Haruki Murakami, el más popular de los escritores japoneses, evade la publicidad y las entrevistas. El autor de 1Q84 y Sauce ciego, mujer dormida se dedica a narrar un mundo de romance y fantasía que ha desarrollado por 30 años.
Los libros de Murakami, como los de ningún otro escritor de su patria, venden millones de copias en varios idiomas. Sus publicaciones se han convertido en eventos, para placer de sus fanáticos y espanto de sus detractores. Este año, una vez más, lidera la lista de la casa de apuestas inglesa LadBrokes como el primer candidato al Premio Nobel.
Sin embargo, es difícil conocer a Haruki Murakami. Es tan ordinario como sus personajes. Vive tranquilo y apartado de los medios, le gusta correr, ama a los gatos y disfruta del jazz y la música clásica. Por mucho tiempo, se consideró un extranjero en Japón. Le horroriza el comportamiento de las masas: lo suyo es lo único, el individuo y lo que no puede explicarse.
Vuelta a casa. Haruki Murakami nació en Kioto, en 1949. Japón se recuperaba de la guerra y vivía esa agitación cultural que transformó su sociedad en el conglomerado ultramoderno de hoy.
Murakami no se sentía cómodo; más bien, sus afinidades lo acercaban a Estados Unidos y a Europa. Las páginas de Kafka y la música de Miles Davis están más cerca de él que los clásicos nipones.
En 1974, Murakami abrió un bar de jazz en Tokio y, cinco años después publicó su primera novela, Hear the Wind Sing . En apenas dos años había alcanzado tal popularidad que decidió vender el bar y se dedicó de lleno a la literatura.
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (1985) y, sobre todo, Norwegian Wood ( Tokio Blues en español, 1987), cimentaron su fama en Japón. Con las traducciones al inglés, se consagró en el ámbito internacional.
Se fue de Japón para enseñar en Estados Unidos desde los años 80. Fue el devastador terremoto de 1995 el que lo hizo volver sus ojos a su país: dedicó al evento los cuentos de Después del terremoto . Aparte de ficción, ha escrito ensayos, memorias y artículos; muchos de estos textos no han sido traducidos.
Delirio normal. La mejor forma de pensar en Murakami es como un músico de jazz . Se sienta al teclado, o toma el saxofón, según el tono de la pieza e improvisa con el conocimiento de años de práctica impregnado en los dedos. En novelas como La crónica del pájaro que le da cuerda al mundo (1995) y 1Q84 (2009) lo intenta todo y lo incluye todo en su narrativa.
Los protagonistas de las novelas de Murakami son, casi siempre, hechos del mismo molde. Un hombre joven, con una vida ordinaria y sin culpas del pasado, bebedor de cerveza y amante del jazz , encuentra un pequeño agujero en el tejido de la normalidad. Se deja caer.
Pocas páginas más tarde, el héroe reticente persigue a su esposa desvanecida, es acosado por un Hombre Oveja maligno o se pierde en el collage de neón y caos vial que es el Japón de Murakami.
“Para mí, es el escritor que tiene más magia y fantasía que he conocido en mi vida”, declara la autora Julieta Pinto. “Es extraordinario en la creación de personajes y de lugares que uno se pregunta cómo se le ocurrieron”, agrega.
“Me fascinan sus mundos paralelos y su manera de describir las cosas, con metáforas e imágenes muy a su manera”, comenta la traductora Kyoko Obara, quien también rescata su sentido del humor. “Es muy difícil para un traductor extranjero, aunque domine muy bien el idioma, traducirlo”, dice.
Obara también señala que los diálogos entre personajes de Murakami son derroches de ingenio.
Para Murakami, las novelas son bosques y retos; los cuentos, jardines y actividades placenteras. “Ambos procesos se complementan y crean un paisaje que atesoro”, escribe. En esos paseos por la mente, las mujeres juegan el papel de mediadoras: llevan a los protagonistas por caminos inesperados y los ayudan a cumplir su misión – la cual desconocen al principio–.
Pinto también detalla uno de los defectos de Murakami: sus libros suelen extenderse por cientos de páginas en narrativas azarosas y reiterativas. De hecho, muchas traducciones no incorporan todos los capítulos, con permiso del autor.
El escritor William Reuben considera que Murakami narra un Tokio en el cual el pasado mágico convive con la modernidad total. “Esos planos de realismo y fantasía que se intercalan reflejan ese mundo de la tradición y de la sociedad posindustrial y posmoderna”, dice.
“No soy inteligente. No soy arrogante. Soy exactamente como la gente que lee mis libros”, confesó Murakami en The Paris Review .
Su afinidad con la cultura pop se revela en su selección musical: infinidad de canciones resuenan en sus páginas y ven aumentar sus ventas cuando los fans corren a descubrirlas. Los Beatles, W. A. Mozart, John Coltrane, Frank Sinatra... la música es parte del cuento.
La ficción de Murakami tiende puentes entre la realidad y la fantasía, pero invitan a quedarse en el medio. Sus libros desiguales, enormes, adictivos y fascinantes son un camino que no se recorre por el destino al que llevan, sino por el paisaje que permiten contemplar.