“Son los otros quienes han inventado que Suecia es una utopía”, dijo una vez un autor que, a lo largo de decenas de novelas, se encargó de mostrar al mundo la otra Europa. Henning Mankell , uno de los escritores de novelas policiacas más populares del mundo, falleció este lunes a los 67 años en Gotemburgo.
La gran creación de Henning Mankell, el detective Kurt Wallander, protagonizó una serie de 11 libros, entre 1991 y el 2011, cuando el personaje se retiró (en El hombre inquieto ). Con títulos como Los perros de Riga , Arenas movedizas y La quinta mujer , vendió 40 millones de ejemplares de sus libros.
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Fuerte. Mankell no fue el primero de los autores nórdicos en destacar en la novela negra , pero ciertamente alcanzó un vigor expresivo y riqueza temática que conquistaron a audiencias en más de 40 lenguas.
“Usando el espejo del crimen, este tipo de literatura nos dice muchas cosas sobre la vida, y sobre cómo somos los seres humanos”, decía el sueco.
“Con él, entendí que no era tan idealizada la sociedad escandinava, que no era tan perfecta como nos lo hacen creer los medios. Por medio de él entendí que existe gran oscuridad en sociedades ‘perfectas’”, comenta el novelista costarricense Guillermo Fernández.
Con los años, Mankell fue perfeccionando un estilo riguroso, conciso y frío, poco adornado pero rico en detalles, sostén de tramas complejas y crudas, en atmósferas grisáceas y densas.
“Wallander y yo no nos parecemos mucho. Sólo tenemos tres cosas en común: la misma edad, nos gusta la ópera italiana y trabajamos mucho”, confesó a El País . Lo diferente, claro, eran algunas debilidades de Wallander: su afición por la comida rápida, su complicada relación con su hija, Linda, y su alcoholismo.
En una veta de autores como Maj Sjowall y Per Wahloo, el novelista y dramaturgo exploró el reverso de sociedades armónicas en la superficie y perforadas por el desencanto. Moral lábil, nostalgia por una era de oro que no fue tal y la presión de comunidades envejecidas tiñen sombríamente la Europa de Mankell.
Su ritmo trepidante, intercalado con ricos pasajes descriptivos, narra con contundencia una serie de crímenes brutales que, usualmente, surgen de tensiones geopolíticas que van mucho más allá de Europa.
Mankell era explícito en sus posturas políticas, en especial con respecto a la migración, y en el 2010 participó en la controversial Flotilla de la Libertad que trataba de llevar ayuda humanitaria a Gaza.
Mankell mantenía lazos fuertes con África, desde que, en 1972, visitó el continente por primera vez. En 1986, conoció Mozambique y, desde entonces, estuvo ligado a su vida cultural; dirigió por muchos años el Teatro Avenida y fundó una editorial que fomenta el intercambio literario entre África y Suecia.
También fundó el proyecto Memory Books, que ayuda a padres con sida a dejar una memoria para que sus hijos lean. “A pesar de que un libro no cambia el mundo, no podemos cambiar el mundo sin cultura”, consideraba el escritor.
Guardan luto por Mankell su esposa Eva (hija de Ingmar Bergman) y su hijo, Jon.