Clotilde Obregón Quesada nació en la San José de la primera mitad del siglo XX, en el seno de una familia de amplia tradición intelectual. Su formación se vio ampliada al laborar como docente e investigadora en la Universidad de Costa Rica (UCR). Obregón Quesada se graduó de licenciada en Historia y Geografía por la UCR, e hizo su posgrado al combinar estudios en Puerto Rico y la UCR, donde obtuvo el título del programa de Maestría Centroamericana de Historia en 1985, con la tesis titulada Costa Rica-Nicaragua: problemática interna e internacional de la delimitación fronteriza, 1821-1860 .
Precisamente por su conocimiento sobre la temática fronteriza se la nombró asesora de la Cancillería de la República. Por el igual motivo fue docente en el Instituto del Servicio Exterior Manuel María de Peralta, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Sobre las relaciones limítrofes escribió varios estudios, como Costa Rica y Nicaragua, los tratados de 1846: relaciones internacionales de Costa Rica (1978); Costa Rica-Nicaragua, problemática interna e internacional de la delimitación fronteriza: 1821-1860 (1985); El río San Juan en la lucha de las potencias: 1821-1860 (1993).
En su desempeño como investigadora se destacó como una de las historiadoras más prolíficas de su generación y la más visible en la esfera pública. Se distinguió como conferencista, ensayista y asesora en asuntos de cultura.
Por sus calidades fungió como directora del Departamento de Historia de la UCR y de la Biblioteca Nacional. Asimismo, presidió la Junta Administrativa del Museo Nacional de Costa Rica.
Amplios intereses. Además de las relaciones internacionales, las líneas de investigación favorecidas por Obregón Quesada fueron el comercio exterior, los procesos electorales y la función del Poder Ejecutivo.
Entre los gobernantes estudiados minuciosamente por Clotilde Obregón destacan José María Castro Madriz (1847-1849 y 1866-1868) y Braulio Carrillo (1835-1842). Precisamente con su investigación titulada Carrillo, una época y un hombre (1835-1842), obtuvo el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Historia y el premio Cleto González Víquez de Historia de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, ambos en 1989.
Clotilde Obregón laboró como docente en la Escuela de Historia hasta que se acogió a la pensión luego de varias décadas dedicadas a la UCR; no obstante, nunca dejó de investigar; prueba de ello son sus múltiples textos y sus aportes en revistas académicas.
Impartió diversos cursos de historia y destacó en la enseñanza de la historia precolombina de América Latina. Fue pionera en resaltar la importancia de la historia de los primeros habitantes y en desarrollar giras de estudio a sus antiguos asentamientos a lo largo del subcontinente. Puso especial énfasis en las culturas de México, Bolivia y Perú.
Consecuente con su visión como formadora, produjo varios libros para que los utilicen el público en general y los estudiantes en particular. Entre esas obras sobresalen Una historia de valor: verdades del pasado para entender el presente (1995); Nuestros gobernantes: verdades del pasado para comprender el futur o (1999) y Símbolos patrio s (aprobado por decreto ejecutivo 26.853 del 5 de mayo de 1998). Por su conocimiento especializado en asuntos culturales, Clotilde Obregón también fue asesora del Ministerio de Cultura y Juventud.
Persona solidaria. Cabe resaltar que Obregón Quesada fue siempre rigurosa en el manejo de las fuentes documentales que utilizó para sus investigaciones. Al respecto destacan su Índice de documentos de la Colección de Relaciones Exteriores de Costa Rica en el Archivo Nacional , elaborado junto con Manuel Araya Incera (1985); y los cinco detallados tomos de las Constituciones de la República de Costa Rica. Esta colección se inicia con la Constitución de Cádiz, de 1812, y termina con los cambios efectuados hasta el año 2006.
Ese magno trabajo incluye además los proyectos de reforma que se presentaron y las reformas efectuadas a cada Constitución, artículo por artículo, además de un índice onomástico mediante el cual se puede localizar fácilmente a los principales actores políticos.
También es necesario mencionar sus libros sobre la historia de la ingeniería en Costa Rica (2005), el Colegio San Luis Gonzaga (2006) y los Diarios de Faustino Montes de Oca Gamero (2007), quien fue defensor del Castillo Viejo en la lucha contra los filibusteros (1856-1857). Los dos manuscritos utilizados para esta edición forman parte de su valiosa colección privada de documentos.
Clotilde Obregón Quesada también fue una persona generosa con sus colegas y con sus estudiantes; además, fue una mujer de familia, siempre rodeada por sus hermanos y sobrinos. Como vecina del barrio Amón apoyó a las Oblatas al Divino Amor en sus actividades pastorales y comunales, por lo que convirtió su casa no solo en un centro de tertulia académica, sino de reunión de vecinos y de recuperación de tradiciones.
De igual forma, Obregón luchó en defensa del patrimonio cultural y arquitectónico y de la seguridad ciudadana, no sólo de Amón, sino también de los barrios Otoya y Tournon.
Clotilde –como la llamábamos sus estudiantes y colegas– dejó importantes trabajos sin concluir, entre los cuales figura la edición de la obra de su tío, el historiador Rafael Obregón Loría. Con su fallecimiento, el país pierde a una ciudadana responsable y comprometida, y a una apasionada investigadora del pasado de Costa Rica.
La autora es docente e investigadora en la Escuela de Estudios Generales y del Centro de Investigaciones en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la Universidad de Costa Rica.