La escritora, poeta y activista nicaragüense Gioconda Belli Pereira recibió este jueves 30 de mayo la máxima distinción en la Universidad de Costa Rica (UCR), el doctorado Honoris Causa en reconocimiento a su visión humanista y trayectoria en el ámbito de la cultura y la literatura centroamericana.
Rodeada de una ovación y eternos aplausos, la escritora compartió durante su discurso que Costa Rica fue el país donde “conoció la esperanza”; un refugio que la acogió durante sus exilios de la patria nicaragüense, primero durante la dictadura de la familia Somoza y luego durante la dictadura de Daniel Ortega.
“Aquí vine a encontrar la esperanza, una tan verde y abundante como los paisajes de esta tierra”, expresó la autora de obras como La mujer habitada (1988) y El infinito en la palma de la mano (2008). Se mostró alegre y agradecida por el reconocimiento del doctorado y el sólido apoyo que ha obtenido del pueblo costarricense.
La UCR reconoció los aportes de la intelectual, quien promueve la cultura general y la transformación social en su obra literaria. A través de la construcción de sus mundos narrativos, donde relata vivencias a partir de la historia y realidad latinoamericana, ha logrado posicionarse como una voz clave en la defensa de los derechos de las mujeres, los procesos democráticos y la libertad de expresión.
LEA MÁS: Nicaragüense Gioconda Belli gana el Premio Reina Sofía de Poesía
A lo largo de su carrera, Belli también ha sido considerada un referente de la literatura centroamericana, debido a su crítica activa de los procesos sociales y políticos del Istmo. En el 2023, por ejemplo, la escritora y otros cientos de nicaragüenses fueron despojados de su nacionalidad. Ella captó la atención mediática cuando, en respuesta a la decisión de la dictadura del presidente Ortega, rompió su pasaporte y afirmó que nadie le quitaría “su nacionalidad nica”.
Durante la ceremonia, Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector de la universidad, describió a Gioconda como una mujer que se apropia de su propio cuerpo mediante la palabra. Una lectora voraz que conoce el poder de las palabras y sigue alzando la voz por quienes callan y aquellos que la han perdido, especialmente en temas de derechos humanos y la liberación del pueblo nicaragüense, aun cuando sus posturas la han llevado al exilio.
La sensibilidad de Belli hacia el arte y la gente nació desde su infancia, en la Managua de 1948. A medida que se formaba en su país y en el extranjero, desarrolló un estilo de poemas incisivos que denunciaban la opresión del sistema patriarcal, alejándose de los roles impuestos por la sociedad por su condición de mujer. En cambio, utilizó su talento para renovar los movimientos literarios precedentes y dar auge a la poesía exteriorista o coloquial, la cual confiere una voz prominente a la mujer.
Giaconda Belli y su cariño por Costa Rica
La intelectual nicaragüense, de 75 años, recordó en su discurso —titulado La esperanza: una isla en la niebla—, la forma en que llegó por primera vez a Costa Rica y las circunstancias que rodearon ese momento, en el año 1975. Eran días complicados, en los que la escritora se comunicaba con mensajes clave mediante teléfonos fijos para avisar a sus colegas que debían abandonar el país; de lo contrario, serían torturados.
Belli logró salir hacia México, pero sus dos hijas, que entonces tenían dos y cinco años, no lo consiguieron.
Inició su exilio en tierras aztecas y posteriormente decidió volar a Costa Rica, para reencontrarse con su familia, estar más cerca de Nicaragua y apoyar la lucha de resistencia contra la dictadura de Somoza.
Se instaló en San José y allí dio a luz a su hijo Camilo, un hecho que, según explicó, fue posible gracias al cuidado brindado por los médicos costarricenses.
En suelo tico, también tuvo la oportunidad de acercarse a otros escritores nicaragüenses como Sergio Ramírez y Julio Cortázar, a quien considera el máximo referente de su literatura, y que conoció un día mientras descendían las escaleras del Teatro Nacional. Tan profunda fue su unión, que hoy Belli y Ramírez comparten el exilio de su patria en Madrid, España.
“En Costa Rica aprendí que la esperanza no es solamente un sentimiento abstracto, lo que le da fuerza es convertirse en una emoción colectiva. Es el voltaje que adquiere cuando se contagia, cuando entra como fluido vital en los vasos comunicantes que desde el principio de los tiempos han constituido la fuerza creativa y transformadora”, añadió la poeta.
A lo largo de su discurso, la afamada poeta no dejó de lado la política. Tanto en la región centroamericana como a nivel internacional, considera que la humanidad enfrenta no solo una crisis política, sino una crisis existencial producto del desconcierto e incertidumbre sobre el futuro.
Comparó el escenario actual de Nicaragua con el mundo de 1984, de George Orwell, describiéndolo como un país donde existe una sensación de encierro en la que “no puede moverse una hoja”. También acusó a los políticos de derecha como Donald Trump y Javier Milei, así como las repercusiones de la crisis climática, donde argumentó que tanto jóvenes como mayores deben ser los primeros en rescatar este mundo “que se está convirtiendo en inhabitable”.
Con estas reflexiones, concluyó su discurso en la UCR con lo que es más propio de ella, la poesía:
Cada muerte nos disminuye
Con palabras engañamos el corazón
vociferamos contra la violencia mientras la invocamos
Anda trasnochacha la solidaridad, huyendo por las razones filosas
en vez de sobar el alma la cuchilla
Hay que recuperar las patrias del dolor
atreverse a borrar la frontera
cometer la osadía de la compasión.