La escritora Tatiana Lobo Wiehoff, nacida en Chile y con el corazón costarricense desde hace casi seis décadas, falleció este miércoles 22 de febrero del 2023 a los 83 años.
Lobo Wiehoff fue una escritora muy querida en Costa Rica, autora de célebres novelas como Asalto al Paraíso (1992), Calypso (1996), El año del laberinto (2000) y Candelaria al azar (2010), ganadora de prestigiosos premios y reconocimientos y una voz crítica con una gran agudeza y lucidez.
La noticia de su muerte fue confirmada por su hija Montserrat Blanco Lobo, quien dio a conocer la información por medio de sus redes sociales.
Tatiana Lobo nació el 13 de noviembre de 1939 en Puerto Montt, Chile y fue una trotamundos que vivió en países como Alemania, España y Rumanía.
“Soy la hija mayor de una mujer viuda que tuvo esforzarse muchísimo para sacar adelante a sus tres hijos. La vida no la venció y me di cuenta que una mujer puede no solamente vivir sola, sino ‘apechugar’ sola y en circunstancias difíciles”, detalló Lobo en una entrevista con La Nación en el 2016.
La escritora reconocía que su “juventud estuvo llena de viajes impulsivos y trabajos temporales que le permitieron recorrer, de a poquitos, las ciudades de Alemania”.
Además, se tomó el tiempo para estudiar. En su país natal se formó en teatro en la Universidad de Chile; posteriormente, se especializó en cerámica en la Real Escuela de Cerámica de Madrid.
Su paso por Costa Rica marcó su vida y fue aquí donde vivió la mayor parte de su vida. Llegó cuando todavía era muy joven. De hecho, obtuvo la nacionalidad costarricense en 1967, a sus 28 años.
Fue en este país de Centroamérica donde desarrolló su carrera profesional y publicó toda su obra, por ello, siempre se le ha considerado una escritora costarricense.
A lo largo de su carrera escribió novelas históricas y de ficción, crónicas coloniales, obras de teatro, cuentos e, incluso, algunos textos periodísticos.
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Sus obras eran conocidas pues muchas de ellas estaban relacionadas con investigaciones que realizaba y con sus experiencias personales, entre ellas cuando vivió en el Caribe costarricense, donde trabajó con comunidades indígenas.
De hecho, Asalto al paraíso, su primer libro, se publicó en 1992. Es una novela histórica ambientada en la época colonial de Costa Rica. En una entrevista, la autora explicaba que escribió la obra después de perder su trabajo en el sector público, cuando decidió recorrer en un jeep las comunidades indígenas de Costa Rica para escribir sobre la revolución que lideró Pablo Presbere en 1709.
A lo largo de su carrera, ganó tres veces el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría y una vez del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en México. Además, ganó el premio Áncora, que entregaba La Nación, y el Premio de la Academia Costarricense de la Lengua.
La ceremonia de despedida de la escritora será este jueves 23 de febrero de 5 a 9 p. m. en la Funeraria del Magisterio Nacional, en San José, en la Sala Monarca 3.
Literatura de luto
El fallecimiento de la escritora dejó un vacío entre los escritores costarricenses, quienes mostraron su tristeza ante la sensible pérdida.
El genealogista Mauricio Meléndez, que escribió con ella el libro Negros y Blancos: todo mezclado (1997), la describió como una persona “extraordinaria, crítica, fuerte, resiliente y defensora de los derechos de quienes se vieran violentados (fueran mujeres, negros, indígenas, etc.) por cualquier tipo de poder”.
“Se fue una gran maestra y amiga, quien impulsó mis primeros pasos en la escritura, dándome el honor de la coautoría de un libro e impulsando mi trabajo en el campo genealógico. ¡Gracias eternas!”, aseguró.
El escritor Carlos Rubio también se unió al duelo por la muerte de la escritora, por medio de su cuenta de Facebook, a quien calificó como una mujer “crítica, mordaz, siempre pensante, trabajadora e incansable de la palabra”.
Su incisiva mirada en la identidad era un bisturí que penetraba en lo profundo. “Lograba ver las construcciones míticas de las naciones con una facilidad única, pero quiso el destino (en realidad ella así lo quiso) que Costa Rica fuera el principal foco de atención de sus múltiples trabajos literarios, donde la sociedad costarricense del pasado remoto y del pasado más reciente pero también del presente, se viera reflejado para evidenciar los mitos que sustentan (quizá no tanto ya) nuestra ‘historia oficial’”, explicó Meléndez.
Por ello, para el escritor José Chacón Lobo aportó uno de los tesoros literarios más importantes de las últimas décadas. “Con un ojo nos veía como extranjera, con el otro como costarricense y con ambos con una criticidad envolvente. Aún en sus publicaciones en redes sociales podíamos ver su extranjería chilena y su corazón costarricense”, afirmó.
El ensayista y narrador Álvaro Rojas coincidió en que fue una gran investigadora de la historia de Costa Rica y que ese conocimiento la llevó a convertirse en una de las grandes escritoras costarricenses.
“Fue una gran estudiosa, una gran crítica de los mitos de la identidad costarricense y yo creo que dentro de su literatura hay una gran lección sobre lo que los costarricenses pensamos que somos y, desde el punto de vista de ella, una pregunta de si eso es verdad o no y lo hace con talento literario; sus novelas se sostienen por sí mismas”, expresó Rojas.
Por su parte, el autor Rodrigo Soto resaltó el hecho de que Tatiana Lobo “nunca quiso aprender a callarse”.
“Eso le trajo algunos adversarios y también algunos amigos (...). Recuerdo, como si lo estuviera escuchando hoy, el relato de sus impresiones cuando por primera vez descubrió en Costa Rica a una señora negra, vestida de domingo, entrando al hotel Bristol, en el barrio La California, no lejos de la estación del Ferrocarril al Atlántico. De la fascinación que le produjo ese descubrimiento, nacerían Asalto al paraíso y, después, Calypso.
“Recuerdo también que en aquella ocasión refirió que para escribir –vivía entonces en el Caribe– se ataviaba con un collar que le habían regalado sus amigos talamanqueños, hecho con dientes de felino. Del Caribe, se fue a vivir a La Paz de San Ramón, donde sospecho que tampoco encontró la paz que de alguna forma buscaba. Ahora, confío, la ha encontrado. ¡Gracias por todo, vieja peleona! Ya estás volando con los zopilotes y con las águilas del otro lado del viento”, detalló Soto.
La socióloga Montserrat Sagot se despidió en Facebook de la escritora, con unas palabras para la “apreciada Tatiana”. “Nunca olvidaré tu inteligencia, tus ácidas críticas, tu maravillosa escritura y la forma en que despedazabas en un dos por tres los argumentos mediocres o mal planteados. Una de las primeras personas en denunciar públicamente y solidarizarse con las víctimas del hostigamiento sexual en la UCR”, publicó.