“Yo sé lo que es sentir pasión por algo y sé que muchas veces uno necesita que le tiendan la mano”, dice con sinceridad Patricia Carreras, la directora artística del ballet El cascanueces.
Ponerse las zapatillas y bailar uno de los más grandes legados musicales del ruso Piotr Tchaikovsky es mucho más que el sueño de Clara, la protagonista de esta historia en la que confluyen un amor fugaz y decenas de personajes de esta odisea mágica.
Formar parte del elenco de El cascanueces representa la cristalizacíón de las ilusiones de muchas niñas y jóvenes que nacieron fuera del elitista mundo que puede representar el ballet.
Así, 12 niñas de Tirrases y otros jóvenes becados de la Escuela de Ballet Ruso Clásico pisan las tablas del Teatro Popular Melico Salazar desde este viernes, un escenario al que quizá no hubieran podido acceder de otra manera.
“Cuatro años atrás, cuando caminaba con mi hija por la acera y veíamos las vallas publicitarias con los anuncios de El cascanueces , me pedía que por favor la llevara, que ella soñaba con ir a ver el espectáculo. Y yo, muy frustrada por dentro, le decía: ‘No amor, no podemos ir, no tenemos dinero para ir a verlo’”, recuerda Ana Lorena López, la madre de Ana Elena Retana, hoy de 16 años.
En medio de las dificultades económicas, López había hecho lo posible para que su pequeña siguiera su pasión por el ballet y, por recomendación de una de sus profesoras, en el 2014 la llevó a una de las audiciones de El cascanueces. La emoción de Retana por haber conseguido un papel como soldadito fue indescritiptible y, según su madre, marcó un antes y un después en su vida.
“Imagínese la felicidad de verse dentro del elenco, participando en el show que tanto había deseado ver, y que no había podido”, relata su madre. “Esa navidad participó en el espectáculo y fue realmente emotivo para ella y para todos nosotros. Pensar que no podíamos ir a ver el show, pero en ese momento era parte del elenco, eso fue espectacular”.
Tras las funciones, Ana Elena recibió una beca en la Escuela de Ballet Ruso y este año ya no es un soldadito, sino parte de la fiesta en la que Clara recibe un cascanueces como regalo de Navidad.
“La elegimos porque ella ha demostrado muchas ganas y mucha constancia. Lo que pueda hacerse será el futuro el que lo diga”, afirma Carreras, quien con la beca desea ayudar a la joven a cerrar brechas en su formación.
Caso contrario es el de Ronny Ramírez, un muchacho que comenzó en el ballet a sus 15 años y al momento de audicionar para El cascanueces, Carreras halló en él condiciones físicas muy favorables para esta práctica.
Por su baja estatura, hace tres años Ramírez fue probado para el papel de Fritz, el hermanito de Clara, pero por carecer del nivel necesario para ser solista, se quedó con el papel de ratón.
En esta ocasión, el tibaseño repite como Fritz (el año pasado por fin lo consiguió) y tiene otro rol en la danza de las Flautas de Carrizo. “Ser parte de El cascanueces , que es una producción tan grande, y ver que a uno lo toman en cuenta y le dan más papeles es muy satisfactorio”, asegura el joven de 19 años.
Ramírez deja alma, vida y corazón en el escenario. Asiste a clases dos veces al día en la Escuela de Ballet Ruso y los sábados ensaya con el elenco de este espectáculo. Hacia la tarde, se marcha a la universidad donde estudia un técnico en Medicina Deportiva, otro sueño que hizo realidad gracias al financiamiento que le aportan personas allegadas a esa academia.
Mientras tanto, decenas de madres, algunas con bebés en brazos, han esperado sábado a sábado a sus hijas afuera de los ensayos. Algunas de ellas son de escasos recursos y otras de comunidades en riesgo social, como las provenientes de Tirrases.
Ahí, el programa Soñamos Juntas, impulsado por la academia rusa, congrega a 36 pequeñas que sueñan con ponerse un tutú.
Todas las niñas reciben leotardos, mallas, zapatillas y lecciones gratuitas para iniciarse en la compleja esfera del ballet .
Entre las 12 chicas de Tirrases que este año fueron seleccionadas para El cascanueces –en el 2015 eran apenas cuatro– está Abigaíl Castro, de 8 años.
“Es una oportunidad grandísima porque nosotros no tenemos los medios para poder pagar todas estas cuestiones”, dice su madre, Paula Rojas, quien asegura estar agradecida por lo que esta oportunidad hará por el futuro de su hija.
Numeroso elenco. En esta novena edición de El cascanueces participarán más de 300 bailarines ticos, con una importante representación de cantones como San Carlos, Grecia, Palmares, Naranjo y San Ramón.
Además, hay bailarines invitados de Praga, Nueva York y San Petersburgo, quienes interpretarán los roles masculinos protagónicos.
El espectáculo será distinto ante la mirada de quienes ya hayan presenciado antes este ballet , pues ahora el mago Drosselmeier –quien le regala el cascanueces a Clara– tiene más protagonismo y son nuevas las coreografías de la batalla contra el Rey Ratón, la danza española, la danza de las Flautas de Carrizo y el Vals de las Flores.
Algunos de los cambios se deben a que, durante la temporada 2015, el Teatro Nacional informó a la producción de El cascanueces que no podrían otorgarles fechas a inicios de diciembre del 2016.
Dicha negativa obligó a trasladar el espectáculo al Melico Salazar, cuyo escenario es más grande y supone una mayor exigencia para los bailarines y los encargados de la escenografía.
“ El cascanueces es un proceso, está concebido para dar oportunidades a muchas chicas de diferentes comunidades del país, y no pensábamos que debíamos interrumpirlo”, comenta Carreras.
“Fue un reto artísticamente interesantísimo el cambiarnos de casa. Así lo vimos Wes (Chapman, quien acompaña a Carreras en la dirección) y yo, y terminó siendo una de las experiencias más ricas de mi vida”, añadió.
Este ballet relata la historia del maravilloso regalo navideño que recibe Clara, la hija del alcalde, de parte de su padrino, el mago Drosselmeier.
Al finalizar la fiesta, Clara se duerme abrazada al cascanueces y, a la media noche, la magia de Drosselmeier hace que todo en la casa crezca.
Una manada de ratones entra en escena con ánimos de destruirlo todo, pero los soldaditos de Fritz cobran vida y se enfrentan, junto al cascanueces, a los roedores.
El cascanueces queda tendido en el sueño y Clara llora desconsolada, pero Drosselmeier aparece de nuevo para convertir el obsequio en un apuesto príncipe, quien toma a Clara en sus brazos y la corona como su princesa.
Juntos, viajan al Reino de las Nieves y al Reino del Hada de Azúcar de Ciruela, donde son venerados con una serie de espectáculos de danzas del mundo.
Al amanecer, Clara despierta y el mundo vuelve a la normalidad, pero dentro de ella reina ahora una ilusión que no había descubierto antes.
El cascanueces se estrenó este viernes y se presentará hasta el domingo 11 de diciembre.