Jacobo Vélez no puede esconder su emoción tras ser consultado por Viva sobre su próxima visita al país. El vocalista de la banda La Mambanegra sigue entusiasmado por su presentación en el Festival Internacional de las Artes.
La Mambanegra es una banda de break salsa, un género que mezcla la salsa del Nueva York de los 70 con ritmos como el funk, hip-hop y el reggae. Tras el lanzamiento del álbum El Callegüeso y su Malamaña (2015), la banda no ha parado de ser alabada por sus intensas presentaciones en vivo.
–Su banda es reconocida por nutrirse de ritmos muy diferentes. ¿Cuáles posibilidades cree que les ha dado esa combinación?
–Más allá de posibilidades hay una sola posibilidad, que es ser creativo para contar una historia. La vaina consiste en adentrarse en un universo: la salsa neoyorquina de los 70. ¿Qué pasa con esta música en Cali? Hubo un grupo de personas que se hicieron responsables de amar a la salsa. A esos personajes los llamamos coleccionistas. Ellos atesoran colecciones de salsa como si fueran un viñedo.
"Consecuentemente, los discos son vinos; un disco inconseguible (sic) es un vino superfino. Uno como músico accede como un niño a una juguetería. Lo que hace La Mambanegra es poner eso como centro de gravedad e integrarle sonidos que pertenecen a la banda sonora de mi vida, porque no solo me crié con salsa, también amo al jazz, el funk, el reggae... La idea es contar una historia particular. Sé que para la sociedad lo distinto duele pero también refresca. Yo como compositor necesito no repetir y no repetirme".
–¿Cree que en Colombia se ha mantenido la relación de amor con la salsa?
–En Colombia hay algo raro, porque hay una diversidad tan grande que no encontrás ni en Nueva York. Usualmente, los músicos neoyorquinos llegan acá solos y arman la banda acá. Acá se conservó el concepto de salsa y se maduró de otra manera. El lenguaje no se transformó del todo pero hay una manera de tocar acá. Eso sí: hay una vaina en común. Lo que se ha hecho es un discurso a partir del sonido llamado salsa. La Orquesta Guayacán creó un sonido, pero desde Barranquilla se creó otro. El mismo Héctor Lavoe vivió a unas cuadras de mi casa, lo que te habla de la mixtura que existe y que permite que esa música tenga relaciones con cada ciudad.
"En Barranquilla, la salsa está metida a pesar del folclor; en Medellín son salseros a morir; en Bogotá sucede igual... En Cali, que es mi pueblo, hay una característica que la hace más idónea y es que Cali es la segunda ciudad con más afrodescendientes en América Latina. La sangre africana llegó y se acomodó".
–El álbum ha llegado a muchos sitios gracias a las recomendaciones. Hasta la revista Billboard los recomendó. ¿Cómo fue toparse ante tal expectativa?
–Pues mirá, la verdad es que está bien. Te seré honesto: yo me muevo en un mundo extraño. Cuando llegó lo de Billboard yo ni sabía que era esa vaina. Es muy chévere que reconozcan lo que tú haces y lo aprecio pero yo no conocía a Billboard.
"Es una motivación muy válida pero a mí lo que realmente me conmueve es cuando me bajo del escenario y una señora de 60 años me coge las manos y me dice: “Hoy estaba triste y tu me hiciste feliz”. Eso, brother, eso no lo paga un Grammy. Cuando ves a la gente zapateando y alzando las manos, eso es un reconocimiento más grande para mí. Es directo. Te impacta y te conmueve. Como si entregaras amor y te lo devuelven".
–También lo pregunto porque indica que el movimiento salsero no se queda solo en Colombia y se escucha en otras partes del mundo...
Sí. En realidad hace unos años, por allá del 97, pasaron muchas cosas y algo pasó en Colombia desde el punto de vista musical. La sociedad empezó a mirar hacia dentro. Los músicos comenzaron a buscar sus raíces. Uno como blanco buscó raíces negras, por ejemplo.
"Uno como artista empieza a cuestionarse: '¿Qué estoy contando yo? ¿Cuál es mi materia prima?'. Hay una cantidad de artistas que cuentan historias desde adentro. No hay nada más universal que lo local. Cuando entendimos eso, Colombia empezó a proyectarse en el mundo. Bogotá y Estambul estuvieron donde los productores tenían los ojos puestos. Colombia sí está viviendo un momento especial porque la gente presta atención porque nosotros nos prestamos atención".
–En las reseñas de la banda se destaca la intensidad en conciertos. ¿Qué planean ofrecer en Costa Rica?
–Mucho. Yo lo que recomiendo es que ustedes lleven capas oscuras para ver el amanecer porque vamos a llevar una rumba que va a poner a sudar a todos y es muy probable que veamos el amanecer. Lo que se va a ver en nuestro concierto es el sudor. Estamos muy emocionados.