Todos los miércoles, día de la audiencia pública en la plaza de San Pedro, el Papa pasa frente a la escultura de San Marcelino Champagnat.
La imagen del fundador de la orden Marista ocupa uno de los 39 nichos para santos diseñados por Miguel Ángel Buonarroti hace más de 450 años.
Sobre su base de mármol blanco de Carrara está estampada la firma del escultor costarricense Jorge Jiménez Deredia, el primer latinoamericano en instalar una escultura en el Vaticano. Esta de San Marcelino se convirtió en la imagen oficial del Jubileo, en el 2000.
Con su tradicional atuendo negro, sin corbata y barba entrecana, el hijo de Enrique Jiménez García y Gladys Ramírez Aguirre hizo historia ese miércoles 20 de setiembre del 2000 ante la presencia del hoy San Juan Pablo II, cuando el papa que bendijo la imagen.
No fue sencillo llegar hasta ahí para colocar su nombre y el de Costa Rica en el corazón de la Iglesia y ante la mirada del mundo.
Tuvieron que transcurrir muchos años de intenso trabajo, días y noches con frío y hambre, en un viaje personal que ha llevado a Jiménez Deredia a reflejar en sus obras la imagen de su propia alma.
Sencillez, su marca
“Nací en una casita muy pobre, cerca de la vieja estación del tren de Heredia. Mi papá, Enrique Jiménez García, es un radiotécnico de 74 años y mi mamá, Gladys Martínez Aguirre (de la misma edad), es ama de casa. Nosotros somos siete hijos.
”Cuando yo tenía 7 años, mi padre quedó completamente paralítico. Esto fue determinante en mi vida. Con su gran carácter, después de un año de no mover el cuerpo, papá empezó a tener movimientos en las manos. Perdió los músculos de los dedos y, a pesar de eso, nos mantuvo a los siete hijos. (...) Es un hombre muy orgulloso. Nunca quiso un bastón. Entonces, yo de los 7 a los 13 años fui su bastón.
”Cada vez que él se levantaba, se apoyaba en mí. Yo tenía que estar muy cerca de él y probablemente asimilé esa gran fuerza de luchar en la vida. Mi papá decía de que, a pesar de las circunstancias adversas, uno puede realizar sus sueños porque existe la fuerza de voluntad”.
Así fueron descritos en esta Revista, con sus palabras, los inicios de un hombre sencillo que hace magia con el mármol de Carrara, y con el bronce.
Con estudios de Arquitectura, Filosofía y Bellas Artes, Jiménez Deredia pasó a formar parte de la Academia de las Artes del Diseño (Accademia delle Arti del Disegno), en Florencia, en el 2006. En esa exclusiva lista están personalidades de la historia universal como el genio del renacimiento Miguel Ángel o el científico Galileo Galilei.
Según consignó entonces este diario, esa era “la primera vez en la historia de esta academia, dedicada al desarrollo del arte y la ciencia, que se elige a un integrante no europeo”.
El Foro Romano y los Jardines de Boboli del Palacio Pitti, en Florencia, Italia, o Valencia, en España, son algunos de los escenarios donde ha colocado su creación.
En junio del 2009, se convirtió en el primer artista contemporáneo en exponer en el Foro Romano hasta donde llegaron sus figuras inspiradas en las esferas de la península de Osa.
Esa fue la primera escala de un viaje mayor: su exposición La ruta de la paz, un proyecto para llevar sus obras desde Canadá hasta Argentina.
Fue a propósito de esa exposición que el Maestro dijo: “Si no entendemos de dónde venimos, no sabremos adónde ir. Este un llamado a observar la historia profunda para entrar en la modernidad. Es un gran sueño. No sé si me alcanzará la vida para hacerlo. Es una llamada de atención, en clave contemporánea, de que aquí hay algo que debemos observar”.