Como destino turístico, La Cruz, en Guanacaste, lo tiene casi todo. Posee hermosas playas, montañas verdes, verdaderos tesoros geológicos, una sorprendente gastronomía, vibrante biodiversidad y, por supuesto, gente amistosa.
Ahí se pueden practicar las más diversas aventuras que van desde el canopy, cabalgatas, pesca deportiva, kite surfing, tour en cuadraciclo o kayak, y eso apenas para empezar.
Sí, La Cruz lo tiene casi de todo, pero le falta algo: turistas.
Por años, esta comunidad, ubicada en la costa pacífica norte de Costa Rica, ha sobrevivido casi de forma exclusiva gracias a la pesca. Sin embargo, su gente quiere un cambio y ve en el turismo la respuesta a ese anhelo.
Con la creación del Corredor Turístico La Cruz (CTC), que comprende la Península de Santa Elena, Bahía Salinas y las comunidades de la costa de El Jobo, Puerto Soley, Cuajiniquil y La Cruz, se pretende atraer a turistas locales y extranjeros para que disfruten de las bellezas de esta zona.
“Este es un esfuerzo que viene de fondos de una organización internacional que se llama Fundación Waitt que, a través de Costa Rica Por Siempre, dedican fondos para todo un crecimiento de todas estas comunidades", explicó Mauricio Aymerich, director de The Real Service, consultores turísticos del CTC.
Un equipo de Viva visitó el corredor turístico para conocer los atractivos turísticos que incluyen riqueza geológica, arqueológica, biológica e histórica en una zona dotada de gran cantidad de fauna como osos perezosos, tres clases de monos, aves y especies marinas como delfines, ballenas, tortugas, el tiburón ballena, rayas y estrellas de mar.
¡A explorar!
Nuestra travesía empieza a bordo del barco Tiburona, propiedad de Aníbal Lara, un hombre nacido y criado en la comunidad de Cuajiniquil, quien con sacrificios logró comprar una embarcación y ponerla a disposición de los turistas y científicos que visitan la zona.
Abordo también viaja María Marta Chavarría, bióloga del programa de Investigación del Área de Conservación Guanacaste, pero, sobre todo, una apasionada del lugar, quien fue la encargada de mostrar todos los secretos de esta región.
Empezamos a adentrarnos en las aguas del Golfo de Santa Elena, mientras Chavarría nos señala todo lo que va apareciendo ante nuestros ojos. Desde el bote se pueden ver tres imponentes volcanes: Orosí, Cacao y Rincón de la Vieja.
“Aquellas montañas de allá al fondo, ya eso es Nicaragua” nos indica por su parte el capitán, quien también se ha convertido en un experto guía, gracias a su contacto con científicos nacionales y extranjeros.
“Aquí la industria del turismo es incipiente”, continúa la bióloga, “lo cual nos da una ventaja porque queremos hacerlo bien y que sean los locales los que ganen. Si los vecinos están bien, entonces van a proteger más el área”.
Durante el recorrido en una mañana de mayo fue fácil observar una gran variedad de aves como gavilanes cangrejeros en sus nidos, tortugas, mantas, gran cantidad de peces, así como admirar el bosque tropical seco y formaciones geológicas de gran valor.
En medio del golfo están expuestas a simple vista lo que los expertos califican como las primeras tierras que formaron lo que hoy es Costa Rica. Son rocas del manto terrestre que se elevaron a la superficie cuando hubo un choque de placas y que tienen unos 200 millones de años de antigüedad, y que son de gran interés para investigadores de todo el mundo.
Los barcos que se dedican a un tour de este tipo tienen por lo general un costo de $350 por día y capacidad para ocho personas, más tripulantes. El precio y el itinerario son a convenir.
El capitán Lara relata que por años se dedicó a la pesca, pero que siempre le pidió a Dios poder salir de esa industria ya que había visto cómo colegas se enredaban en negocios ilegales. Hace unos años logró tener su propia embarcación con la cual ofrecía su servicio a los investigadores, ya que turistas casi no llegan.
Sin embargo, el paso devastador de la tormenta Nate, en el 2017, destruyó por completo su bote, pero no pudo acabar con su voluntad. El año pasado se compró la Tiburona y ahora ansía la llegada de visitantes para ver florecer su negocio.
El recorrido continúa y se pueden observar hermosas playas escondidas como Bahía Matapalito que destaca por sus aguas turquesas y arenas blancas.
También se pueden ver formaciones geológicas como La boca del Mero que, como su nombre lo indica, se asemeja a ese pez y otras como Las Gemelas, dos rocas tan parecidas que, si se movieran, se necesitaría de un ojo experto para distinguirlas.
Se puede visitar la isla Bolaños, un tesoro geológico que atrae a investigadores de todo el mundo y que es un refugio natural de aves como pelícanos, gaviotas, pato aguja, gavilanes y más.
"Santa Elena es un valioso criadero de biodiversidad marina. Aquí se pueden observar delfines, tiburones, mantas, tortugas lora, carey y negras y tenemos la visita de ballenas", relata Chavarría.
Si su anhelo es ver ballenas, hay dos temporadas a lo largo del año. Las ballenas que vienen del Sur se pueden observan de junio a noviembre, especialmente en agosto; mientras que las jorobadas, que vienen del Norte, se dejan ver de diciembre a marzo; eso sí esté al tanto de que en este último periodo el mar va a estar más movido debido a los vientos alisios.
Como parte de su anhelo de proteger esta zona, la bióloga tiene su mira puesta en los niños de la comunidad para lo cual desarrolla una iniciativa llamada Biosensibilización Marina con grupos de pequeños, adolescentes y algunos padres que se aventuran a adentrarse en el mar, su patio.
“El objetivo es que conozcan lo bonito que es abajo en el mar, algo que pocos tienen posibilidad de hacer. Si viven al frente y no lo conocen, ¿cómo lo van a amar y cuidar?”, resalta Chavarría.
“Recuerdo una vez que trajimos a unos niños a hacer snorkeling y uno de ellos tras sumergirse, al salir se quitó las gafas protectoras y exclamó con una mezcla de asombro e incredibilidad: ¡los peces son de colores! Hasta ese momento solo los había visto fritos en un plato”, recuerda.
“Así, desde pequeños, pueden preguntarse qué más pueden hacer para no pescar y contribuir más al conocimiento del país”, agrega.
En este mismo sentido, la creación hace, ocho años, del Área Marina de Manejo en coordinación con la comunidad ha venido a regular la pesca para que se realice de una manera más sostenible y se prohibieron técnicas de pescas invasivas y dañinas como el uso de trasmallo o compresores.
Hospedaje para todos
En las comunidades que forman este corredor turístico hay opciones de alojamiento para todos los presupuestos.
Las posibilidades van desde un todo incluido de lujo con el hotel Dreams Las Mareas, ubicado en la playa El Jobo, hasta hoteles más accesibles y de emprendedores de la zona como La Hacienda, Blue Dreams, Quebrada de Agua y Playa Papaturro, entre otros.
Como parte del proyecto del CTC, también se sumaron algunas mujeres de las comunidades quienes abrieron las puertas de sus casas para recibir a huéspedes y darles una probadita de una auténtica experiencia guanacasteca.
Tal es el caso de Xinia y Flor Emilia Lara, un par de hermanas que ya hospedan a estudiantes de universidades extranjeras que llegan a la zona a investigar pero que esperan que más costarricenses opten por esta opción más económica y vean cómo se vive en estas zonas.
“Buscamos tener un ingreso adicional, pero también dar a conocer la zona que se distingue por sus bellezas turísticas y que haya un intercambio cultural”, explica Xinia.
Actualmente hay unas 11 mujeres que se sumaron a esta iniciativa con la esperanza de mejorar su calidad de vida. Para esto han llevado varios cursos, entre ellos de manipulación de alimentos y que esperan sorprender a sus visitantes con delicias como picadillos, olla de carne o arroz con pollo.
Esfuerzo local
Manuel Alán es otro de los lugareños que apostó por el turismo. Por años se dedicó a la pesca pero quiso alejarse porque vio cómo las garras de negocios ilícitos permeaban en esa industria y buscó una salida antes de que fuera demasiado tarde. Vendió su exitoso negocio de pesca a un precio “ridículo” y empezó de cero.
Hoy es dueño del restaurante Arrecife, en Cuajiniquil, donde se precia de ofrecer los mariscos más frescos y también es propietario del hotel Santa Elena Lodge. Además es el presidente del Consejo Local de las Áreas de Conservación (COLAC), organización que impulsa el desarrollo turístico de la zona.
La apertura del hotel Dreams Las Mareas se convirtió en un motor para la zona en dos sentidos. Por un lado, atrae a visitantes de todas partes del mundo bajo su sistema todo incluido, quienes aprovechan para conocer un poco de la zona de La Cruz. Asimismo, el hotel, a través de la capacitación de sus empleados, ha fortalecido el potencial turístico de la comunidad.
“Nosotros llegamos antes de que se conformara el corredor turístico pero hoy formamos parte de él en una linea de lujo. Somos un encadenamiento, hay colaboradores nuestros que se han desplazado a otros hoteles y otros que han creado sus propios emprendimientos”, destacó William Rojas, gerente del hotel.
Con la llegada del gigante hotelero, empresarios locales vieron el potencial que se avecinaba. Esa visión fue la que impulsó a Adrián Calleja a dejar la zona de Monteverde y regresar a La Cruz, donde nació, para liderar un negocio de turismo en la finca familiar. Hoy en la Hacienda El Cenizaro se pueden hacer cabalgatas y tours en cuadraciclo dentro de una extensa propiedad sin tener que manejar en la vía pública y en medio de una frondosa vegetación y ganado hasta llegar al punto más alto que cuenta con una vista privilegiada de la bahía de Santa Elena que con sus aguas azules baña la sabana guanacasteca.
En la cima de El Cenizaro nos esperaba doña Yadira Coronado, otra emprendora de La Cruz. Ella empezó vendiendo pasteles en la calle para mantener a sus dos hijos, hoy convertidos en profesionales. Tras años de esfuerzo, montó su propio catering service y hoy deleita a nacionales y extranjeros con platillos elaborados con productos locales como pan de banano o picadillo de plátano en tortillas palmeadas y un cafecito.
Otro visionario de la localidad es Minor Lara, quien recuerda como hace 20 años tuvo un sueño de que esta zona fuera un gran destino turístico y cuando compartió su idea con otros pescadores se rieron de él y hasta lo llamaron loco.
Aunque su familia se dedicaba a la pesca, su gran anhelo de niño era ser guardaparques de Santa Rosa, pues se convirtió en un amante de la naturaleza viendo el programa Planeta Azul en su casa.
Lara logró cumplir su sueño y ahí tuvo contacto con muchos científicos de todo el mundo que le incentivaron aún más su amor por la conservación. Tras cinco años renunció para alcanzar otro sueño en el que hoy trabaja con sus dos hijos: el Centro de Buceo Cuajiniquil.
Ahí ofrece tours de buceo, snorkeling, avistamiento de cetáceos, kayak, visita a los manglares y más para visitantes nacionales, extranjeros, así como científicos.
“Queremos que los que vamos a ofrecer turismo en esta zona seamos gente local, que los dueños sea gente de la comunidad. Yo soy de aquí, nací aquí y quiero ver a mi gente progresar”, confiesa Minor.
La Cruz tiene todo listo para su disfrute. Solo falta usted.
Visítelos
Si desea información, puede contactar sobre las áreas protegidas al correo ecoturismo@acguanacaste.ac.cr; para opciones de hospedaje según su presupuesto al teléfono 2679-10-38 y para tours y actividades al correo ammbahiasantaelena@gmail.com