“No me lo imaginaba así”, es lo primero que dice María Pérez-Yglesias al verme. ¿Qué clase de imagen tenía en su mente?
“Ah, pues diferente. Es que, con solo escuchar un nombre, yo me pongo a pensar en cómo es esa persona. Es como un juego, personal, uno que me divierte mucho”, dice con una risa escondida.
La literatura y el juego son las dos vertientes por las que rige la vida de la escritora nacional María Pérez-Yglesias, de 70 años.
Dedicarse a ver la escritura como una tarde de rayuela fue algo que siempre le tentó, en niveles inconscientes. Este 2019 cumple diez años de dedicarse a la literatura, pues con 60 años publicó su primer libro y, a pesar de que consideró “entrar tarde en este mundo”, le ha dado tiempo para convertirse en una autora prolífica y cotizada, incluso siendo la escritora más vendida por la Editorial UNED. Esa vida de sorpresas un tanto tardías para su criterio son solo parte de una carretera aventurera que ha tenido en su vida.
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Vida entre letras
Pérez-Yglesias nació en San José, en la posguerra civil costarricense. Sus antepasados que habían atestiguado el conflicto bélico, así como la prematura muerte de su madre cuando ella era una bebé de meses, la marcaron sin darse cuenta para lo que, sesenta años después, sería la conformación de su pluma.
“Algunos teóricos dicen que la obra y la vida del autor son otras. Entiendo el punto, pero en mi caso hay un reflejo de quién soy”.
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Llegada a su adolescencia, había pensado en estudiar Medicina, pero una ligera rebeldía de pubertad la atrajo hasta el hipnotizante mundo de las letras, donde estudió Filología. Estudiaría posteriormente en Bélgica un doctorado en semiótica y, a su regreso al país, la vida de lecciones en colegios secundarios fueron su día a día.
En ese lapso, Pérez-Yglesias recuerda que el cuerpo le exigía escribir. “Porque ser escritor no se trata de querer publicar un libro para sentirse escritor. Es un sentimiento que embarga y que crea esta necesidad de siempre tener fantasías en la cabeza”.
Estar frente a la página en blanco fue inminente para su vida, pero mundos fantásticos tardarían años en llegar. El primer acercamiento de la autora con la escritura fue a través de publicaciones académicas en revistas especializadas. Durante décadas, publicó destacados artículos sobre semiótica, literatura costarricense, teoría del texto y política.
Además, por siete años, escribió dos columnas semanales para dos medios de comunicaciones: Pensar y reír para Diario Extra y la sección Cartas a María, para la revista Proa de La Nación (actual Revista Dominical).
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Tanto para esas entregas semanales como para sus publicaciones académicas, había algo que llamaba la atención: los títulos de cada texto eran tremendamente literarios y se alejaban de las convenciones serias que en mucho tiempo han caracterizado las publicaciones meramente informativas.
Textos titulados como Amighetti y la explosión de los sentidos denotaban una sensibilidad especial que alarmó a las amigas de la escritora.
“Entonces comenzaron a preguntarme: ‘María, ¿por qué no escribís ficción?’. Tenés algo', y yo me puse a pensar que si podía hacerlo, ¿por qué no hacerlo?” recuerda.
Así nacieron sus dos primeros libros, publicados en el 2009. Ambos libros son un símbolo de las dos líneas de trabajo que principalmente ha desarrollado.
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El primero fue Boleros nos volvemos tango, una compilación de historias románticas en la que la relación de pareja es contada a dos voces. Escrita plenamente en primera persona, muestra los dos lados amorosos de una misma moneda.
En simultáneo se publicó Las fronteras de la luna y el sol, texto de denuncia sociopolítica en la que clamaba por la extinción de los límites geográficos y las culturas que separan a las poblaciones.
Esta mirada social la sostuvo para su tercer libro, Silencio, el mundo tiene el ala rota, donde tomó inspiración en esos pasajes de su primera infancia en la posguerra civil de Costa Rica, a sabiendas de historias familiares que sufrieron por el enfrentamiento.
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Los libros continuaron con estos dos abordajes principales y, a la fecha, cuentan con 17 publicaciones en una década, una cifra atípica.
La popularidad llegó a abrazar a Pérez-Yglesias con la llegada de Mapy, una saga que fue concebida como literatura infantil y que cuenta con seis libros. Mapy (cuyas letras evocan el nombre de la escritora) es una niña que conoce el mundo fuera de la puerta de su casa. El objetivo de la autora fue recrear la época de finales de los 50, y su éxito ha sido rotundo pues ha alcanzado ser la autora más vendida de la Editorial UNED.
“Es un repaso de toda una vida, realmente", cuenta. "Escribir me estimula, me hace sentir feliz. Es algo que ahora será para siempre”.