La sombra de Francisco Amighetti ilumina esta exhibición, que, siendo pública, queda como en casa porque reúne obras de don Paco, de dos sobrinos y de dos sobrinos nietos. Por algo, la muestra se llama Alberto Murillo, xilógrafo, y tres generaciones. Se compone de grabados hechos con diversas técnicas, en particular xilografía (en madera).
Junto a las obras de Amighetti y de Murillo se exhiben trabajos de Grace Herrera Amighetti (sobrina de don Paco y madre de Alberto), de su hermano Walter, y de Eugenia, hija de Grace.
La idea original de esta exposición corresponde al profesor emérito y maestro grabador Luis Paulino Delgado Jiménez, uno de los más entusiastas y enterados animadores del arte en Costa Rica. Para Delgado, Alberto Murillo (1960) ha puesto al grabado nacional en una nueva altura, y le sobra razón: medio centenar de trabajos lo confirman: hechos a mano (sin prensa), monocromos o policromos, sobre madera o linóleo, y en formatos pequeño, mediano y grande.
Aprendiz y maestro. De pequeño, Alberto Murillo sabía que el arte –es decir, don Paco– visitaba su casa. Alberto veía que su madre, doña Grace, pintaba; mas, puesto a decidirse, se decidió por estudiar agronomía. “Me aburrí a los dos años porque no vi ni una vaca”, recuerda Alberto con humor. De ese tedio no rural nació la idea de estudiar Artes Plásticas en la UCR, aunque esta tentación ya lo seducía desde que ayudaba a Amighetti en el taller del artista. Murillo aprendió allí secretos que confía hoy a sus alumnos de grabado en la UCR.
Licenciado en Artes Plásticas en la UCR, Murillo se especializó en la Universidad de Iowa (Estados Unidos), de donde egresó con el título de Master of Fine Arts.
Es larga y honrosa la relación de exposiciones individuales y colectivas que el artista ha ofrecido en nuestro país y en el exterior.
Entre otros reconocimientos, Alberto ha recibido el Premio Nacional de Cultura Aquileo J. Echeverría en Artes Plásticas en Grabado (1999), y el Gran Premio y la Medalla Goya de Oro en la X Bienal Iberoamericana de Arte, organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México en 1996, por su obra “taurina” Las corridas (n.° 4). Murillo es también creador y maestro del libro-arte en Costa Rica.
Series y temas. La primera serie de Alberto Murillo data de 1991, cuando ofreció Retratos a Julia, cuyo modelo es su esposa. “No tenía taller y debía presionar los grabados en el piso”, recuerda el artista.
Los cuervos es otra serie, de diez obras, que Murillo ejecutó cuando estudiaba en Iowa. Las trabajó sobre linóleo. “La serie de los cuervos –una de ellas figura en la colección de la Rectoría de la UCR– data de 1993; es el primer punto de referencia de la obra de Alberto, y la recuerdo como algo inquietante”, confiesa el historiador del arte Carlos Guillermo Montero Picado.
Murillo combina texturas y tonos de manera que los tonos cálidos (rojizos) se “acercan” al espectador, y los tonos fríos (grises) “viajan” hacia el fondo de la imagen. Las tenues diferencias asemejan estos grabados a la fotografía.
Murillo también logra ese efecto de profundidad con varias planchas, como en La fuente (de Estudios Generales de la UCR) y El Dorado (n.° 5), xilografía de matriz múltiple con oro de hoja líquido. “Los colores dan la perspectiva”, indica Murillo.
Alberto no elude las referencias políticas, y en el 2002 creó el díptico de gran formato Gladiadores en la arena, alusivo al debate del “combo” del ICE. Se presenta el enfrentamiento de un manifestante y un policía antimotín, vigilados por políticos que llevanla misma cara aunque estén en campos opuestos. “Es la clase política”, dice Murillo.
En gran formato también se brinda el díptico Hablemos: una mujer y un hombre (carentes de boca) dialogan entre sí con mensajes de texto, pese a estar espalda con espalda; o sea, antimilagros de la incomunicación.
Viajes. La serie Bosque nuboso integra grabados pequeños (casi “postales”), pero que revelan gran maestría precisamente por el manejo de los detalles y por el logro de la perspectiva gracias a los sutiles contrastes. El artista controla la intensidad de los tonos empleando baren (menor intensidad) y cuchara (mayor). Algunos de estos pequeños grabados requirieron cuatro planchas y seis impresiones.
El dominio de esas técnicas de detalle y profundidad ha confundido a expertos pues los creen productos de planchas de metal, no de madera. Así, una xilografía incluso aparece como aguafuerte en un catálogo hecho en el Brasil.
Viaje infinito es una hermosa cromoxilografía de gran formato en la que se ve a Emiliano, hijo de Alberto. “El niño parece ir de la obscuridad hacia la luz mientras juega con un tren, que es el progreso”, afirma Murillo, quien se luce con el color en varias obras.
En Ave del paraíso , el artista usó diez planchas de madera, incluidas varias para lograr los tonos del color negro. Otra obra magistral, en colores y gran formato, es ¡Cuidado con el zanate!
Innovación. El artista no deja de sorprender con sus recursos visuales; así, El cascabel incluye oro de restauración, que representa el metal de un cascabel. “Me inspiré en una obra del artista japonés Hiroshi Yoshida [1876-1950] que presenta una selva”, indica Murillo.
El profesor Montero nos detalla: “El trabajo de Murillo revela influencia de artistas japoneses, como en El cascabel , que se caracteriza por la síntesis y la tensión. Allí, el gato negro nos remite a una iconografía simbolista de finales del siglo XIX”.
La serie de Sacrificio ritual –alusiva a la tauromaquia– se hizo en México, y en ella se siente la vibración de la muerte y la solidez de la piedra del arte prehispánico.
Murillo cree que su obra ha registrado cambios con el tiempo. “Ahora trabajo las veladuras con más precisión. Comencé haciendo series, pero hoy me motivan más hechos independientes entre sí. Me interesa innovar siempre”, dice el maestro grabador.
Los maestros buscan la inspiración en el mundo porque son los únicos que no pueden enseñarse a sí mismos.
Buenas compañías. De Francisco Amighetti se exponen estas cromoxilografías: Cristo, Conversación, El niño y la nube y Viaje hacia la noche (n.° 3) , todas clásicas y magistrales. A la vez, la muestra ofrece grabados de Grace Herrera. “Me siento más pintora, pero en el grabado prefiero la xilografía”, asegura la artista.
Tradición revela el interés de Herrera por los esfuerzos femeninos. “Las mujeres de mediana edad llevan el peso de los jóvenes y de los viejos de la familia. Consultas con la almohada revela las preocupaciones de una madre”, interpreta Grace, y sobre Nostalgia añade:
“Apliqué tres tonos con un solo rodillo. Encima se ven el mar y un bote; en el medio, las montañas que llevan al mar; debajo, una mujer duerme y sueña: es la nostalgia”, precisa Grace.
De su hermano Walter Herrera Amighetti se exponen cromoxilografías; en varias, los motivos son los gatos, como en Constelación . En El siete vidas , el contorno de un gato traza siluetas de personas: ¿son lo mismo? Walter es psiquiatra y solo a los 45 años comenzó a aprender las técnicas del grabado, pero demuestra ser un gran alumno.
Duerme es una serigrafía en colores de Eugenia Murillo Herrera en la que aparece Virginia, hermana de la artista y aficionada al arte del vestuario. Eugenia expone también otras dos bellas serigrafías policromas sin título. Eugenia Murillo es ilustradora y diseñadora gráfica. No gusta de exponer sus obras, lo que es una lástima pues, si por un grabado se saca el día, ya podemos imaginar la temporada.
La muestra se abre en el edificio administrativo A de la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio (UCR) de lunes a viernes de 8 a. m. a 5 p. m.