El célebre compositor y productor estadounidense Quincy Jones abrió el sobre dorado que consagraba al ganador al Óscar a mejor banda sonora, y exclamó el nombre de otro gigante, el nombre de uno de los compositores de música de cine más prolíficos y prestigiosos, poseedor de un estilo único y que ha logrado trascender más allá de la industria del cine para colocarse en el imaginario colectivo de los amantes del arte.
“…Y el Óscar es para… Ennio Morricone por The Hateful Eight . My brother, mio fratellino”.
Mi hermano , dijo en inglés e italiano, mientras el respetado Morricone se ponía de pie lentamente para dirigirse al escenario por la estatuilla. Los 3.400 asistentes del Dolby Theater también se pusieron en pie para honrar con una calurosa ovación al admirado compositor.
Al llamar fratellino a Morricone, Quincy Jones detalló lo que mejor describe la trascendencia de la obra del maestro italiano: su conexión emocional con su audiencia. En términos de técnica y creatividad se pueden escribir libros para examinar el aporte musical que sus bandas sonoras han provisto a más de 500 largometrajes, pero es la conexión emotiva, con la que enamora a su público, la cual le da a Morricone su legión de admiradores.
Al oír su música (ya sea dentro de las películas o en la privacidad de sus audífonos), sus seguidores experimentan una gran intimidad con el creador de la música. Esta relación con su audiencia ha consolidado a Morricone en el canon de la música.
A través de su larga carrera, que abarca más de seis décadas, ha logrado desenvolverse en varios géneros musicales, sin perder de vista su estilo personal.
Tras graduarse de la Academia de Santa Cecilia en 1954 comenzó a trabajar como arreglista de música popular y jazz en varios programas de radio mientras seguía componiendo música “seria”, a veces académica y experimental. Esta versatilidad que desarrolló desde joven forjó en este italiano su característico estilo posmoderno: sus composiciones mezclan, sin condescendencia, influencias de todo tipo de música (pop, ópera, jazz , música clásica, musique concrete ) para crear un sonido altamente original. A esta receta se le agrega el interés de la música para cine de influir sobre el estado emocional del oyente. De aquí emerge Morricone, artista emblemático en la segunda mitad del siglo XX.
Su estilo personal se inclina hacia lo iconoclasta; su voz como compositor es tan fuerte que redefine cualquier material que lo inspira, lo convierte en algo propio y da la impresión de que rehúsa seguir cualquier tipo de regla o convención.
Sonido de los westerns
Las primeras películas que lo hicieron famoso fueron los spaghetti-westerns de Sergio Leone, protagonizados por Clint Eastwood en los años sesenta. Leone contrató a Morricone para que le compusiera una banda sonora original y diferente a las que acostumbraban crearse en Hollywood en aquella época.
La mayoría de elementos que conforman el sonido icónico de estos westerns ya existían en el género (la trompeta mexicana, la guitarra española, el tema heroico de cuerdas, el coro trascendental, el silbido del forajido, la armónica, etc.), pero la genialidad del italiano radicó en la forma en la que sintetiza esta amalgama de influencias.
Mezcló todas estas sonoridades y, además, agregó conceptos modernos: la guitarra eléctrica y gritos, balazos, latigazos, resortes, gomas elásticas, galopes, así como representaciones musicales de las idiosincrasias del desierto: coyotes, búhos, plantas que ruedan, espuelas… ; la cinta adhesiva fue la inagotable cantidad de melodías memorables.
Solo basta oír unas cuantas notas del célebre tema de El bueno, el malo y el feo (1966) para sumergirse en el mundo de los westerns .
Logró redefinir en el inconsciente colectivo lo que simboliza la música del Viejo Oeste con medios modernos, sin olvidarse de las raíces de cada uno de estos emblemas musicales.
Melodías memorables
En cada una de sus composiciones, Morricone demuestra un sentido melódico innato. Sus melodías son memorables, bellas y, a menudo, indagan sin disculpas en lo “melodramático”, como en el caso de las inolvidables bandas sonoras de Cinema Paradiso , Once Upon a Time in the West , Once Upon a Time in America , The Untouchables y Malena , entre otras. Esto no sorprende; el maestro proviene de Italia, país con amplia tradición operística donde floreció el bel canto y donde reina la hermosura lírica.
En esta época del siglo XXI, en la que se puede decir que el elemento rítmico en la música popular es el dominante (por influencia del hip-hop y la música electrónica), la afición al lirismo de Morricone resulta fresca y ligeramente contracultural.
En los últimos tiempos, el mundo del cine ha estado favoreciendo bandas sonoras sencillas y discretas que pasan casi inadvertidas (a pesar de la popularidad de la música épica, pero algo bulliciosa de las superproducciones de hoy en día).
Sin embargo, Morricone no puede pasar inadvertido: su presencia es tan evidente en cada escena que colorea con su música, que a veces uno corre el riesgo de distraerse. Su talento y capacidad de cautivar al oyente evitan cualquier desconcentración; es más, su trabajo incrementa la participación emocional de la audiencia, hace más hermosa la cinematografía y enriquece la interpretación de los actores.
Grandeza indiscutible
Como la ópera, el cine trata de fusionar varias avenidas artísticas y sensoriales (lo visual, lo auditivo, lo verbal o literario) a través de la milenaria y tan humana actividad de contar historias.
Morricone es el compositor que mejor demuestra esto en su prolífica producción. Tal vez sus películas no han sido las más taquilleras de Hollywood (siempre se negó participar en el juego de la celebridad e, incluso, su estrella en el Paseo de la Fama apareció apenas unos días antes del Óscar), pero la calidad, creatividad, versatilidad y trascendencia de su obra en la historia del cine son indiscutibles.
Cuando el venerado anciano subió a recibir el premio (anteriormente solo había recibido un Óscar honorífico), sus admiradores celebraron con tanto orgullo: en el teatro se pusieron en pie y alrededor del mundo expresaron su emoción por medio del barómetro moderno de las redes sociales. Con este Óscar, la Academia no solo reconoce la mejor banda sonora del año, sino también el aporte que esta leyenda viva le ha dado tanto a la música y al cine.