Tres generaciones de artesanos oriundos de San Vicente de Nicoya, Guanacaste, trabajan por mantener viva la tradición de la cerámica chorotega.
Zoraida Grijalba, de 76 años, aprendió de sus padres un arte para la vida –la alfarería– y se preocupó por enseñar este milenario oficio a su hija Maribel Sánchez Grijalba y a sus nietos Luis Fernando y Johnny.
Una muestra de piezas de cerámica elaboradas por estos artesanos guanacastecos se exhibe en la galería del Auditorio Roberto Sasso, de la Universidad Véritas, en Zapote, San José.
Bajo la curadoría del diseñador Luis Fernando Quirós esta exposición procura acercar al público del Valle Central a un oficio tradicional que rescata el rico legado de la cultura chorotega.
Se exhiben cerca de 50 piezas, unas de carácter utilitario y otras más decorativas.
“Existen en la zona varias familias que se dedican a fabricar y comercializar piezas de cerámica, pero hay factores que propician la desaparición de esta forma de arte tan auténtica”, explicó Quirós. Según el curador, muchos de los pobladores, especialmente los más jóvenes, prefieren seguir otro tipo de ocupaciones antes de dedicarse a la alfarería como modo de subsistencia.
Sello distintivo. Quirós afirmó que la cerámica fabricada en San Vicente de Nicoya posee características que la hacen única.
“La artesana Maribel Sánchez y sus dos hijos reinventan la herencia chorotega en sus piezas al incorporar formas e iconografía presentes en el arte de este grupo, explicó el funcionario.
El apego a la tradición también se observa en la técnica y en los materiales utilizados.
“En vez de usar el torno eléctrico para modelar las piezas, ellos mantienen la técnica de fabricación por medio de rollos formados manualmente”, dijo Quirós.
Los materiales necesarios para elaborar las piezas, como la arena “iguana” –de color negro– y el barro provienen del cerro del Curiol, que se levanta a espaldas de la comunidad de San Vicente.
De ese mismo sitio los artesanos extraen las piedras negras, rojas y blancas que luego muelen y mezclan con agua y arcilla para obtener los pigmentos empleados para decorar las piezas.
Por otro lado, las piezas de doña Zoraida Grijalba no llevan decorado y son representativas de los objetos de cerámica fabricados con fines utilitarios.
Ejemplo de ello son los utensilios empleados para hacer tortillas, la olla conocida como “nimbuera” y la famosa alcancía en forma de chanchito.
La muestra se exhibe hasta el 27 de noviembre.