La última vez que José Ricardo Chaves –escritor nacional radicado en México– visitó Costa Rica, fue para encontrarse con el mismo libro: Tránsito de Eunice.
El año pasado, Chaves regresó a su país natal para recibir el Premio Editorial Costa Rica por su nueva creación, y esta semana volvió a visitar territorio costarricense para la presentación de su obra, una exploración que narra en primera persona la vida de Eunice Odio, aclamada autora costarricense que mantuvo un ligamen con círculos esotéricos en toda América.
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Chaves presentará Tránsito de Eunice el jueves 7 de junio a las 7 p. m. en el Instituto de México, en Los Yoses, pero antes conversó con Viva sobre su indagación en la vida de la escritora y el interés por desarrollar un ciclo de novelas inspiradas en mujeres transgresoras.
–Tránsito de Eunice no pretende ser una novela histórica. ¿Cómo construyó la vida de Eunice Odio sin caer en una pieza biográfica?
–Hay elementos de biografía pero al ser una novela hay que inyectar el elemento de ficción, de fantasía. Lo que sería la verdad histórica pasa a segundo plano. La novela va de retomar el personaje de Eunice y, en ese contar, el lector se va enterando de su vida, pero no busca la precisión histórica. Si yo te comenzara a contar de mi vida, seguramente trataría de ser fiel a esa historia, pero se irían colando una serie de elementos personajes, fantasías, deseos, represiones y lo que te cuento según yo sería verdad, pero si eres historiador y revisas los detalles, verías que hay muchas cosas que no “son ciertas”.
–¿Para hablar de Eunice Odio se puede narrar solo una parte de su vida?
–El libro es de toda la vida. La historia empieza con su nacimiento, su infancia en Costa Rica, la juventud, la partida a Guatemala, la vida en México, su estadía en Nueva York, su vuelta a México, un breve viaje a Costa Rica y la vuelta definitiva a México hasta su muerte en 1974. Al ser una novela se van dando ciertos datos, omitiendo otros y tratando de dar verosimilitud narrativa.
–¿Llevaba mucho tiempo planeando escribir sobre Eunice?
–No, no es algo que estuviese alimentando. Hace unos años comencé a revisar elementos de su vida por cuestiones académicas, en términos de estudio sobre poesía y relaciones con la parte mística y esotérica. Por ahí comencé a engancharme y vi las posibilidades literarias. Yo calculo que llevo metido en su vida menos de diez años.
–¿Cómo supo que la vida de Eunice estaba ligada a cuestiones esotéricas?
–Yo sabía de ella porque parte de su familia tuvo que ver con la Sociedad Teosófica de Costa Rica. De hecho, el primer edificio que tuvieron había sido donado por un familiar de Eunice. Yo participé en la Sociedad Teosófica y oía que de pronto se mencionaba el nombre de Eunice. Cuando uno va leyendo la correspondencia de ella, aparece una serie de menciones a personas que integraban la sociedad, tanto en Costa Rica como en México.
–¿Qué tiene la figura de Eunice que llama tanto la atención?
–Creo que en primer lugar, la gente va descubriendo la alta calidad poética de su obra. Mientras ella vivió, su poesía no fue tan conocida. Después de su muerte, personas como Alfonso Chase dan a conocer la poesía de Eunice y ella comienza a calar en las nuevas generaciones poéticas, en investigadores académicos, en otros países… El interés por Eunice no es solo local, sino que hasta se ha traducido a italiano. A mi parecer, Eunice Odio es la gran escritora costarricense del siglo XX.
–¿Siente que la obra de Eunice siempre ha sido validada o existe una exaltación por el aniversario número 100 de su nacimiento (que se celebrará el próximo año)?
–Creo que cada vez va siendo retomada, leída… Creo que ya ocupa un lugar muy importante en el canon literario costarricense. El hecho de que tenga una publicación de obras completas es importante. ¡Ni siquiera Yolanda (Oreamuno) tiene obras completas! Los poetas jóvenes conocen, valoran y leen a Eunice gracias a eso.
–Usted publicó hace tres años Espectros de Nueva York, obra que examinaba a Elena Blavatsky, una figura extranjera. Ahora usted mira hacia una gran figura de Costa Rica. ¿Cómo fue tomar ese cambio?
–Ambas figuras tienen un interés esotérico en común. Eunice funciona como una figura nacional pero al mismo tiempo es una conexión con lo extranjero. En la novela, hablo de sus años en Nueva York, misma ciudad donde se desarrolla el relato de la novela de Blavatsky, así que ahí tenemos un punto de unión. Las dos son mujeres y son transgresoras, fueron mal comprendidas en su tiempo y todavía son incomprendidas por muchos. Las dos cuentan con una obra enorme, poco valorada y poco estudiada entre sectores más cultos… Son mujeres valiosas y que un lector interesado debe pasar por capas de prejuicio para llegar a su obra y valorarla.
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–¿Planea realizar un ciclo de historias de mujeres?
–Sí, eventualmente, si alcanza el tiempo y la vida, me gustaría hacer una tercera novela en suelo nacional, justamente para el periodo inicial del siglo XX. Quiero que la tercera figura femenina sea María Fernández Tinoco, una mujer talentosísima que ha quedado a la sombra por haber sido la esposa de Federico Tinoco. La historia iría sobre su amistad con la más grande médium que ha tenido Costa Rica, que fue Ofelia Corrales. Esta historia finalizaría un ciclo que va desde lo extranjero hasta lo local.