A San José, un puñado de iniciativas la presionan para reaccionar, aspirar a más, acicalarse a menudo y convivir mejor con su gente. Uno de esos programas es el Art City Tour, conjunto de recorridos que, cada ocho semanas, convoca a cientos de interesados a apropiarse de la ciudad para consumir arte y cultura en distintos espacios de la capital.
Tras seis años de cosechar buenos resultados, Henry Bastos, director de GAM Cultural –plataforma que cobija al Art City Tour y es puente entre la oferta cultural josefina y el público–, conversa con Áncora de sus experiencias, la ciudad, las trabas, el boom de renovación urbana y algunas ganancias y pérdidas.
Este año, la primera edición de estos paseos culturales será 10 de febrero.
–¿Por qué hacer este esfuerzo por la ciudad de San José?
–Tiene que ver con las motivaciones iniciales. Cuando GAM Cultural nace, buscando respuestas a una expresión: “En San José no hay nada que hacer”. Allí nace la pasión por San José.
–¿A qué se debe esta pasión por San José?
–Primero porque soy un gran crítico de la ciudad que resido y transito. Además, me molesta que no se puedan hacer cambios reales y rápidos en la ciudad. Lo otro tiene que ver con las oportunidades que hay en la ciudad: tenemos una oferta cultural envidiable –en cantidad y calidad– en Centroamérica y lo podemos comprobar porque hemos medido, mes a mes, con la oferta.
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–¿Cómo explica a un San José estigmatizado, pero con una oferta cultural importante?
–San José tiene esa oferta que no se publicita y la gente no se entera. Tanta actividad tiene que ver muchísimo con la densidad de infraestructura; calculo que San José tiene, en menos de 2 kilómetros cuadrados, más del 70 % de la infraestructura cultural instalada: teatros, museos, galerías, centros culturales y ciertos espacios alternativos y esos espacios producen el 80% de las actividades que hay en la Gran Área Metropolitana; no es casual que la oferta exista. El problema es que no está comunicada y ese es el esfuerzo que hacemos desde GAM Cultural, pero es un esfuerzo minúsculo en un tema que debería ser un eje de comunicación del municipio. Muchos culpan al Ministerio de Cultura y, no señores, es asunto del gobierno local.
–Al hablar acerca del eje de comunicación de la Municipalidad, ¿a qué se refiere en específico?
–El municipio tiene departamento de Comunicación, departamento de Cultura y departamento de Turismo; ¿por qué estos tres departamentos no se organizan y crean una estrategia de comunicación con la oferta de la ciudad. Tenemos una ciudad con una oferta cultural abundante y allí radica nuestra mayor fortaleza y oportunidad, ya que no es lo más explotado. La Municipalidad no requiere ni siquiera hacer más actividades; ya están, abundan, por qué no las promovemos.
–¿Esta creencia, “en San José no pasa nada”, es solo un problema de comunicación?
–Por muchos años, dije: es un problema de comunicación. Sin embargo, ahora puedo agregar otra cosa más: la articulación. Por ejemplo, en marzo pasan muchas cosas porque es pleno verano: Transitarte, el Festival Internacional de Diseño y otras actividades. Si lográramos articular por sectores de la ciudad estas actividades, tendríamos minifestivales todo el mes; imaginate, qué maravilloso.
–Falta quien piense la ciudad, desde el punto de vista cultural, desde lo macro, y no se concentre solo en lo pequeño…
–Sí y esto es una función más institucional. La sociedad civil y la empresa privada no tienen quién los convoque, les diga que hay otros proyectos para aliarse o que esto podría hacerse de esta forma. Las reuniones nacen como iniciativas nuestras para ver cómo unirnos. Hacemos iniciativas que nos cuesta mucho fusionar porque carecemos de la facilidad institucional y, a veces, hasta de los marcos jurídicos. Para hacer algo más grande en la ciudad, necesitás del asunto de Salud, de normativas… y cuando uno los busca, vienen las trabas. No solo se requiere de sociedad civil o empresa privada para resolver problemas, sino que, definitivamente, la mayor necesidad es esta parte institucional para amalgamar y facilitar.
”Hay una separación increíble: o lo hace el municipio o lo hace el Ministerio de Cultura, no hay otras figuras. Esto lo hemos roto con las Noches en Blanco, muestra de cómo articulamos, a duras penas y con un desgaste tremendo, un montón de disciplinas y espacios –que trascienden lo privado– para realizar actividades”.
–¿Por qué es difícil armar la Noche en Blanco, por ejemplo?
–El ideal de la Noche en Blanco es poder apropiarse mucho del espacio público. Aquí el espacio público tiene dueño administrativo, que son las instituciones, y allí comienzan los rollos. Nosotros hacemos toda la tramitología, pero hay permisos que nunca llegan a salir y vos decís: por qué.
”La respuesta de la gente a estas actividades es impresionante; la gente se vuelca a la calle y dice: por qué no se hace más esto, pero no se imagina que un cierre de una callecita poco transitada por la noche llega a costar tantisísimo desde el punto de vista de los trámites”.
¿El entrabamiento es del Gobierno central o municipal? En estos seis años, ¿ha sido así en cualquier administración?
–Tiene que ver más con lo municipal. Estos dos últimos años han sido difíciles; en años anteriores había una receptividad diferente para estas iniciativas.
–Es decir, en la ciudad existen muchos más vacíos, necesidades y oportunidades que los esfuerzos que se están haciendo…
–Las jóvenes generaciones tienen un enorme caldo de cultivo de ideas. El asunto es que muchos no son tan pacientes para enfrentar este tipo de trabas y no van a poner su esfuerzo en algo que no saben si resultará. Y la gente necia, como uno, que se ha quedado, se está acabando.
”Cuando empezamos con esto, hace seis años y medio, éramos insistentes y vendíamos posibilidades; ahora, ya hay resultados y vos decís: cómo es posible que estos logros no hayan calado en la gente, en los departamentos que se necesita que hayan calado… La evangelización urbana, por así decirlo, ya se hizo y está dando resultados. ¿Qué más hace falta para que la institucionalidad se matricule? Y, ojo, las instituciones deberían ser los principales evangelizados en este tema”.
¿Considera que hay un boom de la ciudad, un boom cultural?
–Diría que hay un boom de reactivación urbana, en el cual la cultura está jugando el papel más importante.
–En estos últimos seis años, ¿cómo ha cambiado la ciudad?
–Uno, ha cambiado a nivel de usuario: la gente consume más ciudad. ¿En qué sentido? Pasa más tiempo en ella, va a más actividades, se queda a comer y se va también de fiesta. Por otra parte, la ciudad empieza a responder, en especial el sector privado, con cafés, restaurantitos –que buscan diferenciarse con una oferta muy propia, con mucho carácter– y otros espacios; esto provoca que la gente se quiera quedar y volver.
”También, cambia la percepción sobre la ciudad; los usuarios sienten que ofrece más, a pesar de que no ha mejorado ni el transporte, ni la recolección de basura ni la promoción de las actividades.
”Esto es por la reactivación urbana, no por el Art City Tour, aunque, sin duda, el Art City Tour es parte y ha contribuido”.
¿Qué ganancias y pérdidas le ha dejado el Art City Tour?
–El proyecto estuvo cercanísimo a cerrarse el año pasado y no pasó gracias a que entraron grandes patrocinadores de forma anual. La gran ganancia es que el 96% de la operación se sostiene por el sector privado y la gran pérdida ha sido que no se ha podido trabajar el modelo de forma tripartita: aporte de instituciones estatales, patrocinios de empresa privada y ciudadanía, que fue la intención que nació. Además, durante este proceso, el entrabamiento ha desanimado a otros colectivos. Sin el entrabamiento, esto podría haber crecido a una velocidad enorme.
–Los museos estatales son los espacios más grandes y con mayor y más variada oferta artística y educativa. ¿Cómo ha sido la relación con estas instituciones? ¿Qué han ganado ellos?
– Debo agradecer la gestión independiente de cada uno de estos espacios. Los museos se han comprometido y están convencidos de que este tipo de dinámicas son las que pueden ampliar su público y, además, les permite comunicarse en un lenguaje más cercano al público existente. Los visualizo como los grandes ganadores. Los museos cayeron en visitación desde el 2008, con la crisis, y esta actividad les ha permitido acercarse al público local.
–¿Cómo ha logrado articular a instituciones y espacios que, aunque con objetivos comunes, trabajan individualmente y con poca relación?
–El éxito de este programa fue que se hizo desde afuera. Hemos mantenido los intereses de cada uno; ponemos una logística común que ayude a que sea el público el que privilegie con su asistencia al lugar que haga mejor esfuerzo de comunicación o tenga la oferta más interesante. Hay espacios privados, estatales y de cooperación (centro cultural) con las mismas oportunidades.
–¿A cuáles espacios ha premiado más el público?
–Depende de la edición. Los museos son los más visitados porque, además, son puntos de salida de los recorridos de las busetas. Para una ciudad donde hay problemas de ubicación, qué mejor que decirle a la gente que llegue a la plaza de la Cultura (Museos del Banco Central), plaza de la Democracia (Museo Nacional), antigua Fanal (Museo de Arte y Diseño Contemporáneo). Atraen mucha gente los museos de Jade, de Arte y Diseño Contemporáneo y de Arte Costarricense.
–¿Cuáles son los nuevos sueños del Art City Tour?
–Estamos dando pasos para ser un evento más urbano; nos hemos quedado mucho en lo cultural. Queremos que sea una dinámica urbana que parta desde la oferta cultural; girar alrededor de la idea de minifestivales.
”Como el Art City Tour es cada dos meses, queremos hacer actividades más pequeñas, más puntuales, entre cada edición. Todo sin perder la esencia del Art City Tour, que es articular recorridos; eso siempre va a estar muy presente. Queremos crear flujos y que la gente le dé continuidad al hecho de sentirse en ciudad”.