajo pastoral y evangelizador en zonas inhóspitas. Ese contraste enorme de miradas es lo que me interesa y procuro hacer al retratar una época.
–Es solo un retrato que no pretende ser polémico, ¿no?
–Exacto. No estoy dispuesto a vender un libro por escándalo. Más bien me apena que exista un público que no pueda leer mis libros, sobre todo los niños. Hay padres que lamentan no darle mis libros que han leído a sus hijos y yo los entiendo. En presentaciones de libros, han llegado niños a los que les he negado el autógrafo porque no están con sus padres. Yo no me siento bien de dar el consentimiento de mi libro a un menor de edad. Yo me tomo fotos con ellos y todo siempre y cuando estén con su familia. Esa es una autodeterminación mía.
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–¿Cómo es para usted que lo etiqueten como autor de género?
–Es lo que soy. Me gusta que me etiqueten como gótico porque vivo el género. Al ser gótico hablamos de autores como Bram Stoker que hizo Drácula hasta Carlos Ruiz Zafón con La sombra del viento... Mi limitación por ser gótico me la demuestra la misma literatura, cuando leo autores que me encantan y de los cuales no podría escribir como ellos. Para mí poner un celular en una historia es un cortocircuito; lo mío son los candelabros, los carruajes, los castillos...
–¿En algún momento intentó salirse del género gótico?
–Sí, y fue muy extraño. Fue en un tiempo en que leí la saga Millenium de Stieg Larsson. Tenía muy presente cómo jugaba con el misterio, los detectives, las persecuciones... Quise intentarlo pero al momento en que me vi en la obligación de poner un teléfono celular dentro de la historia, acabé (risas).
La gira de Sturlese por América se puede seguir desde la cuenta de Instagram @patriciosturlese.